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En una entrevista con un periódico nacional, Julián Revuelta afirmó que si tuviera los estudios de José Carreras «cantaría mejor que él». En cambio, aclaró que hablar de Plácido Domingo y Pavarotti «son palabras mayores» y con este último, encontraba puntos comunes en lo que ... a timbre de voz se refiere. La suya, capaz de alcanzar tres octavas, fue santo y seña de un amante confeso del folclore cántabro en sus diversas manifestaciones; musicales, deportivas o gastronómicas. Y allá donde iba, generaba movimiento a través de su privilegiada garganta.
A Julián «le gustaba cantar, cantar y cantar. Lo que fuese y como fuese», recuerda Luis Fernando Pérez, integrante de la Asociación Tanos 08, vecino de toda la vida de la familia Revuelta en el barrio Quimaranes y veterano de cuantas iniciativas han fomentado el asociacionismo en su pueblo.
Echa la vista atrás y recuerda una tradición que se repetía cada año, desde hace más de 40: al terminar la misa de Santa Ana, cada 26 de julio, allí estaba Julián. Ataviado con su traje de picayo, palo en mano, fajín rojo y pelo negro que se iba veteando año tras año, pose firme para cantar a la patrona. «Nosotros directamente le añadíamos en el programa». Festivales solidarios, comidas de la tercera edad, reuniones de vecinos… Se apuntaba a todo y arrastraba a quien hiciera falta.
Recuerda, cómo no, su voz portentosa y cómo «si se hubiera cuidado un poco a nivel vocal, como un tenor, habría llegado lejísimos». Nunca nadie, valora, «podrá cantar 'Ciudad de Torrelavega' como la cantaba Julián». Él mismo lo reconocía: «A veces pienso que podría haber llegado más alto si no me hubiera gustado tanto la juerga».
Uno de los lugares donde se podía ver a Revuelta era el Campo de fútbol de Santa Ana. Valentín Gutiérrez, presidente del CD Tropezón, recuerda cómo, de forma natural, hacía con el germen de cuantas iniciativas nacían en el pueblo, con los primeros pasos del equipo, 'El Malvís' estaba allí. «Nos apoyó en lo que nos pudo apoyar y, de hecho, el primer himno del Tropezón lo hizo él».
Fue socio muchos años y siguió al equipo en sus desplazamientos a jugar fuera de casa siempre que fue posible. «Aunque tenía su debilidad por la Gimnástica, al Tropezón siempre acudía», recuerda con cariño quien fuera su amigo desde niño, con quien ha jugado a los bolos en infinidad de ocasiones. Ahora le viene a la cabeza que «a todas las boleras a las que íbamos, era el primero en cantar y montar una fiesta«.
Porque los bolos fueron otra de las pasiones de un artista que, a pesar de haber tenido su época rockera, se consideraba a sí mismo un clásico. Lorenzo Guerra, presidente de la Peña de Bolos de Tanos recordaba el papel del Malvís en relación al deporte más autóctono. Fue el fundador de la Peña El Lobio, de Tanos, donde ejerció como presidente a mediados de los 80, también como jugador «y ascendió a la peña en el primer año como imbatidos».
Cuando Guerra publicó el libro 'Vernáculos', en 2019, Revuelta colaboró abriendo la caja de recuerdos de toda una vida lanzando bolas y escuchando el choque de madera de los bolos. «Es una pérdida desde el punto de vista étnico, de los bolos y del folclore y como continuador costumbrista», expone «y como familiar, porque era mi primo segundo», añade Guerra. El Malvís era un hombre «muy vinculado a las tradiciones, como todo el pueblo de Tanos». Esa pérdida supone el adiós a «una figura, no voy a decir que irrepetible, pero muy difícil de sustituir».
Purista de la canción montañesa, a Revuelta le hubiera gustado cantar ópera, pero el esfuerzo que requería «no iba conmigo», confesaba. A los 34 años sentó la cabeza y entró en el Coro Ronda Garcilaso, formación señera del canto montañés, del que con los años se convertiría en solista indiscutible y al que permaneció vinculado hasta su muerte. En la última etapa asumió también el papel de director, al fallecer el director anterior.
Deja un legado importante de composiciones que se han integrado en el repertorio de canciones tradicionales, pero su labor ha tenido un fruto destacado en la formación de nuevas voces. Como profesor inició en la tonada montañesa a decenas de jóvenes, ejerció como profesor en la Escuela de Folclore de Santander, donde dirigía un coro y los solistas actuales de los 'garcilasos', aprendieron de Revuelta. «No solo es una de las principales voces de la tonada montañesa sino que dedicó su tiempo a formar nuevas generaciones y ese bien cultural de carácter inmaterial del que ha sido portador, se ha dedicado a transmitirlo para que perdure», detaca Carmen Olarreaga, presidenta de la Federación Cántabra de Agrupaciones de Folclore y coordinadora de la Agrupación Virgen de las Nieves. Él siempre se refería a la veterana formación como «mi agrupación», de la que se sentía parte, si bien «nunca le vi bailar», bromea Olarreaga, pero sus colaboraciones fueron constantes.
No se quedó nunca en lo individual, sino que optó siempre por la colectividad, por hacer cantera y esparcer la semilla de una tradición para hacerla crecer. Así creó la formación Alegría Cántabra o el Coro Ronda de Tanos. «Siempre tuvo inquietudes», señala Olarreaga, que considera que «si hubiera nacido en otro lugar, con más posibilidades para la música, podría haber vivido perfectamente de su voz, con la que cantaba, no solo música tradicional, sino cualquier cosa».
Pero su vida profesional la dedicó a trabajar como administrativo hasta que se jubiló, manteniendo siempre en paralelo su pasión por el folclore a la que dedicó mucho tiempo. Bien es cierto que si hubiera podido vivir en otro lugar, quizá habría dicho que no. La primera vez que el Grupo de Danzas Virgen de las Nieves viajó a Nueva York, en 1992, 'El Malvís' fue uno de los invitados. Cantó una versión de 'Granada' «que aquello se venía abajo de aplausos y aquello le gustaba, pero siempre regresando a la tierruca».
Rafa Querol, primo carnal de Revuelta y director de la agrupación, falleció hace apenas cuatro meses. También en el último año han fallecido Benito Díaz, 'El Sarruján de Carmona' y el director del Coro Ronda Garcilaso, Lorenzo Morante. «Se está yendo una generación y todos, no solo los vinculados al folclore, tenemos que ver que si no lo apoyamos, es algo que se perderá», advierte Carmen Olarreaga.
Como despedida, el CD Tropezón le dedicará el sábado, en su partido en casa, un minuto de silencio y una ofrenda floral. También en tiempo de fiestas, ya en verano, le rendirán homenaje «No se de dónde partirá la iniciativa, pero se hará». Lo que no habrá será relevo. «No hay voces en Tanos que despunten como la suya, no hay ningún Malvís».
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