Borrar
Carta de una integradora social a cualquier abuelita que esté ingresada

Carta de una integradora social a cualquier abuelita que esté ingresada

UNA CARTA PARA TI ·

Ana Portillo, vinculada con Liébana, dirige estas palabras a las mujeres con nietos que estos días están en el hospitales

Cantabria DModa

Santander

Martes, 31 de marzo 2020

¡Hola abuelita!

No te voy a preguntar qué tal estas porque ya lo sé. Sé que una vez más en tu vida estás siendo fuerte, muy fuerte, como estamos acostumbrados a verte. No me sorprende.

Ya sé que has sacado una familia adelante, a varios hijos. Que las horas de trabajo eran interminables, al igual que tu energía. De dónde sino íbamos a estar nosotros, los nietos, tan bien criados y educados mientras papá y mamá trabajaban…

¿Sabes? Trabajo en un hospital bonito, con jardines y compañeros estupendos. En una unidad cerrada a cal y canto con mis otros abuelitos. Ellos son como tú, fuertes, incansables... Pero tienen una diferencia. No se acuerdan o se acuerdan muy poco de lo que han sido o son. Algunos tienen ratos en los que lloran, se lamentan y me imploran que les traiga a sus hijos porque no entienden qué hacen aquí. Reconozco que se me parte el alma de impotencia, pero los abrazo, los abrazo como se merecen, y es la medicina que todo lo cura, ¡con resultados instantáneos!

Unos han sido jardineros, otros sirvientes, limpiadores, ganaderos y jornaleros, profesores, enfermeros y un número bastante considerable de abuelitas, costureras y dedicadas 'a sus labores'. No me extraña… Con 7 hijos y viuda, tendría labores de más...

Abuelita, seguro que sabes muy bien de lo que hablo, y seguro que sabes muy bien que quiero abrazarte para curarte, para paliar tus miedos y para que sientas lo mucho que te quiero. Pero hay que esperar, solo un poquito más.

A mi me han dicho que me quede en casa y, ¿sabes que?, que lo estoy cumpliendo para que puedas salir lo antes posible, porque te necesito.

Abuelita, no te conozco, no sé de qué color son tus ojos, y si tienes muchas canas o pocas, pero no me importa, seguro que eres preciosa, seguro que tienes una sonrisa contagiosa, y seguro sé que vas a salir de esa cama por la puerta más grande que hay. Acompañada de todos los que te están mimando ahí dentro a cada momento para que no te falte de nada. Son nietos, padres, hermanos e hijos maravillosos, para sus familias y para todos los que estamos deseando verlos trabajar,comer y descansar con normalidad. Unos valientes, como tú.

Abuelita, es muy probable que no nos conozcamos nunca, pero el poder enviarte esta carta en esta situación, para mí es todo un aprendizaje y un enriquecimiento de alma, de corazón. Que uniré a todo lo que me enseñan a diario mis otros abuelitos, son mas de 20, y me siento muy afortunada y orgullosa. Sois libros abiertos, con grandes historias que ninguno de los que hoy somos nietos vamos a vivir de cuerpo presente, y que solamente 'GRACIAS' a vosotros vamos a saber.

Abuelita, ya me despido. He de confesarte que mis abuelitas -la madre de mi madre y madre de mi padre, para que nos entendamos-, me miran desde lo más alto desde hace ya algunos años. Si estuvieran viviendo esto serían mi mayor ejemplo. Así que yo, abuelita te doy las gracias con las manos en el pecho y algunas lágrimas de alegría por haberme dejado ser, a lo largo de esta carta, tu nieta.

Te quiero.

Ana Portillo

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes Carta de una integradora social a cualquier abuelita que esté ingresada