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La residencia Alborada ha suspendido de empleo y sueldo a tres auxiliares que, desde hace cuatro meses, están siendo investigadas por la Fiscalía de ... Torrelavega por un presunto delito de tratos degradantes contra mayores. La medida sigue al acceso que ha tenido el centro concertado a las diligencias previas incoadas por el Juzgado de Instrucción número 7, el tribunal al que han sido trasladadas las pesquisas y en cuyo estrado, a petición del Ministerio Público, están llamadas a declarar al menos cuatro trabajadoras -tres de estas, las sancionadas-. Una vez conocido el contenido de esta fase preliminar de la investigación, la Alborada ha procedido a incoar los correspondientes expedientes disciplinarios a estas tres empleadas, señaladas por unos presuntos maltratos que, a tenor de la misma información preprocesal, tuvieron lugar en tres noches concretas entre diciembre del año pasado y enero de 2023.
Es ahora, tras la lectura de los informes y la aportación de datos por parte de la empresa sobre el personal que trabajó en tales fechas, cuando la residencia ha llegado a conocer tanto la identificación concreta de las presuntas autoras como el «alcance», dicen, de los hechos documentados en la denuncia, posibles maltratos que ya ha calificado como «execrables», «absolutamente condenables» y «manifiestamente impropios de quien tiene a su cuidado a personas especialmente necesitadas de atención y cariño». La Alborada lamenta «muy profundamente» los presuntos delitos investigados y, de hecho, traslada su intención de ejercer la acusación particular, sumándose así a la postura de las familias y, quizá -porque aún lo están estudiando-, la del Ayuntamiento de Torrelavega.
La suspensión de empleo y sueldo a dichas auxiliares sigue a otras «medidas de prevención» adoptadas en enero, en cuanto la dirección tuvo conocimiento de las pesquisas. Ya en aquel entonces, tras mantener sendos contactos con la Consejería de Políticas Sociales y las familias «lamentando los hechos denunciados», el centro «activó su protocolo de malos tratos» y «cambió de destino al personal adscrito a la planta donde presuntamente tuvieron lugar los mismos».
El relato alrededor de aquellos cambios y la «actitud de colaboración y escucha» que sostiene la empresa viene dejando dos versiones diferentes desde entonces: la de la residencia, que comprende el malestar de las familias, pero dice no compartir «las graves acusaciones que se han vertido contra el funcionamiento general del centro»; y la de las denunciantes, que reprochan el «oscurantismo» y la «falta de predisposición» de sus responsables. «Si las familias afectadas hubieran puesto estos hechos en conocimiento de los responsables de la entidad nada más conocerlos se hubiera actuado de manera inmediata para proteger a los usuarios afectados y se hubieran puesto en conocimiento de las autoridades, tal como recoge nuestro protocolo de prevención de malos tratos», explican desde la residencia; «su actitud siempre fue la de restarle importancia a los hechos», contraponen las hijas de las presuntas víctimas. Según la empresa, la relación con una de las familias venía atravesando un «largo período de desavenencias», motivo por el cual le fue ofrecido un traslado de centro en noviembre.
Una de las máximas que la Alborada viene sosteniendo de forma taxativa desde que el caso salió a luz es que las actuaciones judiciales se refieren a «personas físicas concretas» y no a la institución, que «no es objeto de investigación ni podría serlo», como subrayan: «No es justo convertir este desagradable episodio en una causa general sobre la labor de la residencia», un centro que «lleva casi 20 años prestando un servicio que creemos de calidad y cumpliendo en su integridad la normativa aplicable al sector».
«Queremos transmitir a los afectados nuestra absoluta consternación por los hechos y nuestras más sinceras disculpas al haberse producido en este centro». Al margen de las propias familias, sostienen desde la Alborada, «nadie tiene mayor interés en prevenir, evitar y en su caso erradicar este tipo de conductas que el propio centro residencial». Dicho eso, la dirección asegura que «este penoso episodio no puede mancillar de modo generalizado el prestigio de la institución, integrada en su gran mayoría por trabajadores que dedican su esfuerzo, dedicación y formación al desarrollo de una actividad difícil, comprometida, pero también gratificante».
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