El CAD de Sierrallana recibe a los usuarios de su nuevo módulo, vacío durante cuatro años

Por verlo en perspectiva. El módulo 1 abrió sus puertas el pasado 15 de enero. Eso significa que los usuarios conocen desde hace exactamente un mes las instalaciones que, de acuerdo con los plazos marcados en 2018 por la propia Consejería de Políticas Sociales entonces, debieron conocer a finales de 2019. Esa era la previsión, siguiendo al dedillo el plazo de ejecución de estas obras valoradas en 2,5 millones -once meses de obras decían los papeles, cuando el Ejecutivo autonómico inauguró los trabajos en octubre de 2018-. La previsión no se cumplió; estaría terminado en enero de 2020.

Aquel retraso menor ha quedado totalmente opacado por el tiempo que, desde entonces, este flamante edificio ha permanecido inmaculado y a la vez prácticamente desierto. El motivo fundamental lo conocen: el coronavirus. Dos años y medio de crisis sanitaria, reorientación de los esfuerzos sanitarios, necesidad urgente de camas, contagios y más de mil personas fallecidas por culpa del covid solo en Cantabria. La Administración autonómica aparcó los remates de mobiliario y puesta a punto del módulo 1 y puso el inmueble -como muchos otros- 100% al servicio de esta emergencia.

Hasta su apertura hace un mes, la instalación había sido utilizado únicamente de forma puntual y para fines sanitarios, no sociosanitarios -su cometido real-. Han sido cuatro años de vida extraños para un edificio tan esperado como el módulo 1. Y eso que en él se invirtieron 2,5 millones y fue presentado como una referencia para el sector.

Por sus dos plantas, sus veinte habitaciones, su piscina terapéutica, salas de estar, comedor, baños accesibles, zona de control, sala de reuniones y visitas, de rehabilitación, ascensores, almacenes... No por nada era una instalación esperadísima. Esta apertura, aunque tardía, supone un revulsivo clave para mejorar la calidad asistencial en el CAD y el desarrollo de sus -hoy 170; en 2018, 165- trabajadores.

Estos no son los únicos que han llegado hace poco al edificio. Hasta el año pasado, el módulo 1, aunque construido, carecía hasta hace no mucho del mobiliario que necesita para echar a andar. La Consejería de Políticas Sociales -hoy Inclusión Social- emprendió en noviembre de 2022 los procesos de licitación de tres lotes para equiparlo; los tres fueron adjudicados el año pasado, si bien no todos están plenamente satisfechos a día de hoy.

Por ubicarse. Se sacaron a licitación tres lotes, que juntos suman 266.973 euros: el tercero (12.863), que engloba los dispositivos relacionados con la piscina, está equipado; el segundo (50.934), el del equipamiento de hostelería, también; pero el primero y más importante (133.573 euros), el de mobiliario y productos de apoyo -camas, luminarias, etc.-, tendrá que volver a salir a licitación porque, según informa el Gobierno, la adjudicataria ha suministrado un material que no cumple las prescripciones técnicas del pliego. Entre tanto, las necesidades están cubiertas con la cesión de unas camas del Servicio Cántabro de Salud (SCS).