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Han pasado diez años desde que se mencionó por primera vez como un compromiso político, pero el proyecto para construir el centro cívico de Sierrapando, lejos de materializarse y generar ilusiones, no ha dejado más que disgustos y desafección política entre los vecinos de la ... localidad. Fueron muchos los torrelaveguenses que escucharon aquellas promesas: los jóvenes que confiaban en tener un espacio donde estudiar cerca de casa, que ya terminaron la carrera; una generación entera de alumnos del Colegio Pancho Cossío, que pasará al instituto sin conocer más que el andamiaje del «espacio de encuentro» que se les garantizó; y todos esos mayores de Sierrapando que soñaban con un lugar de encuentro donde echar la partida o disfrutar de la jubilación, que ya han perdido las ganas, las fuerzas o ni siquiera estarán aquí para contarlo. El Centro Cívico llegará muy tarde. Y la entrada a 2023, año electoral, se quedaría en otra triste efeméride si no fuera porque el compromiso cumple esos diez años en medio de las protestas vecinales, la fuga de una adjudicataria que dejó la obra a medias y las serias intenciones del Ayuntamiento de Torrelavega de tomar medidas legales al respecto.
Ese es sólo el último capítulo de una historia interminable; el primero, una reivindicación histórica muy anterior a las palabras y promesas que enumera este reportaje. La política empezó a obligarse un centro cívico para Sierrapando hace una década, pero el pulso de la localidad viene expresando la necesidad de un espacio como ese desde muchos años atrás. Ni siquiera un ejercicio de hemeroteca como este le hace justicia a este centro de nunca acabar.
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Hubo un día en que ese sentir local pasó al argumentario de los políticos. Un 13 de noviembre de 2013, una década antes de terminar cercadas por las vallas de una obra paralizada, la antigua Casa de los Maestros apareció de pronto en el discurso de Ildefonso Calderón (PP ), a la sazón alcalde de Torrelavega. «Será de gran utilidad para los mayores, los jóvenes y también se convertirá en la futura sede de organización de eventos colectivos y acogerá actividades de formación y entretenimiento para los vecinos». El presupuesto, 164.509 euros. Su intención, sacarlo a licitación en enero de 2014.
¿Y qué ocurrió en enero? La moción de censura. Los populares se despedían del poder en Torrelavega y, con ellos, el proyecto. Durante el breve mandato de la alcaldesa entrante, Lidia Ruiz Salmón (PSOE) –aupada también por el PRC–, nadie con mando en plaza volvió a sacar el tema hasta la carrera electoral de junio de 2015. La única excepción: el PP, que llegó a reivindicar su viejo plan junto a algunos vecinos de la localidad.
Aquello no se tradujo en nada tangible, pero sí generó cierta inercia en el resto de partidos unas semanas después. Llegada la pugna primaveral por el bastón de mando, ese «centro cívico» se extendió a las promesas electorales de José Manuel Cruz Viadero (PSOE), durante una ronda de asambleas celebrada en abril, y Javier López Estrada (PRC), en una visita al pueblo convocada en mayo, un mes antes de ir a votar. El destino es caprichoso. Serían ellos dos, Viadero como alcalde y López Estrada como concejal de Obras de la coalición entrante, la de PSOE y PRC, los que impulsarían otro intento.
Pero, como todo en esta historia, aquello no salió bien. López Estrada anunció los detalles del proyecto a mitad de legislatura, en septiembre de 2017 –y tras la propuesta de la Asamblea Ciudadana Por Torrelavega de incluir el plan en el presupuesto–. Estaba a punto de empezar un lustro para el olvido.
Llamado a ser uno de los edificios más eficientes de la ciudad, la remodelación de la Casa de los Maestros costaría 300.000 euros y saldría a licitación a finales de año. Adivinen: ninguna empresa aceptó el encargo. Con el proceso desierto, el proyecto del centro cívico de Sierrapando quedó prácticamente enterrado en la arena política y su comparecencia en las cuentas no volvió a tener ningún efecto hasta esta legislatura.
Para muestra, su salida a licitación dos años después, en 2020. Esta bien podría haber quedado desierta, pero lo que ocurrió fue peor, a toro pasado. La concejalía de Obras, en manos de Viadero, adjudicó el contrato de 283.000 euros a la empresa Cys Conezta en octubre. Las obras empezarían en mayo de 2021 con vistas a terminar en noviembre, pero una exasperante cadena de despropósitos hizo el resto : primero fueron las carencias en el proyecto y, después, las prórrogas de una firma que decía necesitar más tiempo. Llegó el 2022 y, con él, la paulatina paralización de la obra, finalmente abandonada por una empresa que, literalmente, se dio a la fuga un fatídico 24 de noviembre. «Nunca vi nada igual», reconocía Viadero.
Reacciones
Mientras los vecinos de Sierrapando demuestran su hartazgo en manifestaciones como la del 12 de diciembre, los abogados del Ayuntamiento de Torrelavega estudian la forma de hacer justicia y que Cys Conezta rinda cuentas por incumplir el contrato que le fue adjudicado hace más de dos años. «Ya se ha rescindido y el próximo paso es presentar sanciones», avanzaba esta semana Cruz Viadero, obligado a dar sus últimos pasos en política con este amargo proceso aún en ciernes. Él no se presentará a las próximas elecciones municipales, las terceras con un Centro Cívico para Sierrapando aún en los panfletos.
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