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La curva de incidencia del cáncer continúa aumentando como cada año. Mientras la pandemia acaparaba todo la atención y las vidas parecían mantenerse al margen del paso del tiempo, el contador de casos de estas enfermedades no se detenía. Así, el diagnóstico más temido llegaba ... a 3.842 pacientes y sus familias en Cantabria durante el año de la pandemia.
Desde el año 2012, cuando se detectaron 3.441 casos en la región, los diagnósticos de cáncer aumentan año tras año. Según los estudios epidemiológicos, la incidencia crece entre un 2 y un 3% anualmente. Los más frecuentes son los colorectales, 534 en 2020, seguido del de próstata con hasta 461 casos y el de mama, que sumó 454 diagnósticos el años pasado. En cuarto lugar se sitúa el cáncer de pulmón con 392, según los datos recogidos en el último informe del Observatorio del Cáncer de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC). En España, se diagnosticaron en total 281.478 nuevos casos de cáncer durante el 2020.
Unos datos con los que hay que ser prudente, ya que se realizan a través de una estimación y este año podrían verse afectados por la pandemia. En todo caso, el presidente de AECC Cantabria, Pedro Prada, explica que este crecimiento podría alcanzar los 4.942 diagnósticos en las próximas dos décadas.
Y es que este crecimiento está condicionado por factores como el aumento del consumo de tabaco, alcohol, una mala alimentación o falta de ejercicio. En definitiva, hábitos poco saludables que influyen en la aparición de estas enfermedades: «Si hubiera una concienciación sobre la influencia de los factores externos, podría disminuir la incidencia hasta un 40%, es muchísimo y cambiaría la tendencia para los próximos años. Si esto no ocurre, la previsión es que no se frene este crecimiento». Es el caso del tabaco, uno de los factores externos que más entra en juego en algunos tipos, sobre todo en el de pulmón. «Si se dejase de fumar, los tumores de pulmón serían muy extraños, no dejarían de existir pero la incidencia sería bajísima», añade Prada.
En cuanto a la mortalidad, se estima que durante el 2020 murieron 1.715 personas, 646 mujeres y 1.069 hombres. Lo que sitúa en 294 los fallecidos por cada 100.000 habitantes en la región.
Cada uno de los ámbitos de la vida ha quedado completamente trastocado por la pandemia y en el caso de estas enfermedades no ha sido menos. Se estima que uno de cada cinco pacientes no ha recibido un diagnóstico en el año marcado por el covid. Unos datos que han sido corroborados recientemente en el caso de Cantabria: «Una vez terminado el año lo hemos comprobado, hemos recibido un 20% menos de personas que acuden a nosotros, eso significa que mucha gente no conoce que tiene la enfermedad».
Un problema que Prada achaca al miedo e incertidumbre, además de la confusión de los primeros síntomas: «A lo mejor, en otras circunstancias una persona ante el menor síntoma hubiera consultado de forma inmediata, pero pensando que esto duraría solo unos meses, lo han dejado pasar y se ha traducido en no detectarlo después de los primeros signos».
Unos efectos que también han dejado huella en la atención psicológica que reciben los pacientes, tanto aquellos ya diagnosticados como en los que han recibido la noticia durante la pandemia. La asistencia no se ha detenido en el paciente oncológico, ya que todos los servicios han estado en marcha en la comunidad.
Sin embargo, a la incertidumbre propia tras un diagnóstico, se sumó el año pasado a la creada por la pandemia. «Muchos pacientes han sumado a sus miedos familiares, sociales y al propio de cómo va a evolucionar la enfermedad, el miedo al contagio o a acudir a los hospitales, sobre todo en las fases más agudas de la primera ola», cuenta Miguel Mediavilla, psicólogo de AECC en Cantabria.
Él ha acompañado a muchos pacientes en el transcurso de esta pandemia y asegura que la soledad ha sido uno de los mayores problemas a los que han enfrentado: «El bienestar social, emocional y psicológico está incluido por la OMS en la definición de salud y esta pandemia ha sido una amenaza más, este bienestar emocional afecta indirectamente incluso a la adherencia de los tratamientos y a muchos aspectos del paciente».
Pedro PradaPresidente AECC en Cantabria
Miguel Mediavilla - Psicólogo
María Reigadas - Trabajadora social
Muchas familias recibieron el diagnóstico en una situación que no es la idónea para poder realizar un enfoque de tratamiento integral del paciente: «Tras conocer el diagnóstico, el paciente sufre un shock nervioso y esta situación ha hecho que nos centremos en lo que se considera fundamental y quizás otras cuestiones como el bienestar psicológico han pasado más desapercibidas».
La asociación cuenta con el programa de primer impacto, para atender al paciente tras el diagnóstico en los hospitales cántabros y debido a la situación no se está pudiendo llevar a cabo con un abordaje integral emocional. Una cuestión que Mediavilla asegura que podría estar repercutiendo en los pacientes y que a largo plazo podría traer consecuencias negativas en el desarrollo de la enfermedad de los diagnosticados en esta pandemia. Además, reconoce que toda la sintomatología de ansiedad está ahora más intensificada que durante los meses del confinamiento: «No sabemos cuánto va a durar esto y muchos se encuentran en situación de desempleo con más de cincuenta años, eso aumenta el malestar emocional».
La asociación se encuentra inmersa en el 'Programa de Proximidad en la Lucha contra el Cáncer en el Mundo Rural'. Los profesionales detectaron, ya antes de la pandemia, la dificultad para llegar a las zonas rurales. La pandemia ha hecho más visible esta situación, donde se pone en evidencia la necesidad de acercar la información a toda Cantabria, caracterizada por los núcleos poblacionales pequeños, dispersos y envejecidos.
Desde octubre, María Reigadas, trabajadora social de AECC, establece contacto con los servicios de los diferentes municipios para dar a conocer las actividades y recursos para los pacientes: «Empecé por las zonas más alejadas y mi hipótesis se confirmó, cuanto más me alejaba de Santander, menos conocida era nuestra actividad, sobre todo en zonas como Reinosa o Liébana». Ahora continua recorriendo los pueblos para llevar a todos los rincones los recursos para pacientes y familiares.
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