«¡Ay que me mata, auxilio! Tranquila que ya está, relájate»

Lo que escucharon al otro lado de la puerta les generó cierta confusión: «¡Ay que me mata, que me mata, auxilio!». Un par de minutos después y al otro lado de la puerta (llamaron pero nadie abrió) oyeron: «Tranquila que ya está, ya pasó, relájate». La primera expresión salió de boca de la fallecida y la segunda de la presunta asesina, según relataron un vecino y su mujer, aunque en un principio pensaron que la exclamación correspondía al marido de la encausada.

En la segunda sesión del juicio a la acusada de asesinar a su cuñada en Torrelavega, en 2019, comparecieron seis testigos y se dio lectura a la declaración que realizó en fase de instrucción el novio de la acusada, que no ha podido comparecer en el plenario debido a su delicado estado de salud.

La primera en prestar declaración fue la sobrina de la fallecida, que relató las «disputas y diferencias» que existían entre la acusada y su tía. «Su comportamiento era provocador, desafiante y era 'superdesconfiada'». Además, comentó que fue Pracelis la que el día anterior de los hechos dijo que no iba a acompañar a su novio al hospital al día siguiente, como hacía habitualmente (la acusada dijo el lunes que fue la hija de su novio quien le dijo que no hacía falta que fuese). El día de los hechos, a primer hora de la mañana, la chica pasó a recoger a su padre para ir al hospital y le «sorprendió» que la sospechosa estuviese despierta y vestida con ropa de calle.

Cuando estaba en la consulta con su padre dice que recibieron una llamada de la acusada preguntando que cuándo iban a volver. «Estaba muy nerviosa». Entonces llamaron a su tía pero la que cogió el teléfono fue Pracelis. «Mi padre le preguntó: ¿No le habrás hecho nada a mi hermana? Y ella contestó que no, que por qué tendría que haberla hecho algo». Fue entonces cuando su padre le contó que la noche anterior la encausada llamó a su familia y les pidió que cuidasen de su hijo. «Eso me puso más nerviosa y llamé a mi novio para que se acercara a la casa a ver si había pasado algo con mi tía. Como no pude localizarle llamé a mi hermano, que tampoco me contestó, y a mi cuñada».

Este relato de los hechos lo completaron con su declaración el sobrino de la fallecida y el novio de la sobrina, que contaron que cuando acudieron a la casa a ver qué pasaba, la acusada no les quiso abrir la puerta. «Mi tía (la fallecida) hacía su vida dentro de su habitación porque quería evitar el conflicto. A veces hasta comía dentro de su cuarto», apuntó el sobrino, que fue quien puso el pestillo en el cuarto de la finada por el «miedo» que tenía a la sospechosa. De hecho, los dos sobrinos de la fallecida coincidieron en que la acusada estaba «obsesionada» con su tía y que la tenía «manía», mientras que ella «que era 'supertranquila' e iba a su bola, no quería discutir y evitaba siempre los conflictos».

Tras llamar a la Policía y descubrir lo que había ocurrido, entraron a la vivienda y no apreciaron signos de una pelea o disputa. «Estaba todo ordenado, salvo el colchón donde murió la mujer, que estaba lleno de sangre y quemado, al igual que otra habitación que ardió entera. También había una maleta hecha».

La última en declarar fue una amiga de la fallecida. «Me dijo que su cuñada le había amenazado con un cuchillo y le había dicho que iba a matar a su hija y a ella». «Fue a la Policía pero como no había lesiones no puso la denuncia. Entonces fuimos a una armería y compramos un spray de pimienta, por si caso. Guárdalo en el bolso por si lo tienes que usar. Nunca pensé que iban a ser las cosas así», dijo emocionada.

El juicio continúa el miercoles con el resto de testificales, el jueves con las periciales, informes y conclusiones, y el viernes el jurado emitirá un veredicto.