Aprender a vivir de forma independiente
Casa Coll. ·
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Ocho personas con discapacidadse forman para valerse por sí mismas. Amica necesita comprar la vivienda para que el proyecto siga adelanteAmica, asociación torrelaveguense que se dedica a ayudar a personas con discapacidad desde hace cuatro décadas, atraviesa por dificultades económicas, pero su propósito de seguir adelante es firme. Prueba de ello es la campaña de captación de fondos que ha iniciado para comprar la Casa ... Coll o Casita del Padre Coll, en la que ocho personas con discapacidad aprenden a vivir de forma independiente. La entidad ha abierto a El Diario Montañés las puertas de la vivienda, con el fin de concienciar a la sociedad sobre la necesidad de seguir apoyando a estas personas, que conviven de forma ejemplar.
Un equipo de profesionales se ocupa de respaldar a los usuarios y dinamizar Casa Coll. De él forma parte Ana Trueba, responsable de alojamiento en la asociación, quien recuerda la meta que persiguen: «El objetivo es que vivan como cualquier persona, con actividad dentro y fuera de la casa. Que sepan trabajar, hacer las tareas del hogar, ocupar su tiempo de ocio, gestionar sus cuentas, solventar problemas médicos, hacer la comida, vestirse...».
Ana Trueba
Responsable del alojamiento
Una de las usuarias es hija de Justino García, representante de las familias. Para él valorar este trabajo resulta «muy difícil» porque es «ímprobo». «Este proyecto es de toda la sociedad», afirma. Encarna, que trabaja en la casa, califica la convivencia como «asombrosa», aunque reconoce que también hay «diferencias como en cualquier familia». «Ellos mismos acuerdan las normas –explica–, como el uso del baño, las habitaciones o la televisión. Me gusta como lo hacen».
Felipe, uno de los usuarios, lo tiene claro: «Aquí se vive bastante bien. He encontrado el orden que necesitaba con vistas a una posible vida autónoma». Su compañero Alejandro se pone como ejemplo: «Por la mañana voy a un centro de formación, mi primera experiencia laboral, y por la tarde cumplo con mis obligaciones en la casa y después, en el tiempo libre, veo la tele, entreno al fútbol o hago otras cosas».
Cristina también va al centro de formación y la gusta vivir así porque «hacemos nuevas amistades». Juan opina lo mismo y también destaca sus actividades en el exterior: «Los fines de semana voy a Nueva Ciudad a ver jugar a las cartas. Después salgo a merendar con una compañera. En vacaciones me voy a Liébana, que es mi tierra».
La asociación necesita 100.000 euros para comprar la casa a Sniace, empresa que se encuentra en proceso de liquidación. El valor fijado para el inmueble es reducido, dado que se han tenido en cuenta las importantes mejoras realizadas en el mismo por Amica. La vivienda, antiguo parvulario de la fábrica, situado en el barrio San Gil, se encontraba casi en ruina cuando la asociación se hizo cargo de ella. La campaña de captación de fondos es urgente. En ella se reclama a la sociedad un «pequeño gesto» que permita adquirir la vivienda y garantizar la continuidad del proyecto, iniciado hace dos décadas.
Felipe
Usuario de la vivienda
Amica se ha fijado como meta conseguir 1.000 donantes que aporten 100 euros cada uno. Además, recuerda que estos podrán recuperar la mayor parte de ese dinero en su próxima declaración de la renta.
El propósito de Amica es descubrir las capacidades de cada persona cuando la discapacidad aparece en su vida y crear oportunidades para una plena inserción social en igualdad. Un ejemplo es Casa Coll, proyecto de vida independiente basado en el desarrollo de programas que permitan adquirir los aprendizajes necesarios. Primero se realizó una fase de carácter experimental en la que participaron 32 personas. Esa fase piloto permitió conocer las posibilidades, características y necesidades de cada una de ellas y establecer un plan personalizado. En 2005 la entidad firmó un convenio de colaboración con el Instituto Cántabro de Servicios Sociales (Icass), todavía vigente, para la concertación de las plazas, un total de ocho, como vivienda tutelada.
Desde su apertura, por Casa Coll han pasado 62 usuarios, de los que 22 han logrado independizarse, bien en un piso compartido o en su propia vivienda. Otros permanecen en el entorno familiar. Ahora habitan este inmueble cuatro hombres y cuatro mujeres.
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