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Ya mucho antes de que la ceremonia empezara a última hora de la tarde, el entorno del Teatro Concha Espina de Torrelavega era un polvorín de reencuentros, abrazos, besos y sonrisas. El reconocimiento a una institución local con la Medalla de Oro de la ciudad ... pocas veces suscitó tantas expectativas y convocó a tantos amigos. Este miércoles, y por si aún, después de 141 años en la capital del Besaya, había alguna duda de la pujanza y el cariño que Torrelavega le tiene a la Congregación de los Sagrados Corazones, la institución religiosa se ha dado un baño de masas junto a hermanos, hermanas y un emocionado séquito de alumnos y profesores procedentes de sus dos centros insignia en la ciudad: el Colegio Sagrados Corazones y Nuestra Señora de La Paz. El teatro se ha llenado rápido entre unos, la fidelísima comitiva de autoridades y la asistencia de otros que, en algunos casos, acudió a Cantabria después de cientos de kilómetros de viaje. La fe –y el viento sur, que ha soplado fuerte en Torrelavega– ha movido autobuses, trenes y lo que haga falta para que el acto, unas de las citas más entrañables que se han organizado últimamente en la ciudad, saliera como Dios manda. Todo sea por los Sagrados y, de ahora en adelante, dorados Corazones.
Poquísimas de las setecientas y pico butacas del teatro estaban libres. Consejeros, concejales, obispos, exalcaldes, vecinos, colectivos, instituciones, agentes sociales de todo tipo… Por encima de todo, alumnos. Tanto los jóvenes, los que aprenden en la actualidad; como los de este miércoles, miles de personas que nunca dejaron de sentirse como tal y siguen llevando, y con orgullo, su centro educativo por bandera. Ya sea el de los Sagrados Corazones o La Paz. Los vídeos con que ambos colegios han sido presentados al principio del acto –después de que la asistencia se amansara y se sentara– desató toda la emoción que quedaba por salir. Las fotos, la música, las caras conocidas… Hubo muchas generaciones de estudiantes en el Concha Espina, y de alguna manera todas se han sentido parte de aquella gran aula en la que se ha convertido el teatro.
Por eso ha sido tan ensordecedora la ovación del público cuando, tanto Nuria Arias, en representación del Colegio Sagrados Corazones, como Aurelio Cayón, por La Paz, la Congregación ha recibido sendas medallas y diplomas por la Medalla de Oro, la mayor distinción que otorga la capital del Besaya. «Aquí comenzó un largo trabajo de 141 años. Sigamos construyendo esta maravillosa ciudad», ha expresado ella; «desde el primer momento nos hemos sentido bien acogidos y estamos contentos de haber podido contribuir a la formación de muchos niños», ha agradecido él.
Antes, se han rendido al legado social, cultural y educativo de la orden religiosa todas las autoridades que han intervenido ante el atril. «Su historia está ligada a la de esta ciudad», ha enlazado la concejala de Protocolo, Cristina García Viñas, antes de subrayar la cantidad de generaciones que han pasado por las aulas religiosas y el «compromiso» de la orden con aquella villa, Torrelavega, que ya había empezado a crecer y despuntar como un referente económico desde la segunda mitad del siglo XIX.
Las hermanas, primero, y los hermanos, después (1921), vienen construyendo el presente de la ciudad desde entonces. «Torrelavega es mejor por teneros aquí y sois un orgullo para todos nosotros. Habéis educado a toda una ciudad», ha reconocido el alcalde, Javier López Estrada, tras incluir a la institución religiosa en el selecto club de «imprescindibles» que marcan el rumbo de las ciudades como Torrelavega.
El presidente regional, Miguel Ángel Revilla, viene siendo testigo de ello en cada una de las visitas que ha hecho a la capital del Besaya dentro y fuera del ámbito de la política. «Los Sagrados Corazones y La Paz han dejado una huella en Torrelavega y marcado el carácter de esta ciudad. No hay más que ver esto lleno. Eso es el agradecimiento a una labor bien hecha», ha zanjado el mandatario, último responsable de la noche en hablar al micrófono. Tras él, el Coro Ronda Besaya ha interpretado una preciosa y sentida versión de 'Canciones de Torrelavega', el broche perfecto a un acto que, apagadas las luces y cerradas las puertas del teatro, continúa este miércoles en forma de cenas y más canciones por las calles de la ciudad.
Miguel Ángel Revilla ha dejado otros titulares, aunque relacionados con la convivencia de los modelos públicos y privados tanto en el ámbito de la Educación como en el de la Sanidad.«Ni todo público ni todo privado», ha repartido, antes de subrayar palabras como «cohabitación» y sostener que, para los sistemas educativos y sanitarios, «la iniciativa privada es el complemento perfecto». Para ilustrar su tesis, Revilla ha puesto de ejemplo la aportación no sólo de los Sagrados Corazones sino también la del Centro Hospitalario Padre Menni (Santander), donde el regionalista estuvo presente por la mañana.
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