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Soraya Pérez
Oviedo
Jueves, 1 de febrero 2024, 16:01
Cuarta sesión del juicio a los cuatro acusados por la muerte de Ana R. el pasado 3 de julio de 2020 durante un descenso en el río Cares. Este jueves testificaron algunos de los guardias civiles que participaron ese día en el rescate de ... la menor de 14 años.
Según uno de los testimonios, «se trataba de un rescate muy complicado, porque en la zona del accidente había una roca con una corriente interna que succionaba, muy profunda y peligrosa», señaló el agente del GEAS y agregó que «el rescate empezó alrededor de las 11 de la noche y se necesitó la colaboración de varios compañeros y de equipamiento especial. Pedimos una tirolina para poder acercarnos al cuerpo, a la única parte que estaba visible, que era la pierna izquierda», declaró el agente de la Guardia Civil, según recoge El Comercio.
Destacó que «cuando finalmente nos pudimos acercar al cuerpo, casi nos lleva la corriente. Cuando analizamos la peligrosidad de ese tramo, concluimos que de ninguna manera era apto para gente sin experiencia y mucho menos para menores», concluyó.
Otro de los rescatadores señaló que «nunca había participado en un rescate tan peligroso como ese» y agregó que «era muy complicado acercarse al cuerpo de la niña y sacarlo, se necesitaron dos intentos de extracción. Sin duda era algo que no podían haber logrado los monitores de la empresa de turismo activo», afirmó.
Las sesiones del juicio
Soraya Pérez
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Asimismo, uno de los peritos del accidente, Manuel Freiría Pérez, precisó que, a mpesar de sus más de 30 años de experiencia «fue uno de los accidentes más complicados de analizar. Nos guiaron para llegar al punto del accidente y nos dimos cuenta de que es un río de dificultad III de IV, de aguas bravas y con corrientes que succionan», indicó.
Por otra parte, el perito precisó que en el río Cares hay zonas donde el agua no va en línea recta sino que «se introduce por debajo de la superficie y crea sifones que producen atrapamientos. Cualquiera se puede ahogar», subrayó tajante Manuel Freiría, especializado en aguas bravas.
Aclaró que la roca donde quedó atrapado el cuerpo de Ana R., «es de gran profundidad y fácilmente puede atrapar a un menor. Lo de la niña se trató de un accidente muy desafortunado que no hubiese podido solventarse sólo con la ayuda de los monitores», aseguró el perito.
Freiría destacó que el comportamiento de un rebufo varía según el caudal y destacó que «el uso de walkie talkies el día del accidente, poco hubiese evitado el fatal desenlace», concluyó.
Por último, ha sido llamado a declarar un monitor del Campamento Castillo de Layos (donde pasaba las vacaciones la víctima), Carlos Rúa López, que participó en la actividad del descenso del río Cares ese mismo día del accidente pero en el turno de la mañana. El monitor contradice lo dicho sobre la peligrosidad del río. «Fue un descenso bastante normal, y yo tuve la sensación de que los niños lo estaban pasando bien. Sí es cierto que volcaron varias canoas, pero los monitores sí nos habían informado cómo teníamos que actuar en caso de vuelco», comentó Rúa López, y agregó que «yo ese día acudí al descenso como un participante más, y no me pareció una actividad peligrosa», zanjó.
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