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Aficionada a las sopas de letras y al dibujo, Clementina Hernández Fuentes tiene 103 años y vive en Zamora. Virginia Carrasco
Cómo tener cien años y un cerebro de cincuenta
Buen vivir en la vejez

Cómo tener cien años y un cerebro de cincuenta

Con el secreto de la longevidad en sus cuerpos, las personas centenarias se quintuplican en España. Pero más allá de seguir vivos, el reto está en no perder las facultades cognitivas. Una mujer (103) y un hombre (100 años) relatan sus rutinas

Viernes, 18 de abril 2025

Bienvenido Ferrero Fernández cumplió 100 años en marzo y asiste puntual a las clases de inglés a las que se apuntó este año. Camina «siempre despacio y mirando para no tropezarse», vestido con elegancia. Traje, chaleco y bastón. «Estudio inglés por entretenerme, por gastar el día. Quiero llegar a dominarlo y sigo estudiando en casa», afirma con voz firme y mirada seria, mientras toma un café solo, un ritual que realiza cada mediodía. «Lo tomo como un tónico», dice en la mesa de la cafetería del centro de mayores público, donde asiste a las clases. Cada día, a las siete se levanta y hace ejercicio, con un sistema de barras y poleas que instaló en su casa. Luego, «si no voy a misa, siempre hay alguna necesidad, como la peluquería, la sastrería o ir al comercio», y después de ese par de horas en la calle regresa a su hogar, «si no tengo nada que hacer», cuenta Bienvenido, que estudió en un instituto de León hasta que estalló la Guerra Civil y se preparó como pudo para entrar al bachillerato en su pueblo. «Me costó la de dios, porque tenía que trabajar también. Mi padre era labrador y yo era labrador», recuerda.

Sin trucos ni recetas mágicas, Bienvenido responde a varios de los patrones que los científicos relacionan con los centenarios, como crecer con una exigente actividad física diaria, ya sea por el pastoreo u otras actividades, o en un ecosistema con excepcional calidad de aire y agua. «La alta presencia de centenarios tiene un patrón geográfico muy marcado, como áreas aisladas donde puede haber una mayor pervivencia de un patrón genético, o de montaña y forestales con fuertes pendientes», explica la demógrafa Dolores Puga, investigadora del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) especializada en salud y longevidad con un trabajo específico en centenarios. «En España hasta los 92 años la supervivencia se explica en buena parte por el estilo de vida y factores ambientales y contextuales, pero a partir de esta 'edad modal' la genética cuenta mucho más. Los enfermos con dependencia mueren y quedan los que no tienen una discapacidad que limite su autonomía, aunque algunos puedan tener enfermedades crónicas».

Si se le pregunta a Bienvenido por el «secreto» para alcanzar la centena de años con la agilidad de alguien con la mitad de edad, niega con la cabeza. «No hay que presumir», responde, aunque da algunos datos de alimentación: sopa, verdura, bacalao. «Nunca he comido un cochinillo. Soy muy pobre comiendo, aunque como consecuencia de las comidas que hacemos los amigos tengo que hacer alguna excepción. Soy muy sopero y como mucha verdura; de vez en cuando carne».

Bienvenido Ferrero Fernández, en el centro de mayores de Madrid, donde estudia inglés. Doménico Chiappe

La resistencia física al tiempo puede resultar milagrosa, pero lo es aún más la mental. En Zamora, una de las regiones del mundo con personas más longevas, viven tres mujeres centenarias bajo el techo de Caser Residencia. Dos de ellas, sin embargo, tienen alzhéimer, «con demencia en fase avanzada, sin respuestas cognitiva, funcional ni social», explican. Sin embargo, Clementina Hernández Fuentes cumplió 103 años en enero y mantiene la vitalidad y el sentido del humor, con recuerdos nítidos y un paso rápido y firme, apoyada en un andador desde hace un par de años.

Chocolate con churros

Sin renunciar al chocolate con churros de los domingos, aficionada a las sopas de letras y al dibujo, Clementina asegura que «no hay secreto ninguno» para su longevidad. «Vivir bien, ser decente y ya está, digo yo. Porque yo no creo que nadie me quiera mal. En fin, una vida normal, normal de todo. He trabajado y he disfrutado cuando he tenido ocasión y aquí estoy esperando a que dios se acuerde de mí». Nacida en 1922 en el seno de una familia de labradores y dedicada al trabajo en el campo desde niña, Clementina no estudió más allá de los primeros cursos y se casó a los 24 años con un joven del pueblo, de su misma edad, con quien vivió hasta que enviudó a los 90 años. «Me casé muy bien, he tenido tres hijos y hemos pasado una buena vida hasta que mi hija se me murió cuando ella tenía 50 años y yo, 76. Después ya para acá ha sido más triste la cosa».

Bienvenido Ferrero Fernández. 100 años

«Soy muy pobre comiendo, aunque en las comidas que hacemos los amigos hago alguna excepción»

En España hay 14.660 personas con 100 años o más, según el informe Un perfil de las personas mayores en España 2024 del CSIC, más de cinco veces las que había un cuarto de siglo antes, calcula el INE. La mayoría son mujeres. Viven, sobre todo, en las provincias de Soria, Zamora, Salamanca, Palencia y Orense, donde son algo más del 1% de la población. «No sabemos con claridad las causas, pero hay distintas hipótesis, desde la longitud de los telómeros hasta los patrones de estrés o la dieta. La genética explica alrededor de un tercio de la supervivencia a lo largo del curso de vida», sostiene Pego.

27,4% reside en las provincias más pobladas

Madrid (15%), Barcelona (12%), Valencia (3,9%), La Coruña (3,4%), Asturias (3,3%) y Vizcaya (3,1%). Pero en porcentaje de población hay más en Soria, Zamora, Salamanca, Ourense, Palencia, Lugo, León o Burgos. Y hay menos en Almería, Málaga, Cádiz, Canarias, Murcia, Sevilla, Alicante, Huelva o Granada.

No obstante, un factor positivo al buen vivir en la vejez y la prolongación de la esperanza de vida es social: «que las personas sigan sintiendo que tienen un papel relevante en la comunidad, tengan una red familiar y un proyecto de vida, y no se encuentren solos». La eficiencia de la seguridad social también juega un papel relevante. «Para llegar hasta esa edad cercana a los cien años, en donde la lotería de la genética empieza a contar más, es importante haber sobrevivido a riesgos previos para la salud y ahí es muy importante el sistema sanitario, para que la población con patrones genéticos que pueden ser de alta longevidad no mueran 30 años antes por causas evitables», analiza la científica. Por ejemplo, Bienvenido «operado del corazón, con tres bypass y una fibrilación auricular».

Cerebro mágico y entrenado

¿Está la sociedad preparada para asimilar a los centenarios y cubrir sus necesidades? «Las personas centenarias no necesitan menos cuidados, sino una atención más ajustada a su singularidad», afirma Juan Martín, director del Centro Internacional sobre el Envejecimiento (CENIE). «Requieren cuidados sanitarios específicos, pero también espacios donde puedan mantener su autonomía, participar en decisiones que afectan su vida y sentirse parte activa de la sociedad. Además de salud, necesitan compañía, vínculos genuinos, y la posibilidad de expresar emociones sin ser invalidadas. Muchas viven con pérdidas acumuladas, pero eso no anula su capacidad de sentir, de querer o de enseñar. Vivir cien años no debería ser sinónimo de aislamiento o dependencia, sino de sabiduría vivida».

14.660 personas con 100 años o más

viven en España, según los datos más recientes del CSIC (2024). En España, el 20% de la población tiene más de 65 años, cerca de 10 millones.

La salud mental va más allá de la cuestión cognitiva. «También soledad o depresión», confirma Pego. «Porque el cerebro es extraordinariamente maleable y, a diferencia del resto del organismo, se mantiene si hay ausencia de enfermedad. No envejece, es casi mágico. Si lo ejercitas, como al aprender un idioma, sigue igual de activo que el de una persona de 40 años».

Los tres pilares de la longevidad

Un día cualquiera, Clementina se levanta sin prisas, desayuna, tiene actividades en grupo, como la gimnasia, en la que estira los brazos «menos que las demás. A mí no me hace falta la gimnasia, digo yo, pero me gusta» o la lectura del periódico. «Pasamos la mañana con las noticias. Me gustan las cosas buenas. Las malas, no», dice Clementina, rodeada de las fotos de sus nietos y bisnietos, y dibujos suyos. Llegó a la residencia con 97 años, «el día 13 de marzo», dice con seguridad, después de un accidente casero que requirió varios días de hospitalización. «Me caí de la escalera para abajo cuando iba al huerto, porque me dio un mareo. Se me partió la encía y se me partió la dentadura», rememora. «Desde entonces estoy sin dientes».

Clementina Hernández Fuentes. 103 años

«He trabajado y disfrutado cuando he tenido ocasión y aquí estoy esperando a que dios se acuerde de mí»

Llega la hora de la comida, en su habitación, se entretiene con una revista de sopa de letras para las que no necesita gafas, vuelve a alguna de las actividades y cena. Una de sus vecinas es su hermana menor, Josefa, de 84 años. A las diez, dice, se dan un beso y se acuestan cada una en su habitación.

«Una persona centenaria no pide vivir más, no busca heroicidades médicas ni compasión condescendiente. Quieren que se les escuche; tomar decisiones, aunque sean pequeñas; compañía sincera; conversación sin prisa», analiza Martín. «Hay tres pilares que sostienen una longevidad verdaderamente digna: autonomía, vínculos afectivos y atención sanitaria, que debe ser sensible a la trayectoria de cada persona y no puramente farmacológica».

Después de tanta vida, algo tiene claro Clementina: «La gente no se muere por sufrimiento. Se muere cuando le llega la hora».

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