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El desencuentro entre los vecinos de la calle Julián Ceballos y el Ayuntamiento de Torrelavega a propósito del polémico proyecto de renovación de ... esta céntrica vía sigue tensionándose y revelando un escenario prácticamente irreconciliable tras cinco meses de obras, uno de protestas y a tres semanas de las elecciones. La intervención de algunos representantes del vecindario en el último Pleno municipal, el martes, no ha servido para acercar posturas con el Consistorio o acordar unas modificaciones de calado que realmente calmen las movilizaciones. Nada más lejos. Ni los pequeños cambios para dar más protagonismo a los árboles en la vía, a cargo del concejal José Manuel Cruz Viadero, primero, ni las explicaciones directas del alcalde, Javier López Estrada, para sostener que el proyecto se encuentra en un punto de no retorno imposible de detener, después, han convencido lo más mínimo a los miembros de la plataforma espontánea Julián Ceballos Se Mueve, frustrada ante el «inmovilismo» de un equipo de gobierno (PRC-PSOE) sin «ningún interés de negociación».
Entre tanto, el conflicto sigue enquistándose, lo opuesto a unas labores que, al contrario de lo que querrían los vecinos y comerciantes sumados a la queja, siguen adelante y se asoman de lleno hacia la fase central de la actuación -el tramo comprendido entre las confluencias de la vía con sus perpendiculares Alonso Astúlez y Ruiz Tagle-. Será en ese primer cruce donde hoy, otra vez a las 20.15 horas, los vecinos volverán a salir a la calle para exigir la paralización de esta actuación de 1,5 millones de euros. «Seguimos. No paramos. Aún hay muchas cosas por hacer», avanza una de las portavoces del movimiento, Eva Stolper Falkenthal.
Son más de mil vecinos los que, a tenor de las firmas recogidas hasta ahora, respaldan su posición y se solidarizan con la «decepción» y la «frustración» que siente el colectivo. La pérdida de 1,6 millones de euros asociada a una hipotética detención del proyecto, según cifró López Estrada en la última sesión, no ha amilanado a los testigos directos de las labores, preocupados no sólo por lo que consideran una carencia evidente de zonas verdes sino también por el «uso excesivo del asfalto», los «problemas para la salud» y el «aumento de la temperatura» que, como dicen, algunos materiales conllevan.
Todas esas inquietudes quedaron meridianamente claras en el último Pleno ordinario de la legislatura. A un lado, una muestra de vecinos y comerciantes que se niega a asumir la obra como válida; al otro, la oposición, entregada a la causa y claramente solidarizada con la plataforma; en medio, un equipo de gobierno que aún cree en las bondades del proyecto y que, en cualquier caso, dice estar atado de pies y manos debido a la subordinación de este con los fondos europeos: «Sería una irresponsabilidad no llevar a cabo este proyecto. Tener la obra parada durante años sería malo para los comerciantes. Así es la Ley. No me la he inventado yo», zanjaría Cruz Viadero en aquella sesión. Tras él, como después de muchas de las intervenciones del primer edil, los residentes no paraban de revolverse, morderse la lengua y mostrar su indignación.
Ha pasado un mes y la calle Julián Ceballos, una de las arterias más importantes e históricas de Torrelavega, sigue abonada a las protestas. El día que el proyecto fue adjudicado a Rucecan por 1,5 millones de euros, el año pasado, el Ayuntamiento creyó estar dando un paso clave hacia un modelo de vía moderno e ilusionante para los vecinos; hoy, medio año después, la desafección hacia los resultados de las tareas se ha convertido en uno de los asuntos mollares de la precampaña electoral.
La 'guinda del pastel' para los vecinos en los últimos días ha sido el diseño de las plazas de aparcamiento para aquellos que circulan desde La Llama, colocadas en espiga -diagonal- y, como estos lamentan, «del revés». O dicho de otra manera: es prácticamente imposible aparcar sin invadir el carril contrario, separado por una línea continua. «Va contra todas las normas de tráfico. Es un despropósito», carga la portavoz de la plataforma.
Antes de la polémica rehabilitación, en ese mismo costado, la calle Julián Ceballos contaba en su lugar con plazas de estacionamiento en batería. En estos casos, no invadir la calzada contraria también suponía un desafío, pero la línea entre ambos carriles era, al menos, discontinua.
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Ana del Castillo
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