López Estrada, el ingeniero que vive la política desde niño

El regidor de la capital del Besaya está casado, tiene dos hijos pequeños y presume de haber sido un niño feliz junto a sus dos hermanas. Estudió en dos colegios y un instituto de Torrelavega antes de dar el salto a la universidad, donde además de terminar las dos ingenierías, hizo un máster en Administración y Dirección de Empresas que le facilitó abrirse paso en el mundo laboral. Primero fue autónomo, después empleado de una constructora (Emilio Bolado) y finalmente director de su propia empresa de ingeniería, una profesión a la que espera regresar cuando deje esta etapa pública, que considera transitoria.

Aquel niño que vivía la política en el seno familiar se convirtió después en integrante de Juventudes Regionalistas, de las que fue secretario general. Después pasó a formar parte del Comité Local del partido y más tarde de la Ejecutiva regional. Su primer cargo público llegó en 2011 al convertirse en concejal. Fue una etapa de aprendizaje en la oposición que concluyó tres años después, cuando su partido y el PSOE accedieron al poder municipal a través de una moción de censura. Ya en el Gobierno, presidió primero la Concejalía de Desarrollo Local y, a partir de las elecciones de 2015, en las que ya lideró la lista del PRC, fue primer teniente de alcalde y se ocupó de la Concejalía de Obras, en la que, lógicamente, se sintió más cómodo por su profesión.

Hace cuatro años, los regionalistas ganaron por primera vez las elecciones municipales en Torrelavega y él se convirtió en alcalde, cargo que ocupó su padre en la legislatura 1999-2003 y que ha compatibilizado con el de diputado autonómico. Muchos dicen que es ambicioso, que aspira a liderar el partido en Cantabria, pero en público se limita a decir que lo que quiere es acabar de tramitar los grandes proyectos locales en marcha, como el soterramiento de las vías del tren, el conservatorio de música, danza y arte o el desarrollo de los terrenos industriales.

Confiesa que ha tenido dudas sobre seguir o no en la primera línea política, más ahora incluso que cuando empezó, pero esta actividad, que muchos consideran adictiva, continúa dándole alegrías, como poder desarrollar ideas que permitan mejorar la vida de la gente. Pero la política también tiene su lado oscuro, momentos difíciles. Odia especialmente la mentira, la calumnia, el insulto... A pesar de ello, procura mantener siempre el diálogo, la búsqueda de consenso y un comportamiento correcto.

Prefiere quedarse con lo bueno de una ciudad venida a menos, como cualquier urbe industrial del siglo pasado, e ir buscando soluciones a los problemas que se plantean en la actualidad, dejando atrás recuerdos para él amargos, como la contaminación, las familias destrozadas por la heroína o las colas del paro. López Estrada no quiere hablar de decadencia en Torrelavega, sino de búsqueda de soluciones para circunstancias distintas.

El joven regidor se adapta rápido a los nuevos tiempos, a un mundo cada vez más digital, aunque hay cosas que teme, como sus redes sociales, que él mismo maneja. Cree que son una herramienta perversa, a la que se suma porque hoy es indispensable para comunicarse. Por ejemplo, el proyecto del soterramiento de las vías del tren, pendiente de ejecución desde hace décadas, él lo está tramitando con Adif en gran medida a través de WhatsApp. Los viajes a Madrid, antes frecuentes, los ha sustituido por videoconferencias, correos electrónicos...

También ha suprimido en su agenda casi todas las comidas de trabajo. Prefiere hablar en el despacho o en cualquier lugar, porque está conectado todo el día a sus quehaceres a través del móvil. Si tiene que comer fuera de casa, prefiere hacerlo en familia o con sus amigos. Es tímido y le cuesta abrirse, pero cuando lo hace los más próximos dicen que es muy cercano y divertido.

Valora mucho la lealtad y quizá por eso mantiene el mismo grupo de amigos desde hace muchos años. Aunque por motivos de trabajo algunos residan en otros lugares del mundo, se suelen juntar en fechas señaladas, como Navidad o las fiestas de La Patrona. También sale con ellos a hacer deporte. De joven, sus 1,96 metros de altura le permitieron destacar en baloncesto. Tres o cuatro días a la semana, quizá porque los problemas y las reacciones negativas de los demás le influyen mucho, necesita poner las ideas en orden y sube corriendo o en bicicleta al Dobra, el emblemático monte que preside la ciudad.

Muchos tampoco conocen que le gusta cocinar (arroz, pasta, postres...). Haciendo una barbacoa con los amigos surgió la principal novedad de las fiestas patronales del año pasado: una liga de peñas que fue un éxito. Tiene gran capacidad de trabajo y a veces quiere ir más rápido de lo que los tiempos y la lenta Administración permiten. Delega tareas sin dificultad y, aunque parezca una persona muy pausada, también tiene sus brotes de mal carácter, unos 'prontos' que supera a los pocos minutos sin guardar rencor. Su equipo le arropa y considera que, sobre todo, es buena persona.