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Los viñedos en ladera forman parte del histórico paisaje de la comarca de Liébana. PEDRO ÁLVAREZ
Vinos de Liébana, la recuperación de la tradición

Vinos de Liébana, la recuperación de la tradición

Si el territorio de la costa de Cantabria se caracteriza por sus vinos blancos, en Liébana tienen más arraigo los tintos. Cinco elaboradores y 27 viticultores elaboran vinos a partir de viñas que ocupan 17 hectáreas de las que se obtienen 240 hectolitros con el sello IGPVinos de la Tierra de Liébana

José Luis Pérez

Santander

Lunes, 29 de agosto 2022, 07:28

Con apenas 17 hectáreas plantadas de viñas acogidas al sello de calidad Vino de la Tierra de Liébana, esta Indicación Geográfica Protegida (IGP) es una de las más modestas del panorama nacional. Sin embargo, estos datos contrastan con la gran tradición vitivinícola que atesora esta comarca, frenada abruptamente a principios del siglo XX, como señalan en su libro Juan Ignacio de Sebastián, José Ignacio Ruiz de Galarreta, Enrique Ritter y Egoi Martioda, titulado 'La vid en Cantabria. Prospección y caracterización de variedades autóctonas', editado por el Centro de Investigación y Formación Agrarias (CIFA) en el año 2015.

Señalan los investigadores que la filoxera entró en Cantabria por Liébana en el año 1906 desde León. De forma muy rápida, esta plaga mortífera destruyó una gran parte de los viñedos hasta el punto que «el desánimo cundió entre los viticultores y la mayoría optó por descepar debido a los altos costes de la reconstrucción con pies americanos».

En 1909 se estimaban «enteramente destruidas 390 hectáreas y afectadas las 820 hectáreas restantes, todas ellas en Liébana». En la zona costera se daba ya por desaparecida la totalidad del viñedo.

Según un estudio de un investigadores francés, A. Huetz de Lemps, sobre el cultivo de la vid en el noroeste de España, se cuantificó que la comarca alcanzó el punto más bajo entre los años 1912 y 1915 con solo 53 hectáreas en producción. Continúan los autores de la publicación citada proporcionando datos interesantes: «Los esfuerzos y el empeño de los viticultores lebaniegos por reconstruir sus plantaciones consiguieron elevar a 61 hectáreas las existentes en 1922 y a 145 hectáreas en 1933. La recuperación del viñedo lebaniego, el único existente por entonces en Cantabria, continuó después de la contienda civil y en 1943 superaba ya las 221 hectáreas».

Si se comparan estas cifras con la extensión actual que tienen las fincas con viñedo acogido a la IGP, tan solo 17 hectáreas como se indicó anteriormente, se puede hacer uno idea de los que fue y de lo que es la viticultura en Liébana.

Un poco de historia

Durante los siglos XVI y XVII el viñedo, como se señala en el libro 'La vid en Cantabria', tuvo su periodo de máxima expansión, pero a partir de la primera mitad del siglo XVIII se inició una lenta y continua decadencia que persistió hasta los acontecimientos citados de principios del siglo XX, cuando se produjo la gran catástrofe por la temible filoxera.

En aquellos tiempos, en algunas zonas de Cantabria el 10% del terrazgo se dedicaba a viñas, mientras que el 63% estaba cultivado por cereales, el 20% era dedicado a prados y tan solo el 3% para huertas.

Eran entonces vinos «ásperos», ligeros, de «poca espera», que se consumían en el año, proporcionando «un complemento calórico fundamental y necesario a la magra dieta de los cántabros de entonces».

En los siglos XVIII y XIX la progresiva especialización en la cría y reproducción de ganado bovino explica que la superficie para viñedos se redujese, al tiempo que el vino perdiese valor económico.

Pese a todo, a mediados del siglo XIX la superficie de viñedo en Cantabria suponía un total de 3.610 has., una cifra desorbitada frente a las 83 has. que suman en la actualidad los viñedos adscritos tanto a esta IGP como a la de Vinos de la Tierra de la Costa de Cantabria (66 has. en este caso).

Esta superficie bajó a finales del siglo XIX hasta las 2.200 has. aproximadamente como consecuencia de los estragos provocados por dos nuevas enfermedades (oidio y mildiu) y por una creciente actividad ganadera vinculada a la producción láctea que requería una mayor disponibilidad de superficie para pastos. El remate final, la citada crisis de la filoxera.

Del abandono a la restitución

En 1975, mucho más cerca del momento actual, el Ministerio de Agricultura asignaba a Liébana 184 has. de viñedo y un catastro de 1982 registraba solo 32,87 has. Esto lleva a los autores del citado libro a calificar de 'cultivo-reliquia' el viñedo existente en Cantabria a finales del siglo XX.

Como señala uno de los elaboradores actuales, el vino, en aquellos tiempos, «era considerado alimento, se elaboraba de manera muy rudimentaria en casi todas las casas de la comarca para el consumo propio. Se trataba de un brebaje amargo y casi 'imbebible'» para los entendidos en la materia y más al paladar actual. Pero, gracias al entusiasmo de una serie de emprendedores, no sin ciertos dotes de romanticismo por restituir las tradiciones de antaño en la comarca, así como gracias a los avances en maquinaria, técnicas y conocimientos, se ha pasado de capítulo y la viticultura en Liébana está empezando a escribir nuevas páginas de su historia.

Por ahora, las producciones son poco más que testimoniales en comparación con las de otras DOP's e IGP's de España, pero detrás hay proyectos empresariales y profesionales sólidos, serios, con las ideas claras para conseguir resultados de calidad y ganar en presencia en la propia comarca, donde la hostelería da salida a la mayor parte de la producción, y en el resto de Cantabria. Aunque hoy se trata de vinos insuficientemente conocidos, poco a poco la marca de una comarca tan emblemática como Liébana les ayudará a conquistar a nuevos clientes.

Uvas permitidas por la IGP 'Vino de la Tierra de Liébana'

Para poder acogerse a la Indicación Geográfica Protegida 'Liébana', los vinos tienen que elaborarse exclusivamente a partir de uvas de vinificación de las variedades de vid autorizadas en el pliego de condiciones:

–Tintas: Mencía, Tempranillo, Garnacha tinta, Graciano, Syrah y Cabernet Sauvignon.

–Blancas: Palomino, Chardonnay, Godello y Gewürtztraminer.

La producción máxima admitida por hectárea, tanto de variedades tintas como blancas, es de 11.000 kg de uva o 77 hectilitros de vino.

La densidad de plantación estará comprendida entre 3.000 y 6.000 cepas/hectárea.

Cabezón de Liébana

Picos de Cabariezo

José Antonio Parra, durante la última vendimia. p. a.
Imagen - José Antonio Parra, durante la última vendimia. p. a.

Entre 1999 y 2000, cinco amigos de infancia decidieron plantar viñas para hacer vino y recuperar las tradiciones de la comarca. Aquello nació como un hobby, porque todos tienen su oficio, pero hoy es una pasión de los responsables de esta empresa floreciente que también elabora licores, aguardiente de orujo y otros destilados como la ginebra 'As de Picos', brandy y un whisky destilado en alquitara.En su bodega tienen actividad de enoturismo y tienda de productos propios y de otros elaboradores de Cantabria.

Propietarios: Javier Blanco, Jaime Parra, José Francisco 'Miche' Fuente y José Antonio Parra.

Municipio: Cabariezo (Cabezón de Liébana).

Viñedos en: Cillorigo y Cabezón de Liébana.

Superficie: 9 hectáreas.

Variedades de uvas: Mencía (80%), pero también hay Syrah, Tempranillo, Garnacha, Graciano en tintas. Godello, Palomino, Gewürztraminer y Sauvignon blanc son la muestra en uvas blancas, muy importantes para el aguardiente y para su aroma.

Vinos: 12.000 botellas al año en el Selección Joven (vino de año); 18.000 botellas para el Finca Morillas crianza 12 meses; y 1.350 botellas para el Misterio, envejecido entre 12 y 14 meses, elaborado con uvas de las cepas más altas y más viejas. Este vino está en IGP. El resto son vinos de autor, como el Alba Blanco (4.000 botellas) o el dulce Hielo de Picos (2.000 botellas), elaborado por vendimia tardía con una uva más pasificada.

Cillorigo de Liébana

Sierra del Oso

Ángel Moreno inspecciona el viñedo.
Imagen - Ángel Moreno inspecciona el viñedo.

En el pueblo de Yebas, la familia Moreno había destilado aguardiente «toda la vida» con una alquitara comunitaria y con otra propia que adquirió el padre de Ángel Moreno, fundador de Sierra del Oso. Para adaptarse al nuevo escenario a partir de 1986, Ángel Moreno se decidió a crear esta empresa que constituyó en 1991 y montó una primera destilería en la localidad de Yebas, con vida útil hasta 1996, cuando la producción se trasladó a Ojedo, donde han crecido en metros en dos fases y ha empezado a elaborar diferentes tipos de vino.

Propietario: Ángel Moreno.

Municipio: Ojedo (Cillorigo de Liébana).

Viñedos en: Los viñedos, son de naturaleza pequeñas fincas distribuidas en diferentes puntos de la comarca, pero la más importante está en Bedoya. Los primeros fueron adquiridos en 2007. La empresa ahora está inmersa en un proyecto de bancales donde en marzo del próximo año plantarán unas 5.000 cepas.

Superficie: 4 hectáreas.

Variedades de uvas: Mencía, Palomino, Merlot, Tempranillo, Albarín (experimentalo), Godello y Syrah.

Vinos: Ángel Moreno, 100% uva Mencía, con 12 meses de crianza en barrica y 12 meses en botella. Unas 6.500 botellas.Además, fuera de la IGP, con coupages de uva de Liébana,Rueda y León, elabora la familia de vinos Pico Jaro (blanco, cosechero, tinto y semidulce). De estos vinos la producción se sitúa en torno a las 55.000 botellas cada año.

Cillorigo de Liébana

El Marrubio

Imagen -

Esta empresa elabora orujo en Liébana desde 1996. Hace seis años se plantó una hectárea que se sumaba a las dos de cepas viejas, con 70/80 años de antigüedad. Su responsable entendió que elaborar vino era culminar el proyecto de Marrubio. Después de un año en barricas, el primer vino llegará al mercado en las próximas semanas con el nombre de Bobaliego, nombre de una finca con viñas de su abuelo.

Propietario: José María González Miragoya.

Municipio: Castro (Cillorigo de Liébana).

Viñedos en: Fincas en Cabezón y Cillorigo.

Superficie:3,5 has.

Variedades de uvas: Mencía y Palomino.

Vinos: En septiembre se embotella y saldrá al mercado la primera cosecha de Bobaliego, unas 6.000 botellas de tinto (Mencía)y unas 500 de blanco (Palomino). Ambos están dentro de la IGP.

Cabezón de Liébana

Destilería y Bodega Cayo

Uva Mencía. DM

Desde hace una década, 2012, elaboran vinos tanto para vender en su propia casa como en restaurantes de Liébana y resto de Cantabria.

Propietario: José Manuel 'Manel' Gómez y hermanos. Son dueños del restaurante Casa Cayo.

Municipio: Frama (Cabezón de Liébana).

Viñedos en: Frama, Trillayo, Lusía, Mieses y Potes.

Superficie: 4,8 has.

Variedades de uvas: En tintas, mayoría Mencía, así como Tempranillo y Syrah. En blancas, Godello (cepas nuevas) y Palomino (cepas viejas).

Vinos: Dentro de IGP elaboran Lusía, una partida con Mencía (85%)y Tempranillo (15%) y otra con un coupage de Syrah y Mencía. La tercera variante es monovarietal de Mencía a partir de de viñas viejas. Enza es un blanco de Palomino, que macera en ollejo de Mencía. En total, 12.000 botellas.

Cillorigo de Liébana

Orulisa

Imagen -

La empresa Orujos de Liébana SA nace en 1986 de la mano de Carmen Gómez. Su hija, actual responsable de la empresa, elabora vino desde 2016, tratando de recuperar la forma en que se hacía vino antes, con tipicidad y con una cuidada imagen en las botellas.

Propietaria: Isabel García.

Municipio: Tama (Cillorigo de Liébana).

Viñedos en: Tama y Pumereña (Cillorigo).

Superficie: 2,5 has.

Variedades de uvas: Tintas:Mencía principalmente, Garnacha tintorera y Merenzao. Blancas: Palomino, Albarín blanco, Godello y alguna otra de forma minoritaria.

Vinos: En IGP elabora Querido Toribio (con uva Mencía), unas 3.000 botellas. Pum (con un coupage de todas las uvas tintas en IGP), 1.500 botellas. Puntualmente ha elaborado Querida Señora María y Ay Pascua, en años de poca uva.

La vendimia se puede adelantar a mediados de septiembre

Los 27 viticultores con viñedos adscritos a la IGPVino de la Tierra de Liébana y los cinco elaboradores –en algunos casos coinciden– afrontan la recta final de la campaña con un moderado optimismo y más pendientes que nunca de la climatología. En líneas generales, se prevé una cosecha buena, sin llegar a excelente, gracias a que los viñedos están sanos y apenas ha sido necesario aplicar tratamientos fitosanitarios por las enfermedades. El calor de los últimos meses ha alejado a las clásicas enfermedades –oidio y mildiu– de las cepas. Ahora esperan que las lluvias de estos días ayuden a completar el proceso de maduración de la uva, pronosticando que la vendimia se adelante ligeramente, apuntando en algunos casos a mediados del mes de septiembre.

A la expectativa

José Antonio Parra (Picos de Cabariezo) cree que será una cosecha media, «aunque podía haber sido mejor si con los primeros brotes no se hubieran helado aproximadamente un 20%. El resto de la producción es muy buena. Creo que en nuestro caso podremos vendimiar a principios de octubre, un poco antes que otros años. La uva está muy sana, como nunca».

Ángel Moreno (Sierra del Oso) destaca que la cosecha «ahora está muy bien, aunque con grano pequeño, algo que es mejor para el orujo que para el vino. Esto es consecuencia de la ola de calor, pero no me preocupa mucho porque la uva está sana, y lo normal en calidad y cantidad». En su caso prevé la vendimia para el 15-20 de septiembre.

Manel Gómez (Bodega Cayo) afirma que «si no cambia nada la cosecha puede ser interesante. La viña está sana y esperamos que el grano empiece a madurar, a engordar».

Isabel García (Orulisa) califica el estado de los viñedos como «fenomenal, están espectaculares, muy sanos, la sequía ha ayudado y la lluvia de estos días lo ha arreglado». La vendimia también en su caso se adelanta.

Finalmente, José María González (Marrubio), que este año hará su segunda vendimia para elaborar su nuevo vino Bobaliego, coincide en que la vendimia se adelantará a mediados de septiembre. «En nuestro caso la viña está sana y la uva es de calidad. Creo que puede ser un buen año a expensas de los últimos días».

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