Diario de una abuela cántabra en cuarentena por estar en contacto con un positivo
ABUELA A LA ÚLTIMA ·
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ABUELA A LA ÚLTIMA ·
La bloguera de Torrelavega nos cuenta cómo han sido los diez días que ha pasado en casa cumpliendo el protocolo sanitario¡Hola, amigos de Cantabria DModa!
Nos reencontramos después de un tiempo y me toca repasar las últimas semanas. Enero comenzó tranquilo, tanto como acabó diciembre, sin grandes celebraciones y dando gracias por cada día sanos y sin sobresaltos. Los Reyes Magos de Oriente ... nos dejaron nuestros regalos bajo el árbol, dando por finalizadas las festividades propias de la Navidad.
Primer día
Pero me faltaba otra celebración, mi cumpleaños (y el de mi hija), otra vuelta al Sol, celebrando la vida. Y es que la vida es imprevisible, sobre todo en estos tiempos, te da sorpresas y a mí me la ha dado en forma de confinamiento.
Sí, nos ha tocado. El abuelo y yo hemos estado en contacto con un positivo por covid y toca hacerse la PCR y guardar cuarentena.
Y aquí estamos. Con mascarilla, dándole al spray y en habitaciones separadas.
Segundo día
Los rastreadores se han puesto en contacto con nosotros. Debemos quedarnos en casa, esperar a que nos citen para hacernos la prueba y cumplir el protocolo y todas las medidas higiénicas que recomiendan. El 'Montes' -léase mi marido- no me toca ni con el palo de la escoba. Mascarilla en boca y desinfectante en mano va y viene limpiando ora el baño, ora la cocina. Sus expresiones preferidas son: 'por si acaso' y 'no vaya a ser'…
Nos tomamos la tensión y la temperatura dos veces al día (previa desinfección de los artilugios).
Tercer día
Ya tenemos cita para realizarnos la prueba (PCR), mientras tanto aquí seguimos, trapo en mano, mascarilla puesta y llenando el tiempo con televisión y algo de ejercicio.
El 'Montes' se ha hecho fuerte en la habitación pequeña; yo, en cambio, sigo en mi cuarto disfrutando de la cama para mí solita.
Cero síntomas. No fiebre.
Cuarto día
Hoy es el día de la prueba. Nos han citado a media mañana, pero hemos madrugado. Estamos nerviosos, supongo. Nos acercamos en el coche. Todo transcurre muy rápido y nos dicen que nos enviarán los resultados por mensaje a nuestros teléfonos. Nos encontramos bien, sin síntomas, pero no bajamos la guardia.
Nuestros amigos y familiares están pendientes de nosotros por si necesitamos algo, de momento, la nevera casi llena y el ánimo, intacto.
Nos han enviado un mensaje por la tarde: prueba por covid negativa. Los dos. Que alivio. Por nosotros, pero también por todos los nuestros. Es lo que tiene todo esto, que no sólo implica a quién se contagia, sino a muchas personas a tu alrededor: tu familia más cercana, amigos e incluso establecimientos y lugares donde has estado aunque sea con todas las medidas de seguridad, una cafetería, tu centro de estética habitual, tu peluquería, tu lugar de trabajo…
Quinto día
Hoy nos hemos levantado eufóricos. La música inunda la casa. El 'Montes' reniega de la mascarilla y dice que ésta noche vuelve a nuestra cama, que en la otra habitación no descansa bien. Yo he dormido genial sola, la verdad.
Nos han llamado de nuestro centro de salud para controlar como estamos y si hay alguna novedad. Todo 'okey', pero debemos permanecer en casa aún unos días más. Paciencia.
Sexto día
La mañana transcurre como los días anteriores. Nos faltan algunos comestibles, nada importante, pero los que nos quieren insisten. Así que les hemos enviado el «pedido».
Bendito WhatsApp. Nos lo dejan en el ascensor, nada de contacto. Es raro, muy raro. Pero necesario. Sabíamos que tenemos alrededor buena gente, pero ahora nos ha quedado más claro aún. No necesitamos más que coger el teléfono y ya tenemos mil manos dispuestas a ayudar. Hasta nos han cocinado nuestra comida preferida.
Séptimo día
Levantarse, aseo personal, limpieza y desinfección. Se hace tedioso, apenas llevamos unos pocos días y nos parecen muchísimos más. Las mañanas son algo más entretenidas; las tardes rutinarias. Hoy el 'Montes' ha hecho un bizcocho, el primero de su vida, y está entusiasmado porque le ha quedado buenísimo. Doy fe. Bromeamos sobre la situación y le ponemos humor. Ya queda un día menos para hacer vida normal.
Octavo día
No siempre el ánimo está alto. Echo de menos ir a caminar, hablar con la gente, mis rutinas diarias. Pero siempre hay algo que te saca una sonrisa. Mis nietos por videollamada. O el 'Montes', cuando sale de la ducha, se para frente a mi y me pregunta: ¿Que te parece éste cuerpo para un tío que va a cumplír 60 tacos? A mí me da la risa floja (George Clooney está sobrevalorado) y mi mente vuelve a cuando le conocí a sus 20 años. Si eso no funciona, no sé qué podría hacerlo.
Noveno día
Ya falta un día solamente. Seguimos viendo el mundo a través de las ventanas, pero por poco tiempo. Hoy nuestra conversación gira en torno a lo que vamos a hacer cuando salgamos a la calle. Apenas diez días en casa y nos parece un mes.
No me puedo ni imaginar lo que sentirán los que, enfermos, confinados y tal vez solos, vean pasar los días sin nadie con quién hablar ni que les haga reír. Por no hablar de aquellos que en un hospital luchan por curarse y sobrevivir. Nuestra situación es una fiesta comparada con la de aquellos a los que el covid les ha dado de lleno.
Décimo y último día
Parece que nos han quitado un corsé que nos oprimía el pecho. Estamos colocados en la casilla de salida dispuestos a disputar la carrera en la que nos vemos inmersos todos los días. Casa, trabajo, horarios… Me pregunto si echar el freno de vez en cuando será hasta recomendable. Pero no así, con el corazón encogido y el alma en vilo. Nadie nos garantiza que todo esto no nos vuelva a ocurrir porque sabemos el principio, pero aún no se ha escrito el punto y final.
«Ser libre no es solamente desamarrarse las cadenas, sino vivir en una forma que respete y mejore la libertad de los demás», Nelson Mandela.
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