Salud | Problemas de memoria
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Salud | Problemas de memoria
¿Dónde he dejado las llaves? ¿Y el coche? Guía para saber si es un despiste o síntoma de enfermedadLa memoria falla y, a partir de determinada edad, con mayor frecuencia. Pero tranquilo, que eso no tiene por qué ser indicativo de una demencia, ni mucho menos. Si usted es de los que no sabe dónde ha dejado las llaves, la calle en la ... que hoy ha aparcado el coche o ese lugar privilegiado donde guardó ese objeto que tanto quiere, no se preocupe. ¡Bienvenido a la edad de los despistes! Hacerse mayor también era esto.
A partir de los 50 años no puede pretenderse tener el mismo corazón ni los mismos pulmones que se tenían con 20. Con la cabeza pasa exactamente lo mismo. Los años no perdonan. «Una cosa es un despiste y otra muy distinta un olvido que impacta en tu vida», matiza el neurólogo Alfredo Rodríguez Antigüedad, de la Sociedad Española de Neurología. «No es tan grave ignorar dónde se han dejado las llaves, que nos pasa a todos. Lo preocupante es ser incapaz de recordar si has venido en coche o en tren, o si celebraste ayer o no el aniversario de tu boda», detalla el especialista.
Los olvidos de los que uno es consciente pueden tener muchas causas y ninguna de ellas ser motivo de alarma, según explica el experto, jefe del servicio de Neurología del hospital vizcaíno de Cruces. Uno puede no recordar exactamente dónde quedó con un amigo porque en ese momento estaba despistado, porque lo es por naturaleza y simplemente se le ha olvidado.
A menudo, además, realizamos determinadas actividades sin ser plenamente conscientes de que las estamos haciendo. «Imagine a un empresario de esos que viajan de Bilbao a Madrid en el día y lo hace con muchísima frecuencia. Sale por la mañana a primera hora, deja el vehículo en el aeropuerto y, a su regreso, no sabe dónde lo ha dejado. Conozco mucha gente -y, de hecho, hay aplicaciones- que tiene que hacer fotos para recordar dónde ha aparcado».
¿Es para preocuparse? Rotundamente no. El estrés con que llegó al estacionamiento, mantenido durante una intensa jornada de negociaciones y reuniones, le impide recordar dónde dejó el vehículo. La mente se relaja, porque lo necesita, pierde el grado de agilidad mantenido durante tiempo y no se acuerda. Hay que volver a activarla, intentando memorizar los pasos dados.
El estrés mantenido puede llegar al extremo de que uno haga el ejercicio de intentar ser consciente de lo que hace para recordarlo con posterioridad si es necesario y no conseguirlo. «A todo el mundo le ha ocurrido alguna vez», tranquiliza el especialista de la SEN. Uno piensa 'voy a dejar esto en este cajón, donde nunca suelo guardarlo, y luego lo voy a recordar'. ¡Pues cuando se necesita, no hay manera! Y tampoco tiene por qué ser algo patológico. La mente en ese momento no está donde uno cree porque su cabeza, en realidad, está ocupada con algo que le preocupa muchísimo más.
Dieta sana y ejercicio Consuma alimentos saludables. La dieta basada en el consumo prioritario de frutas, verduras, legumbres, cereales y pescado protege frente a las enfermedades crónicas y ayuda a mantener ágil el cerebro.
Planee y use sus trucos Haga una lista de lo que tiene que hacer y ayude a su memoria con notas y calendarios. Muchas personas recuerdan mejor las cosas si las conectan mentalmente con una canción, un libro, un nombre o un programa de televisión.
No se quede quieto en casa Mantenga sus intereses y pasatiempos, desarrolle alguno nuevo, como ser voluntario en una ONG, y visite a familiares y amigos.
Limite el alcohol Cantidades excesivas en periodos cortos pueden causar en el cerebro daños irreversibles.
La disnomia es otro fenómeno muy común que tampoco tiene por qué ser patológico. Con ese nombre se conoce a la dificultad de reconocer o recordar determinadas palabras pero, sobre todo, nombres. Es algo tan común y depende tanto del carácter de la persona que puede padecerse a cualquier edad, aunque entre los mayores de 50 resulta más común por los años. La forma más habitual de disnomia es llamar a un hijo por el nombre de otro.
Cuando existían grandes familias numerosas había padres que eran auténticos especialistas de la disnomia y eran capaces de decir los nombres de cuatro de sus hijos cuando, en realidad, querían llamar al quinto. La disnomia es la responsable de que en un momento de bloqueo, un golpe de estrés impida al que habla recordar el nombre de la persona que tiene enfrente o de la que, quizás, tiene que presentar a un tercero. Si uno es un poco despistado, la situación ya se complica.
¿Por qué ocurre todo esto? «No hay una causa concreta. Hay personas más capacitadas que otras para recordar nombres, listas y de todo. No todos tenemos la misma capacidad para las relaciones sociales, la misma inteligencia emocional o dotes iguales para correr o engordar. Cada persona es un mundo», resume Rodríguez Antigüedad.
Los olvidos de los que somos conscientes no tienen por qué preocupar. Simplemente, ocurren y con la edad se multiplican. El problema comienza cuando uno pregunta lo mismo una y otra vez, se pierde en lugares conocidos, se desorienta, se ve incapaz de manejarse con el dinero, no reconoce a sus hijos... Ésa, sin duda, es otra historia.
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