Secciones
Servicios
Destacamos
Raphael tiene, además de ochenta años y sesenta de carrera, un no sé qué intangible que lo convierte en uno de los artistas españoles más magnéticos de la historia. Sus acentos, sus sonrisas, su histrionismo a la hora de interpretar las canciones y la manera ... en que tapia sus ojos hablando de fantasmas del pasado, el qué dirán o juergas pasadas son un reclamo para miles de personas allá donde va. Este miércoles por la noche, y para sorpresa de nadie, ese poder de seducción llegó a los jardines de La Lechera, en el marco de los conciertos del Año Jubilar Lebaniego durante las fiestas de la Virgen Grande. Aquí, frente a una pantalla que tan pronto alternaba imágenes suyas saludando a acólitos como hacía un primer plano de su rostro para hacer aún más dramáticas las pausas y las epifanías de cada himno, el jienense se dio un auténtico baño de masas frente a 4.000 personas.
Noticia Relacionada
Todas pagaron la entrada, aunque no todas pudieron disfrutar la gran noche desde el principio. Y eso que empezó diez minutos tarde. Pero ni con esas. Habría pasado fácilmente cerca de un cuarto de hora de recital y aún decenas de personas continuaban en los accesos –ya antes de las 21.30 horas, hora del concierto, los 'raphaelistas' revelaban su confusión sobre qué cola coger, por donde pasar, etc.–.
Todo debió quedar en nada, al menos a juzgar por las ovaciones cerradas que recibió después de salir al ritmo de unos timbales, primero, y encadenar himnos, después. Que si la noche aquella, que si él sigue siendo aquel, que si se rompió el amor, que si la quiere a morir. Nostalgia, amor, euforia... Raphael en estado puro.
El eco y la garra de su empeño a la hora de contar todas esas historias perduró más tiempo en La Lechera y fue bastante más vigoroso cada vez que su banda –una docena de músicos que ofreció un recital impecable– redujo los fuegos de artificio y sustituyó los arreglos épicos por una propuesta más orgánica. La hilera de 'Llorona' y 'Gracias a la vida' fue un agradable ejemplo de ello.
Mantener esa cadencia tampoco hubiera sido una buena idea, dicho sea de paso. Y menos con Raphael, experto en corresponder con movimientos de manos y miradas inquietantes mientras su cara está encuadrada en un marco de oro sobre la pantalla. Dicho eso, un poco más de interacción con el público, verbal, hubiera estado bien. «Raphael, Raphael...», coreaba el respetable; salvando alguna puntualización para subrayar la emoción que le produce algún tema, lo primero que el aludido ha dicho en el concierto de esta noche ha sido «buenas noches». Para despedirse.
En los conciertos de Raphael, parece que su conversación con la audiencia se produce por otros canales. Sus gestos, su encomiable entrega a sus ochenta años de edad y las miradas cómplices que comparte con el público han ofrecido una aproximación entretenida y, sobre todo, una dosis de 'raphaelismo' más que suficiente. La gente, encantada. Llegados a 'Escándalo' y 'Como yo te amo', el público ha demostrado estar definitivamente rendido y pasándoselo muy bien en La Lechera, tanto arriba, en las gradas, como abajo, frente al escenario.
Ese último tramo de canciones ha sido, de largo, el momento cúspide de la cita, que ha terminado con todo el mundo de pie y aclamando su nombre. Es más, apagadas las luces del escenario y con el artista ya entre bambalinas, el público ha seguido dejando, casi hasta llegar a casa, una singular banda sonora de estribillos, imitaciones cariñosas y comentarios de respeto hacia su dilatada carrera. Pocos pueden decir lo mismo; y durante sesenta años, sólo Raphael.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.