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No hay casa en nuestro país que no tengan en la mesa o posados sobre la encimera de casa una ristra de chorizo, unas lonchas de jamón serrano, unos sobres de mortadela o una morcilla para echar a las alubias del día siguiente. Son esos ... embutidos y fiambres, derivados generalmente de la matanza del chon, que durante siglos han sido el sustento de las familias rurales de nuestro país. Productos propios de un sistema de vida mucho menos sedentario que el actual, de larga duración y destinado a alimentar a unas familias casi siempre numerosas. Con un par de cerdos, por San Martín, había suministros para todo el año. Morcilla, chorizo, tocino, jamón, lomo, solomillo, chuletas, oreja, careta, morro, patas... Todo, incluso sus vísceras: lengua, hígado, riñones, estómago..., sirven para elaborar platos que permanecen vigentes con el paso de los siglos.
Los embutidos siguen siendo, en la actualidad, los grandes aliados de la cocina tradicional y de los platos de cuchara, los guisos de nuestras abuelas. Sin chorizo, morcilla, tocino..., es imposible servir en la mesa un cocido lebaniego, montañés, madrileño o maragato, una olla podrida, un pote gallego, unas migas...
Son también, curados, buenos aperitivos, siempre recomendables para abrir una comida, una cena rápida o simplemente para compartir a la hora del almuerzo o la merienda con un grupo de familiares o amigos.
Los embutidos se elaboran en todo el país, casi con los mismos productos, siendo la gran diferencia el tipo de cerdo: ibérico o blanco, la alimentación en el campo o la granja y el clima para su secado. Pero hay que tener en cuenta que se elaboran también embutidos con otras carnes, como la de vaca, oveja, cabra, caza mayor y menor y aves como el pavo, el pollo...
Él embutido, según el Diccionario de la Real Academia, es una tripa, principalmente de cerdo, rellena con carne picada u otras sustancias. Mientras que el fiambre es una carne que, después de asada, cocida o curada, se come fría y puede conservarse durante bastante tiempo.
El Código Alimentario Español clasifica los embutidos en salazones (ahumados y adobados), tocinos, charcutería y fiambres, extractos y caldos de carne, y tripas. Según sus ingredientes, tenemos embutidos de carne, de vísceras, de sangre y los fiambres. También se pueden clasificar como crudos -frescos o ahumados-, o escaldados (cocidos en agua caliente).
Los embutidos más frecuentes en España son el chorizo, el lomo embuchado, el morcón, el salchichón, las salchichas, butifarras, morcillas, tocinos, sobrasadas, cecinas...
En cuanto a los fiambres se refiere, los más representativos son el jamón de york, la mortadela, el choped, la roulada (carne enrollada) o el típico chicharrón gaditano. Estos productos se comen fríos, salvo los chicharrones o los torreznos, que deben pasarse antes por las brasas.
Una parte de las reses muy apreciada y que ha vuelto a tener protagonismo en muchos de los mejores restaurantes de nuestro país son las vísceras, que se dividen en rojas y blancas. Dentro de las primeras tenemos el hígado, el corazón, la lengua, la sangre (se utiliza para hacer morcilla y también asada), el bofe (pulmón), el riñón y el bazo. De las segundas forman parte el menudo (intestinos), los callos (el estómago), los sesos, las mollejas y las criadillas.
Sin una tripa en la que embuchar una carne no es posible tener un embutido. Hay dos tipos, la natural, que procede del intestino de cerdos, vacas, ovejas o cabras, o la artificial, hecha a partir de celulosa, colágeno y plástico. Para los expertos, la primera es la más adecuada por mantener mejor los sabores originales y lograr un embutido más jugoso.
Si los embutidos son un buen aperitivo, un producto para abrir boca, la carne de ganado bovino es un buen segundo plato, de cuchillo y tenedor: filetes, entrecots, chuletas de lomo bajo o lomo alto, solomillo..., con unas patatas fritas y unos pimientos, son habituales en nuestras mesas.
La carne de Cantabria posee el sello de calidad IGP y se limita a las razas tudanca, monchina, asturiana, pardo alpina y limusina, adaptada al medio, así como sus cruces. En cuanto a su clasificación tenemos carne de ternera: sacrificada con menos de 12 meses; añojo, entre los 12 y los 14; novilla, entre los 24 y los 48, y el buey, animales machos castrados de más de 24 meses.
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