Urraca se aferra a los pactos para maquillar su mal resultado y mantenerse en el poder en Torrelavega

Ese hundimiento del grupo municipal socialista y el giro a la derecha que arrojan las urnas no parecen nublar la clarividencia del líder socialista, que incluso sigue utilizando la nomenclatura de los últimos cuatro años: «El equipo de gobierno –dice en referencia al PRC y al PSOE, que viene gobernando en los últimos ocho– tiene mayoría sobre el partido más votado en estas elecciones». Esa es la única calculadora que, de momento, sacan los de Urraca, mucho más tímidos a la hora de hablar sobre un hipotético tripartito que no tiene precedentes en Torrelavega. «Vamos a empezar las conversaciones. Se reunirá la Ejecutiva Local y veremos cómo se puede llegar a ese objetivo», despeja.

El futuro inmediato de Urraca, al menos hasta que se constituyan los ayuntamientos el 17 de junio, está abocado a dos escenarios posibles:ser el número dos de un gobierno en coalición, en ese teórico pacto a tres con PRC, por un lado, y Torrelavega Sí o IU-Podemos, como llaves; o líder de la oposición, si es que el PRC de López Estrada recula y se echa en manos del PP. «Eso se decidirá en el diálogo que llevaremos a cabo estos días. Tengo un compromiso con los ciudadanos, igual que mi equipo. Y vamos a trabajar para revertir esta situación», confía el socialista, sucesor de un José Manuel Cruz Viadero que, en 2019, dejó el partido con ocho concejales.

Ahora que ese grupo ha quedado reducido a seis representantes, el elegido secretario general del PSOE en febrero del año pasado intenta amortiguar la caída y esbozar un vaso medio lleno de cara a los miembros y militantes de su partido. «Podemos estar orgullosos y les damos las gracias a los torrelavegueneses. Es un empate técnico. Hay una ola a nivel nacional que ha hecho que las cosas sean así. Nosotros hemos hecho una campaña en positivo, propositiva y con soluciones, algo que no todos pueden decir», declara.

El domingo, los socialistas de Torrelavega perdieron cuatro puntos de voto (22,5%) y tocaron suelo electoral. No en votos, porque arañaron 6.103, 229 más que en 2015; aunque sí en concejales, al igualar la representación obtenida en 2015 –aquel sí fue el peor resultado en votos de la historia del partido–. Hoy, sólo un pacto de gobierno puede llegar a acicalar la caída, sobre todo atendiendo a un contexto regional en el que Zuloaga, al contrario de lo ocurrido en muchos ayuntamientos, puede presumir de haber pasado la tormenta del domingo con cierta dignidad y salvando los muebles –al menos suma un escaño en el Parlamento–.

Ese no es el caso de los socialistas de Torrelavega, condenados a una caída de dos ediles y, desde hace años, a una distribución de los 25 concejales mucho más heterogénea que hace décadas, cuando la capital del Besaya era uno los feudos electorales del partido en Cantabria. Entonces eran otros los que, en función de los números, mendigaban el diálogo con el partido del puño y la rosa;desde hace una década, sin embargo, el PSOE se ve tan obligado como los demás a aferrarse al diálogo, las conversaciones y los telefonazos para mantenerse en el poder. José Luis Urraca no es una excepción.

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