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La candidatura electoral de Ruth Beitia llegó por sorpresa y el final ha estado a la altura. La medallista olímpica ha anunciado este martes su decisión de abandonar la política y, por tanto, abortar su carrera como la aspirante del PP a derrotar a ... Miguel Ángel Revilla en las urnas. Quince días ha durado su sueño y el del sector crítico por asaltar la sede de Joaquín Costa –perdida hace dos años en el Congreso– y arrinconar a María José Sáenz de Buruaga. De nada ha servido a los 'dieguistas' poner de su lado a Pablo Casado y de ver a la presidenta regional acatar y aguantar una desautorización sin precedentes. De nada ha valido arrastrar al partido durante las dos últimas semanas mostrando en público el divorcio irreconciliable que sufre en Cantabria. De nada ha servido abrir heridas entre Génova y la dirección cántabra que muchos aquí no olvidarán fácil. Nunca una guerra en el PP fue tan estéril.
La propia Beitia llamó anteayer a Pablo Casado para confirmarle su decisión de abandonar la vida política «por razones estrictamente personales y familiares». Es decir, no sólo desaparece su nombre de los carteles y de las listas electorales, sino que la exatleta se desvincula por completo de la política, a la que llegó de la mano de Ignacio Diego hace once años. Renuncia a la Secretaría de Deportes y a su puesto en la Ejecutiva Nacional del PP, así como a su escaño en el Parlamento regional, que ahora ocupará, previsiblemente, María Antonia Cortabitarte, también vinculada al sector crítico del partido. La salida de Beitia no sólo fortalece la posición de Buruaga en el PP cántabro, sino que la catapulta como candidata electoral, ahora sí, indiscutible. Será la propia dirección nacional la que la propondrá oficialmente los próximos días como su número uno a las elecciones.
La marcha atrás de Beitia no ha cogido a todos por sorpresa. Las dudas e inseguridades de la medallista ya eran conocidas en Génova. De hecho, este periódico ya adelantó la semana pasada la visita exprés de Javier Maroto, uno de los hombres fuertes de Casado, a Santander para intentar frenar los titubeos de su candidata. La sobreexposición y las críticas que sufrió desde el primer minuto, unido al error que cometió en su primera entrevista, cuando equiparó el maltrato animal con la violencia de género, complicaron los primeros días de Beitia como candidata de un partido en el que sabía que no iba a encontrar un respaldo incondicional en Santander. Ni ahora ni en los momentos más intensos de la campaña.
Fuentes de Génova ha aclarado que ellos «ya se temían esto porque ella estaba mal». «No nos ha extrañado y a algunos tampoco les parecía la mejor candidata», han señalado. De hecho, algunos barones autonómicos no habían tenido reparos en mostrar sus quejas sobre Beitia durante la Convención Anual del partido que se celebró el pasado fin de semana. Después de un raquítico discurso de tres minutos en el que no mencionó a Cantabria, la santanderina se marchó el primero de los tres días del evento para acudir a un cumpleaños y, además, canceló una entrevista con los jóvenes de Nuevas Generaciones que sí hicieron el resto de candidatos.
Lo cierto es que ella ya llegó a esa cita con la decisión prácticamente tomada, según ha podido saber este periódico. Allí, Maroto y Casado no pusieron mucho énfasis en convencerla de nuevo. Desde el entorno de Beitia explicaron que no pudo soportar la presión diaria, sobre todo cada vez que abría las redes sociales o leía los medios de comunicación. Su propia familia la convenció de que estaba dañando su imagen y su carrera. Incluso, algunos patrocinadores que tenían contratos firmados con la deportista retiraron sus acuerdos con ella tras conocer la noticia de su candidatura con el PP. Ni ella ni su entorno estaban habituados a las críticas tras una larga carrera deportiva en que todo han sido elogios por sus extraordinarios méritos, tanto a nivel nacional como internacional. Pero la política es una cosa muy distinta.
«Es que esto no podía ser, no estaba preparada», decía este martes un diputado cántabro afín al sector 'dieguista'. «No ha podido con la presión, no te puedes ni imaginar los centenares de mensajes, tuits y cartas que se han recibido en Génova estos días por multitud de afiliados», asegura un miembro de la ejecutiva regional.
Pero no solo ella albergaba dudas sobre su candidatura. Pablo Casado, que en su día fue convencido por Maroto y por Teodoro García Egea, secretario general del partido, para que apostase por Beitia, y que viajó a Santander para presentarla en persona la semana pasada, había perdido cierta seguridad sobre su candidatura en los últimos días, según ha podido saber este periódico.
A pesar de todo, la campeona olímpica ha querido agradecer «el respaldo recibido por Casado y todo el PP por haber depositado su confianza en ella». Estas palabras han sido la única declaración pública de Beitia, que ha pedido que se respete su decisión. La dirección del PP, por su lado, quiso agradecer «el trabajo eficaz e intenso» que ha desarrollado «en favor de los intereses de Cantabria y de sus ciudadanos», tanto en los órganos internos del partido como en el Parlamento. Desde Génova las únicas palabras que han llegado fueron de Maroto: «Respeto su decisión y sus motivos personales y familiares».
Mientras tanto, Buruaga ha vivido una jornada de locos tras dos semanas en las que su permanencia en el partido ha estado en el alero durante unas horas, y su motivación para seguir adelante con su proyecto político vivió las horas más bajas por el trato recibido desde Madrid.
La presidenta del PP recibió una llamada el lunes por la tarde de Génova para que acudiera a una reunión al día siguiente. Nada hacía presagiar en ese momento que la salida de Beitia ya estaba cerrada. De hecho, Buruaga ha ido este martes por la mañana al Parlamento con una estrategia clara: ceder a la entonces candidata la dirección del grupo parlamentario para que fuese ella la que se bregara en el día a día de la oposición a Revilla hasta las elecciones. Si ella era la candidata debía tener visibilidad y debía ser ella la que asumiera la responsabilidad. Pero Beitia no se ha presentado a la reunión y todo ha quedado anulado. Ni siquiera en ese momento unieron las piezas del puzle.
Más tarde, el trío que viajó a Madrid hace dos semanas para enfrentarse y perder con Maroto y Egea –María José González Revuelta, Íñigo Fernández y la propia Buruaga– volvió a hacer la ruta Santander-Madrid-Santander con una resolución muy distinta. Buruaga será la candidata y tendrá manga ancha para elaborar las listas. No tendrá ningún impedimento desde la dirección nacional, aunque este periódico ha podido saber que sí le han pedido un mínimo de integración, un gesto con el sector crítico.
Muchos se preguntan ahora qué hubiera pasado si tanto Buruaga como su equipo hubiesen dimitido en caliente, como tenían previsto hacer tras aquella tensa reunión en Madrid en la que Maroto y Egea impusieron a Beitia. Quizás una gestora estaría dirigiendo el partido y un tercer nombre sería el elegido como candidato. Pero eso entra en el terreno de las fabulaciones y el PP necesita urgentemente volver a pisar la tierra, olvidarse de más sorpresas y pensar ya en las elecciones de cuatro meses si quiere conservar su hegemonía como primera fuerza en el Parlamento. Una machada, consideran algunos en el propio partido, tras el espectáculo olímpico de las últimas semanas.
Los aplausos de consolación de la última Ejecutiva regional, un día después de la derrota en Madrid, se convertirán este miércoles en una ovación cerrada por la salida de Beitia y la candidatura de Buruaga. La presidenta ya ha convocado a a su dirección regional para esta tarde, a las 20.00 horas, donde les comunicará en persona todos los acontecimientos de las últimas horas. Inmediatamente, el Comité Electoral se pondrá a trabajar en la lista autonómica que tendrá que ser remitida a Madrid antes de abril.
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