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Manolo Piró, Javier Ruiz y Mari Luz Martínez, frente al edificio de la calle El Sol.

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Manolo Piró, Javier Ruiz y Mari Luz Martínez, frente al edificio de la calle El Sol. ROBERTO RUIZ

Sin hogar en cuestión de minutos

Santanderinos afectados por sucesos como el del edificio del Sol recuerdan su experiencia. Sufrieron en sus carnes los derrumbes de las calles San Celedonio y Prado de San Roque y el incendio de Tetuán

DANIEL MARTÍNEZ

Domingo, 30 de julio 2017, 08:54

Javier Ruiz posa el vino, se apoya en la barra, fuerza la memoria y empieza el repaso desde abajo: «Había un señor en uno de los sótanos, un chico de etnia gitana en el otro, José vivía en el primero, el de enfrente estaba vacío, ... nosotros estábamos en el segundo, la hija de Fermín en el tercero derecha, el de la izquierda era de un ginecólogo que estaba fuera y Pedro, que era jardinero, en el cuarto». Todos ellos se vieron afectados por el derrumbe parcial del número 12 de la calle San Celedonio. Durante cinco semanas, tuvieron que abandonar un edificio que en un segundo perdió una de sus fachadas. «Pero por lo menos pudimos volver y no se cayó entero...», apunta. Una suerte que no tuvieron los propietarios del número 8 de Prado de San Roque, los del 5 de la calle Ruamenor, los de los portales afectados por el fuego de Tetuán o los vecinos del número 14 de la Cuesta del Hospital. Allí, además de perderse en un momento hogares y años de recuerdos, se quedaron las vidas de Teodoro, Gumersinda y Jesús por la desgracia y la negligencia -así lo acreditó la Justicia- en las obras del inmueble contiguo.

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