![La falta de consenso retrasa el desalojo de los grupos políticos fuera del Palacio municipal](https://s2.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/202207/03/media/cortadas/torre-kiKH--1248x830@Diario%20Montanes.jpg)
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La falta de consenso está retrasando el desalojo de los últimos dos servicios que, a pesar de las obras, aún permanecen en el renqueante Palacio municipal de Torrelavega: Recaudación y los despachos de los grupos políticos que integran la Corporación. Sobre todo el de ... estos últimos. Una parte de la oposición no está contenta con los nuevos 'domicilios' que PRC y PSOE vienen proponiendo desde que las obras empezaron, a mediados de mayo. Ni un entrepiso en la calle Ruiz Tagle, primero, ni la última sugerencia de un bajo en la calle Berta Perogordo -un viejo local de Antigüedades Maestre- convencen al conjunto de la Corporación, que incluso entienden este traslado como algo más que una mera mudanza. «Su objetivo es tratar de ocultarnos y que los vecinos de Torrelavega no sepan dónde localizarnos», señala la Asamblea Ciudadana Por Torrelavega (ACPT), partidaria de trasladarse a Baldomero Iglesias.
De aquí a Berta Perogordo hay cinco minutos andando, pero la formación liderada por Iván Martínez se niega a acabar igual que el resto de los servicios municipales, dispersos por la ciudad. «Entorpecerá nuestra labor política», entiende, antes de alzarse como «el único grupo político a cuyo despacho acuden con regularidad cientos de vecinos».
Entre tanto, la disconformidad obliga al equipo de gobierno a sacar su mejor talante y negociar con sus homólogos de la oposición el emplazamiento de esta nueva sede. «Queremos llegar a un consenso y que estén cómodos», concilian desde el Ayuntamiento de Torrelavega, antes de descartar la alternativa de Baldomero Iglesias. Esa opción, aseguran, obligaría a trasladar a otros funcionarios del inmueble para hacer sitio a los despachos políticos, con los trámites que esto supone: «El edificio ya está lleno».
Polémicas al margen, las obras se tienen que desarrollar. Y si algún representante público opta por encadenarse a su mesa en el Palacio municipal, desde luego nadie va a impedirlo. Pero si los partidos no quieren atender a los vecinos con ruidos y vibraciones de por medio, tendrán que ponerse de acuerdo antes o después y culminar el desalojo de un palacio en estado ruinoso y con graves daños estructurales. Si no es por esta actuación, la obra de Joaquín Rucoba -construida entre 1890 y 1906- se vendría abajo.
No los despachos, eso sí. Aunque desde el exterior no lo parezca, tanto el servicio de Recaudación como las oficinas de los grupos políticos se ubican en un inmueble colindante al del arquitecto pejino. La rehabilitación se desarrolla justo al lado, pero no obliga necesariamente a que los partidos abandonen sus dependencias. Todo lo que tendrían que hacer es acostumbrarse a los temblores y los zumbidos que las máquinas producen.
El primer servicio municipal que dio la espalda a esas molestias fue el de Urbanismo, en 2004, tres años después de que el Palacio empezara a dar síntomas de enfermedad. Esos primeros signos de envejecimiento se observaron 75 años después de actividad consistorial -se inauguró como Ayuntamiento el 24 de enero de 1926, seis meses después de que la Corporación municipal lo comprara por 275.000 pesetas-, si bien la última sesión convocada en su salón de plenos se celebró el 2 de noviembre de 2017. Este es, de hecho, uno de los espacios más afectados.
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