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La Ronda Marcera de Torrelavega, la más importante de Cantabria, cumple 30 años y lo hace en un buen momento. Para celebrarlo, la pasada semana se estrenó en la ciudad 'La noche de las golondrinas', obra de «teatro leído» de Juan José Crespo, presidente de ... la Ronda y principal impulsor de la misma. Él nos habla en esta entrevista de ese evento y de cómo esta tradición que estuvo tan arraigada en los pueblos durante siglos ha sabido adaptarse a la ciudad para sobrevivir. Después de varias semanas de ensayos, toca cantar para dar la bienvenida a la primavera.
-Son cantos que se llaman petitorios porque llevan implícito que tienen que darte algo. Las marzas crecieron en los pueblos y se cantaban en aquellos lugares en los que la juventud hacía méritos para que la gente mayor, una vez al año, les diera algo por haber retejado en una casa, ir a buscar a la comadrona, ayudar con las vacas a mujeres que se había quedado viudas... El regalo consistía en algún producto que daba la tierra: nueces, avellanas, manzanas, algo de la matanza del chon...
-Se cantan el último día de febrero. Dicen que es un día antes de la entrada de marzo porque el calendario romano se iniciaba ese mes y entonces se cantaba a la llegada del nuevo año y también, como pasa hoy, a la llegada de la primavera. Y también se aprovechaba para dar las gracias por la cosecha: patatas, maíz...
-Tuvieron mucho auge hasta mediados del siglo pasado. Después ha habido que trabajarlo mucho, tener la valentía de hacer una marza de ciudad es muy complejo. Aquí no tiene lugar ese afecto entre la gente mayor y los mozos, pero se mantiene la tradición y con fuerza, sobre todo después de ser declaradas hace unos años Bien de Interés Cultural en Cantabria. Los políticos lo apoyan con una subvención y los marceros sólo buscan pasarlo bien y estar juntos un día.
-Es la matriz de las marzas en la región, tiene fuerza y hemos logrado aglutinar a varios grupos. El espectáculo de una noche de marzas en el Parlamento de Cantabria desde 1999, con alguna ausencia por fallos de los políticos, congrega a unas 500 personas, como mínimo, y todo son caras de satisfacción. El Parlamento se transforma en un pueblo, es una alegría. Yo creo que la gente que marcea es más feliz.
-Empezamos en 1989. El consejero de Cultura de entonces, que era de Torrelavega, me dijo que adelante con la idea. Las marzas habían desaparecido, salvo en Reinosa y pocos sitios más. Recuerdo que hice un concurso para que se cantara por los pueblos el último día de febrero. A cada grupo se le daba cinco duros y el resultado fue increíble. En Torrelavega hicimos cuatro y ahí surgió la Ronda Marcera. Han pasado 30 años y empiezo a ver otra vez brotes verdes. Me llaman mucho para dar charlas en los colegios y que no se pierda la tradición.
-Somos unas 120 personas, pero a ensayar sólo solemos ir en torno a un centenar.
-En una marza de más de cien mozos, como es el caso de la nuestra, es muy complicado. Hubo algunos conatos, dos o tres señoras que querían entrar, y ahí surgió con nuestra ayuda la marza de Cartes, que funciona estupendamente porque son pocos y las mujeres son muy sensatas. Son menos, unos cuarenta, y sólo se ven ese día.
-En principio, lo más reseñable es que estrenamos el pasado jueves la obra de teatro leído 'La noche de las golondrinas'. Es una obra mía de 1988, cuando gané en Radiocadena el primer guión marcero con cuantía económica. Es una historia basada en una serie de situaciones que se dan en un pueblo y que muestran el amor por los ancianos y también por las personas con discapacidad.
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