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El Ayuntamiento de Torrelavega está estudiando dar un golpe encima de la mesa y, después de medio año de retrasos y parálisis, encargar de nuevo un proyecto para finalizar la obra del Hogar del Transeúnte sin perder los fondos europeos que financian la actuación. ... Son 826.759 euros los que perdería el municipio si, llegado el 31 de diciembre de 2023, este centro de acogida valorado en 1,6 millones en total no está completamente terminado. Y basta acercarse a la calle Pablo Garnica para ver que eso se asemeja más una quimera que a un objetivo razonable. Hay mucho trabajo por delante; salvo la edificación en si misma, todo. Quedan cinco meses para que el grifo del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder) corte el suministro y parece que es ahora cuando la coalición (PRC-PSOE)no está dispuesta a correr el riesgo de perder el dineral. Ahora, medio año después de la expiración del plazo de ejecución –adjudicado a Ascán en noviembre de 2021– y otros tantos desde que la obra quedó paralizada, el Ayuntamiento empieza a perder la paciencia.
Entre tanto, los técnicos municipales estudian el caso y la obra, un proyecto ilusionante llamado a integrar una faceta solidaria de la Administración, sigue completamente parada. Ni el aviso a navegantes del Consistorio a Ascán ni el cronograma que la empresa presentó en abril para terminar el edificio en octubre, se han traducido en nada. El reloj corre en contra de los intereses municipales y, salvo que la adjudicataria se ponga a trabajar mañana a toda máquina, la pérdida de los fondos europeos parece un hecho consumado.
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Tampoco parece que la rescisión del contrato vaya a ser capaz de alterar ese destino. Si el Ayuntamiento se planta y opta por esa vía, el proyecto caería en la clásica maraña administrativa: licitación, plazo de presentación de ofertas, adjudicación, finalmente, inicio de las obras... ¿Todo en cinco meses? Entre tanto, la obra sigue parada.
Esa tampoco es una imagen nueva. Si Torrelavega acaba perdiendo más de 800.000 euros en fondos a nadie debería cogerle por sorpresa. Y menos al Ayuntamiento, que el año pasado ya se vio obligado a tomar esta misma decisión con el centro cívico de Sierrapando –tras la fuga de la adjudicataria–. Aquella decisión se tomó en noviembre de 2022; es ahora, en julio de 2023, cuando se han reanudado los trabajos en la casa de los maestros.
Para evitar que los plazos se extiendan tanto en Pablo Garnica, la coalición viene tratando de adelantar trabajo y tramitar la contratación del equipamiento del edificio, aunque este todavía ni siquiera tiene fachada.
Lo único que los avances permiten intuir del inmueble son sus cinco plantas, pero no el espacio moderno y 100% equipado que prometía el proyecto de ejecución hace dos años. Ese documento contemplaba un centro de acogida para personas sin hogar ambicioso, con tres facetas diferenciadas –centro cívico, albergue y zonas de alojamiento temporal–, cocina, despacho, archivo, lavandería, recepción, salón, comedor, y zonas comunes. Los sueños de dar relevo a las monjas franciscanas y y dar continuidad al servicio que, desde 1985 hasta 2019, venía ofreciendo la orden religiosa en ese mismo solar se evaporan cada día un poco más.
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