Estela Gutiérrez lleva la tradición del hojaldre de Cantabria a la segunda plaza

Estela, que lleva cinco años en Madrid entre masas y mantequillas, hace pocas semanas ha abierto su propio obrador-despacho en el Barrio de las Letras, Estela Hojaldre. En años anteriores había rehusado presentarse al concurso, pero ahora ha creído que era el momento oportuno y lo ha hecho «para reivindicar el trabajo de los artesanos, especialmente ahora que este oficio está demasiado industrializado. Apelo a una vuelta a la artesanía y esta elaboración es un homenaje a mi padre, que falleció hace año y medio, que siempre defendía que no hay nada mejor que un buen emparedado». Precisamente eso le inspiró para elaborar este milhojas de nueva creación, con tres pisos de hojaldre y dos de crema.

Acompañada de su hijo Marco González, de 18 años, que ejerció como ayudante, preparó con máximo detalle la presentación de cada uno de los postres. Y aunque estuvo rodeada de jóvenes reposteros que presentaron postres muy vanguardistas, ofreció, a juicio del jurado, un nivel altísimo. En concreto, Javier Antonja, haciendo un símil taurino, dijo que este postre es «de enfermería o de puerta grande», y, sin dar más detalles sobre su valoración dijo que lo que solicitaba era un tupper para llevarse más a casa.

El presidente del jurado, Paco Torreblanca, lo calificó de extraordinario, «por lo difícil que son este tipo de elaboraciones». Y, finalmente, Fernando Saiz, valoró la visión personal de Estela a partir del conocimiento, destacó la calidad de los ingredientes y disfrutó con las diferentes texturas.

El concurso fue ganado por Fátima Gismero, de Gen Pastelero, en Guadalajara.