
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Viernes, 28 de Febrero 2025, 13:29h
Tiempo de lectura: 6 min
Bridget Jones es cincuentona, viuda y madre de dos hijos. Sus circunstancias (y las de su época) han cambiado mucho desde que —hace ya treinta años— la periodista británica Helen Fielding se la inventase, a partir de sus propias experiencias y preocupaciones, en una columna del diario The Independent. El personaje se hizo tan popular que hizo del libro algo inevitable y, en octubre de 1996, se publicó la novela Bridget Jones, para cuya trama Fielding se inspiró en Orgullo y prejuicio, de Jane Austen. Cuatro años después se estrenaría la primera película de la saga, convirtiendo al personaje en un fenómeno mundial. Y a su autora en millonaria.
«Por supuesto, tuvo que haber elementos de Bridget en mí para que pudiera crearla –confiesa la autora–, pero fue, más bien, tomar el germen de una idea y luego exagerarla». Por ejemplo, un día Fielding fue a una reunión con una minifalda debajo de un abrigo de cuero, y al llegar, la prenda se le había subido hasta la cintura. «Así que pensé, ¿qué pasaría si Bridget fuera a una reunión como esta? Así es como funciona».
El personaje, en realidad, funcionó como una especie de terapia para su 'madre', agobiada por el mismo miedo a quedarse soltera que su creación. «Te diré una cosa sobre Bridget –reflexiona Fielding–. Me ha hecho darme cuenta de que no soy más neurótica que otras mujeres. Muchas me han dicho: ‘Yo también pienso así’. Bridget se preocupa de que si no estás casada termines muriendo viejo y sola, medio devorada por un perro. Y yo misma tenía ese tipo de ansiedades. Me resultaba bastante difícil hablar de cosas así antes de escribir la columna».
La vida de Fielding, en todo caso, aunque existan paralelismos entre ambas, no es exactamente la de su exitosa criatura de ficción. Nacida en Morley, una pequeña ciudad industrial de Yorkshire, es la hija de un ama de casa y del gerente de un telar que confeccionaba las célebres chaquetas de burro de los mineros británicos, popularizadas en los años 60 y 70 por los rockabillys y skinheads británicos. Fielding tiene una hermana mayor, profesora de música, y dos hermanos menores, empleado de farmacéutica uno, y piloto de British Airways el otro.
En la preadolescencia, mientras asistía a una escuela para niñas en la vecina Wakefield, se tiñó el cabello de rubio,¿un signo embrionario de su futura Bridget? A los 16 años, cuando empezó a componer poesía, le gustaba lucir vestidos de gasa transparentes y caminar descalza por la ciudad. «Algunos poemas eran sobre el clima y el senderismo –revela–, pero, en su mayoría, eran sobre chicos llamados Ian o Colin. Del tipo: 'El naranja empolvado de la farola resalta el oro de tu cabello’. Bastante vergonzoso, la verdad».
Culminado el bachillerato, llegó a Oxford para estudiar Literatura inglesa –«Aunque pasaba más tiempo pensando en los chicos que en el latín»–, impulsada por la ambición de escribir una novela. Durante los dos primeros años, le resultó difícil hacer amigos, así que solía entretenerse llevando un diario de comidas. «Día tras día, hacía listas tristes del tipo: zanahoria, 50 calorías; yogur, 150 calorías; Walls Viennetta, 4000 calorías».
En la universidad conoció a Richard Curtis (director de series como Blackadder o Mr. Bean y taquillazos como Cuatro bodas y un funeral, Notting Hill o Love Actually) mientras interpretaba a Marlene Dietrich en una obra de teatro. «Yo llevaba medias de rejilla y bailaba con una silla. Richard se me acercó y me dijo: ‘Quiero ser tu novio’. Y yo dije: ‘Qué cosa tan estúpida decir algo así’. Por supuesto, salimos juntos y, hasta hoy, él ha sido mi mejor amigo».
Una vez licenciada, se decantó por el periodismo televisivo, viajó y, en 1994, publicó su primera novela, Ricos y famosos en Nambula, a partir de sus experiencias mientras filmaba documentales en Africa. «Richard me hizo llorar cuando leyó el manuscrito y me dijo que una tercer parte era basura –rememora–. Pero tenía razón. Así que lo reescribí». Finalmente, Fielding cambió la televisión por la prensa escrita porque, según dice, carece de autoridad natural y es «inútil» a la hora de dar órdenes a los demás.
Fue, sin duda, una decisión acertada. Aunque de escasas ventas, las buenas críticas que recibió su debut literario, animaron al editor del diario The Independent a proponerle escribir una columna sobre su vida de soltera en Londres. Fielding rechazó la idea –«demasiado embarazosa y reveladora–, pero le ofreció en su lugar un personaje imaginario, exagerado e irónicamente cómico. Sí, lo has adivinado, Bridget Jones. Y el resto, como se dice en estos casos, es historia.
Por aquel entonces, Bridget (como su creadora, con 37 años entonces) era una treintañera soltera y agobiada por la presión social para que se casara. Ahora, casi tres décadas más tarde, Fielding reivindica el sex appeal de la mujer madura en Bridget Jones: loca por él, cuarta adaptación cinematográfica de uno de sus libros.
«Destrocemos la idea de una fecha de caducidad sexual para las mujeres –proclama la escritora, a sus 66 años–. Durante mucho tiempo hemos visto historias con hombres 40 años mayores que sus parejas. Ahora, por fin, las películas exploran el deseo entre hombres más jóvenes y mujeres mayores como algo recíproco». Por eso hoy, Bridget, una mujer de su tiempo que recurre a Tinder, se enreda en una relación apasionada con un hombre de 28 años, interpretado por Leo Woodall. De fondo, eso sí, saltan también 'chispas' con el profesor de sus hijos, ya un hombre maduro encarnado por Chiwetel Ejiofor, lo que remite a la fórmula habitual de Fielding, con dos candidatos en la diana amorosa de Bridget.
Otra de las reivindicaciones de su creadora, que vivió en Los Ángeles con Kevin Curran, guionista de Los Simpson, padre de sus dos hijos y fallecido en 2016, es lo bien que pueden estar las mujeres aunque no tengan pareja. «Una viuda que ha criado niños, ha tenido padres mayores y ha cuidado de un marido, a lo mejor no quiere otro esposo, sino disfrutar de su libertad», dice la creadora de Bridget Jones.
La película muestra a Bridget y a sus hijos, Billy y Mabel, sorteando el duelo por la pérdida del gran amor de Bridget, Mark Darcy, interpretado por Colin Firth, con humor, lo mismo que hizo Helen. «Soy reacia a ser demasiado personal, pero el padre de mis hijos escribía para Los Simpson, así que ninguna broma era demasiado macabra», dice. Y no es tan reacia con lo personal. Asegura que las situaciones de Bridget que más risas provocan están basadas en hechos reales.
Ella las va anotando en su diario para convertilas después en esos gags reales que siguen conectando con el público, incluso con la generación Z, dice Fielding. Cree que es porque —en estos tiempos de postureo y redes sociales— la encuentran reconfortante debido a que «la brecha entre cómo eres y cómo se espera que seas se ha vuelto cada vez más grande». Así que Bridget Jones envejece, pero sigue en la onda. Y es una mina: sus cuatro libros han vendido 40 millones de ejemplares y las películas (El diario de Bridget Jones, Bridget Jones: Sobreviviré y Bridget Jones' Baby) han recaudado más de 700 millones de euros.
La fórmula funciona. La nueva película conserva a los actores habituales. Para la protagonista, Renée Zellwegger, Bridget Jones es una buena fuente de ingresos: se dice que ha cobrado 25 millones por interpretarla de nuevo. Y repiten también Hugh Grant y Colin Firth, aunque este aparece en modo recuerdo ya que su personaje ha muerto.