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Desde hace nueve meses, cerca de 250 deportistas del complejo Óscar Freire se duchan y cambian de ropa como siempre, pero lo hacen en barracones. ... Los vestuarios que solían utilizar siguen a la espera de una rehabilitación, un recado indirecto más que la pugna judicial entre el Ayuntamiento de Torrelavega y Sniace ha dejado en herencia. De no ser por una relación que terminó a palos y un proceso de expropiación lleno de recursos y obstáculos en el camino, los locales ya habrían sido objeto de un lavado de cara. Pero la realidad es distinta. Desde que dejó atrás su papel como arrendatario en estos terrenos, en 2017, el Consistorio ha estado con las manos atadas hasta hace dos años y no ha podido ejecutar ninguna obra de calado en el recinto. El orden de prioridades por el que optó la Administración local cuando hizo suyas las instalaciones tampoco favoreció a la ansiada renovación, que asistió primero al módulo de atletismo y postergó la planificación de esta iniciativa hasta finales del año pasado. Fue entonces cuando los carteles se fijaron en la puerta de estas cuatro casetas -«Vestuario fuera de uso»-, inaugurando de esa manera una espera que sigue dilatándose y va camino de cumplir hasta un año en 2023.
«Estamos trabajando en ello. Se están arreglando», avanza el concejal de Deportes en el Ayuntamiento, Nacho González, empeñado en mantener una reunión con los técnicos del municipio y, con ello, no poner demasiado a prueba la paciencia de los habituales de esta zona, frecuentada por entidades, vecinos y familias de todas partes. El Club Deportivo Amistad Sniace es el principal inquilino de estos espacios y, aunque reconoce que la reforma avanza a «ritmo lento», asegura que los barracones ofrecen todos los servicios que los jugadores necesitan, desde agua caliente hasta bastante espacio para todos los integrantes que van y vienen a lo largo de una jornada.
Ese no es el único plan que mantiene en espera a los usuarios más frecuentes del complejo deportivo. Además de los vestuarios, hay más proyectos atascados en la cola del Óscar Freire: desde el nuevo graderío, que el alcalde, Javier López Estrada, confía en instalar en «2022» -será similar al del campo municipal de Santa Ana, en Tanos-; hasta un nuevo césped artificial, que cuenta con el compromiso de la Consejería de Deporte para asentarse en el terreno de juego «en 2023».
La acumulación de estos planes pendientes y el retraso que acumula la remodelación de los locales viene siendo un motivo de preocupación y, sobre todo, protesta por parte del portavoz de Ciudadanos (Cs) en la ciudad, Julio Ricciardiello. Hace más de dos meses, el concejal solicitó al equipo de gobierno (PRC-PSOE) la remodelación «urgente» de unos vestuarios, dijo, que se hallan en un estado «lamentable».
Ya entonces, el responsable naranja trasladaba los problemas de los que también ha sido testigo El Diario Montañés en una visita a las instalaciones. «Boquetes en las paredes, tuberías al descubierto, falta de azulejos... El estado de los dos vestuarios que están abiertos es deplorable e incluso inseguro para los usuarios», lamentó Ricciardiello, indignado con la imagen de Torrelavega que, desde este complejo deportivo, se proyecta a los deportistas que visitan la ciudad del Besaya.
Ese no es el único problema, ni siquiera el más grande, que preocupa al Ayuntamiento de Torrelavega en relación al Óscar Freire. Todo el recinto deportivo se halla todavía en manos de la Justicia, inmerso en una intensa disputa judicial contra Sniace alrededor de la tasación de estos terrenos en liza -al igual que el parque de Las Tablas (El Patatal), que libra su propia batalla-.
El proceso que dirime el futuro de estas instalaciones no va todo lo bien que quisieran el equipo de gobierno y los contribuyentes. No ha pasado ni un mes desde que la Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Cantabria (TSJC) condenó al Consistorio a pagar más de 2,7 millones de euros a Sniace por las instalaciones. El TSJC estimó parcialmente el recurso interpuesto por la empresa, elevando hasta en 1,1 millones la tasación de la parcela donde hoy se ubica el complejo deportivo. Con todo, la suma tampoco se acerca a los 3,4 millones que la compañía pedía por la expropiación.
«Es una sentencia negativa para los intereses municipales y estamos estudiando presentar recurso de casación», avanzó entonces el alcalde, antes de aclarar que «esas instalaciones deportivas ya son municipales» y, como tal, pueden ser objeto de la reforma en la que hoy trabaja el equipo de gobierno: «Han dejado de estar abandonadas».
Entre tanto, el arduo debate judicial entre las partes continúa, alargando el legado de Sniace a pesar de su cierre definitivo en febrero de 2020.
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