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«Ayer se me saltaban las lágrimas hablando con los vecinos que habían perdido sus casas», confiesa Diego Portilla, un futbolista santanderino que actualmente juega en el Atlético Paso, uno de los equipos de La Palma. Lleva dos meses viviendo en la ciudad de ... El Paso, uno de los municipios afectados por la erupción del volcán, y en estos escasos 60 días ha visto como un extenso incendio forestal obligaba a evacuar a centenares de vecinos, «y ahora esto». Reconoce que la situación actual le asusta mucho más porque es «incontrolable» y en cuestión de segundos «todo cambia».
Portilla vive solo y desde el pasado domingo él y un compañero de equipo decidieron mudarse juntos «por lo que pueda pasar». Por el momento no han tenido que ser evacuados pero no descarta que suceda en los próximos días. «Anoche hubo una falsa alarma y estuve a punto de hacer la maleta», relata el futbolista. «A tres kilómetros de mi casa está la erupción», explica asegurando que desde su puerta puede ver cómo la magma alcanza cada vez más zonas de la isla dejando una estampa «surrealista». Además, dice, el sonido de la lava cayendo es muy impactante, «como tener permanente un avión encima de casa».
Frustración. Ese es el sentimiento que invade al joven santanderino. «Desde el club queremos ayudar en todo lo que podamos». Para ello, el campo de fútbol dónde entrenan se ha convertido en un punto de evacuación y reubicación de personas afectadas. Reciben comida y bebida «porque no han podido coger nada de sus casas». Por el momento, el equipo está entrenando en otro campo en Santa Cruz de la Palma. Se lo han cedido hasta el domingo que tienen partido, aunque lo cierto es que no saben si jugarán. «Lo más seguro es que se cancele».
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En cualquier caso, esa no es ahora su principal preocupación. El lunes por la tarde Portilla y sus compañeros decidieron acercarse a una de las zonas más damnificadas para intentar colaborar. Fue allí cuando se dio cuenta de la dimensión que estaba alcanzando la situación y los daños irreparables causados. Estuvo hablando con uno de los vecinos que, a través de unos prismáticos, vio cómo la lava alcanzaba su casa. La destruyó por completo. «Fue muy impactante». El señor es carpintero y había dedicado 15 años de su vida a trabajar duro para ahorrar y poder ir reformando la vivienda. En cuestión de segundos su hogar y su esfuerzo, se vinieron abajo. «No pude contener las lágrimas», confiesa Portilla, aún impresionado por lo que vivió. «Me contó que solo ha podido salvar a sus animales y un carretillo que tenía, lo demás lo ha perdido». Y aún dentro de la dramática situación, relata que el señor agradecía, al menos, «estar vivo».
Desde que el pasado domingo se iniciase la imparable erupción volcánica, varios municipios de La Palma se han visto afectados también por importantes terremotos. Es el caso de la Ciudad del Paso. Portilla cuenta que lleva sintiéndolos varios días, aunque «ninguno como el del lunes por la noche». Fue entonces cuando sintió verdadero miedo.
Era tarde y estaba en su habitación a punto de quedarse dormido. Su compañero de equipo se encontraba en el salón. «De repente empezó a temblar la cama durante cerca de 10 segundos que se le hicieron larguísimos. No sabía cómo reaccionar y salí corriendo para ver si había explotado otro volcán más cerca», relata Portilla. Un momento de auténtica tensión. «Fue muy agobiante, no sabía qué hacer».
Sigue intranquilo porque la realidad es que todo puede cambiar de un momento a otro. Eso sí, intenta mantener la calma cuando habla con su familia, que vive en Cantabria. «Para ellos es difícil porque viven muy lejos y las imágenes que ven en la tele son preocupantes».
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