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No se trata de buscar actitudes opuestas frente a la pandemia, porque los cántabros no son ni más ni menos díscolos con las normas de seguridad sanitaria que los vecinos de otras comunidades. Tampoco, ni mucho menos, existen diferencias de fortaleza inmune entre ciudadanos ... del norte y el sur, como algún médico llegó a defender. Lo cierto es que la forma en que Cantabria ha logrado contener la pandemia en estas dos últimas semanas obedece fundamentalmente a dos hechos: de un lado, a densidad poblacional es menor a la de la media española, y muy inferior a la de comunidades que están pasándolo peor, como Madrid. De otro, la eficacia del rastreo y las medidas de contención sanitaria se han demostrado claves para cortar hemorragias como las de los rebrotes más importantes sucedidos en la 'nueva normalidad'. Todo se junta para dibujar una situación de control que servirá de antídoto frente a un invierno que amenaza con las dificultades que previsiblemente traerán el frío y la gripe.
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«Pensemos que en España el 64% de la población vive en altura, esto es, en edificios. En Londres, por ejemplo, sólo es el 12%. Digo esto porque el virus entiende de territorios, claro que entiende de territorios. Cuanta mayor es la densidad poblacional, mayor son las interacciones sociales y por tanto mayores son las posibilidades de contagio», avanza Ángel de Francisco, ex jefe de servicio de Nefrología de Valdecilla y catedrático de Medicina.
Ángel de Francisco | Catedrático de Medicina
Es el razonamiento que explica por qué Madrid afronta una situación crítica de propagación del covid que nada tiene que ver con la curva de contagios a la baja que se detecta estas dos últimas semanas en Cantabria. En estas grandes urbes, como la capital del país, se hacen más patentes también las desigualdades sociales, que son factores claves para comprender el empeoramiento de la crisis sanitaria. «El nivel socioeconómico se ha demostrado fundamental. La gente con más recursos interpreta mejor las normas, va más en coche y utiliza menos el transporte público o lo hacen por menos tiempo, tienen oficios que facilitan el teletrabajo...», agrega el experto.
Transporte público
Cantabria carece de metro, que hacina en vagones diariamente a miles de madrileños para realizar trayectos largos. En Santander –que apenas supera los 170.000 habitantes– el autobús transcurre en superficie, donde la ventilación es mejor y los trayectos se reducen a distancias cortas. «Santander es una ciudad en la que se puede vivir, no como Madrid, por ejemplo. Hay ciudades que más que urbes son museos, o parques de atracciones, donde el visitante llega, está unos días y se va. Esos contextos son los predilectos del virus», argumenta Paloma Navas, directora general de Salud Pública. Este es precisamente el problema que continúa manteniendo la virulencia de la curva de contagios en otras regiones con una densidad poblacional semejante a la cántabra. Y es que algunas regiones de Castilla y León o Castilla-La Mancha, se han convertido con el paso de los años en una suerte de ciudades dormitorio de Madrid. Sucede con Segovia, Toledo, Guadalajara o Cuenca.
Paloma Navas | DirectORA general de Salud Pública
Escenario parecido de tránsito poblacional ha vivido Cantabria el pasado verano, con récords de ocupación turística en un año en que el norte se desmarcó del resto de oferta nacional por la imagen de espacio libre de covid. Junio y julio transcurrieron sin sobresaltos y fue en agosto cuando la situación volvió a descontrolarse. El 9 de ese mes se identificaron 172 contagios en sólo 24 horas, un pico que casi alcanza al del punto álgido de la pandemia, en pleno confinamiento, cuando el 25 de marzo se registraron 180 positivos en un solo día. «Hay que pensar que ha venido mucha gente pero también se trata de un turismo de tipo familiar, alejado de esos grupos más jóvenes que buscan otro tipo de diversión, con fiestas y actividades que son mucho más peligrosas en estos días de pandemia. Por eso, en parte, no hemos llegado a estar tan mal en esta época estival», explica Juan Carlos Zubieta, sociólogo y profesor de la Universidad de Cantabria.
Juan Carlos Zubieta | Sociólogo
«Aquí se suspendieron las grandes celebraciones, la gente ha disfrutado de un turismo muy enfocado a las actividades al aire libre, lo que disminuye las posibilidades de transmitir el virus, y además se ha aprovechado mucho la oferta de turismo rural y de pueblo», con lo que las aglomeraciones que tanto le gustan al microorganismo quedan eliminadas.
Otro factor: no existe en la región una industria agrícola de temporada como la del sur, o la del Levante español. Esos trabajos precarios, donde la temporalidad es elevada y el flujo de personas de un trabajo a otro multiplica las posibilidades de traspasar el virus, no existen apenas en Cantabria. Aunque según la Consejería de Sanidad, «no ha habido ni un día exento de peligro en este verano. Si estamos bien es porque se han hecho las cosas bien». Y es que para la directora general de Salud Pública, la suerte no existe.
«Durante este verano ha habido que tomar decisiones complejas, muy antipopulares, pero que al final se demostraron eficaces», confiesa al recordar los confinamientos de la 'nueva normalidad', comenzando por el edificio de viviendas de la calle Nicolás Salmerón, en Santander, donde se llegaron a identificar 16 positivos, y continuando por los más recientes de Santoña y el barrio de La Inmobiliaria, en Torrelavega.
Sector primario
«Creo que la eficacia de todo el trabajo que se ha hecho para contener el virus se explica en la manera en que nos preparamos cuando podíamos hacerlo, en los meses de junio y julio, cuando los contagios nos dieron un respiro. Ahí aprovechamos para montar toda una estructura digitalizada para trabajar el rastreo, la detección temprana y el diseño de protocolos para hacer efectivo todo lo anterior», detalla Navas. «Desde un primer momento quisimos montar una estructura sólida que no nos sirviera sólo para salir al paso, sino para que cuando volviera a ponerse difícil la situación, pudiéramos absorberla, y así ha sido», confirma.
Fue un tiempo, en los primeros compases del verano, en que se diseñó todo el sistema actual de rastreo, con hasta 138 profesionales que han desarrollado una labor detectivesca para dar con todos los contactos estrechos de cada nuevo infectado. La digitalización de los procesos permitió las sinergias entre sanidad, educación, industria, turismo... «Tener una buena comunicación nos ha permitido actuar pronto y rápido». Por eso Cantabria es de las pocas comunidades donde desde la identificación del potencial contagiado hasta la realización de la PCR y la obtención del resultado apenas transcurren 24 horas.
Test
«Sabíamos desde un primer momento que aquí podíamos hacer una buena labor de rastreo, que es un territorio y una población abarcable, y eso es lo que hemos estado haciendo», añade la responsable de Salud Pública.
El sistema de los 'coroautos', donde los potenciales positivos se toman la muestra para realizar la PCRa través de la ventanilla del coche, ha permitido agilizar la realización de test y además en un contexto de seguridad tanto para el usuario como para el sanitario. «Ahora este sistema de detección precoz se sostiene en buena medida sobre la Atención Primaria», apunta la gerente del Sistema Cántabro de Salud (SCS), Celia Gómez, que trata con esto de buscar la comprensión del usuario, que durante el último mes se ha volcado en la protesta por las posibles deficiencias del servicio en los ambulatorios.
Celia Gómez | Gerente del SCS
«Hay que tener en cuenta que si semanalmente estamos haciendo 10.000 PCR, cada una de ellas es gestionada desde el despacho de un médico de familia que ha citado y atendido al paciente, y eso es un trabajo que inevitablemente obliga a cambiar las prioridades y a administrar de otra manera el tiempo. De un modo diferente a como se hacia cuando no teníamos esta situación de crisis sanitaria», justifica la gerente.
No hubiera sido posible comprender el problema en el barrio torrelaveguense de La Inmobiliaria, que permaneció cerrado durante 11 días este pasado mes de septiembre, sin la geolocalización de los positivos. «Gracias a la digitalización de datos, nos hemos permitido localizarlos en el mapa. Es algo que me consta que no están haciendo en otras comunidades y que es fundamental porque en una tabla de hoja de cálculo no puedes ver las cadenas de contagios», apunta Navas. «Esto ha sido fundamental para poder detectar dónde estaban los 'incendios', lo que nos ha permitido apagarlos con la prontitud suficiente antes de que se descontrolaran». Todas han sido medidas que pueden explicar la capacidad de la región para doblegar la pandemia. Al menos por el momento.
Confinamientos
Porque si algo ha caracterizado todo este tiempo a la Consejería de Sanidad ha sido la contención, la prudencia. «No nos podemos fiar porque en cuanto bajas la guardia, todo vuelve a dispararse», advierte Navas. «Hay que tomar medidas y ser cuidadosos pero hay que continuar con la vida con positivismo y lo que es más importante, unidos. Si vamos de la mano en esto, conseguiremos entre todos salir des este túnel oscuro y recuperar la normalidad de nuestras vidas».
Salvado el verano, parece que el otoño ha comenzado menos virulento de lo que cabía esperar. «Se ha demostrado que pasado el 30 de agosto, se ha empezado a notar una mejoría progresiva hasta alcanzar la situación actual en que podemos ver que la curva de contagios está a la baja», afirma Rafael Tejido, gerente del Hospital Valdecilla. El final del turismo y la mejora de la situación han ido de la mano. Y el otoño se está demostrando, al menos por el momento, menos virulento sobre todo en las aulas. «Lo que cabe esperar es ser optimistas y pensar también que el invierno y la gripe van a venir también con menor fuerza», explica Tejido. Las medidas higiénicas podrían frenar también el resto de infecciones respiratorias, «incluida la gripe». «Hay que estar pendientes, no bajar la guardia, pero confiar en que el invierno no tiene por qué venir tan malo si hacemos las cosas bien».
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