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Con la prensa y toda la comitiva institucional alrededor que impedía entrar en materia y los 25 minutos de retraso –el acto de recibimiento estaba previsto a las 11.30 y comenzó a las 11.55 horas– con los que llegó a Liébana el ... presidente del Principado de Asturias, a Miguel Ángel Revilla y a Alberto Núñez Feijóo se les acababan los temas de los que hablar a las puertas del Centro de Estudios Lebaniegos de Potes. El cántabro vendió a su homólogo de la Xunta que los 28 grados que les recibieron eran algo común en la zona gracias al microclima de la comarca de Cantabria en la que mejor se dan las cerezas o las viñas y el gallego tiró de recuerdos de juventud para rememorar su única visita a la zona.
El popular viajó la noche del jueves, cenó con su equipo en Casa Cayo y cogió habitación en un alojamiento que le marcó en el pasado: el parador de Fuente Dé. «Lo recuerdo como una de mis mejores noches», dijo con tono misterioso. Después aclaró que «por el silencio» y el agradable despertar con el mugido de las vacas a las seis de la mañana. «Una maravilla». Eran ya las 11.45 horas y Adrián Barbón sin venir.
«Hace cinco minutos decía que le quedaban dos minutos...», le chivaban a Revilla desde su equipo, mientras a alguno de los integrantes del grupo de danzas San Pedruco de Solares, los encargados del recibimiento, se le empezaba a escapar alguna gota de sudor. La consejera de Cultura y Turismo del Principado, Berta Piñán, se quedaba ya sin excusas y hacía lo posible para sacar conversación con Revilla. Que si es más alta Peña Vieja o Peña Prieta... ¿O será Peña Santa? Espera que le pregunto al gerente de la Fundación Camino Lebaniego, Manuel Bahíllo, que este lo sabe seguro.
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Doce menos diez. «¿Qué pasa, que se quiere dar importancia el asturiano? Voy a echarle la bronca», decía Revilla con tono de broma. Amante como es de la puntualidad, muy probablemente pensaba en serio. Para entonces Barbón estaría todavía saliendo del Desfiladero de La Hermida, donde se encontró con un tapón en la carretera. «Es que tenéis ya muchos turistas, presidente», justificó el socialista mientras se echaba a los abrazos de Revilla, con el que durante toda la visita, que incluyó la exposición del Año Torner en el Centro de Estudios Lebaniegos y la muestra 'Beato y sus beatos' en la Torre del Infantado, tuvo un intencionado pique de carácter histórico a cuenta del origen de Don Pelayo y el emplazamiento de los últimos episodios de la batalla de Covadonga.
«A la gloria y honra de Santiago apóstol. A la gloria y honra de santo Toribio de Liébana», gritó tras realizar la danza de varas, una demostración tradicional que se reserva sólo para «para los santos y grandes personalidades» –lo de este viernes iba de ambas cosas–, una de las integrantes del grupo San Pedruco a las puertas del Centro de Estudios Lebaniegos. De ahí a la Torre del Infantado en una comitiva en la que también estaban el alcalde de Potes, Javier Gómez, y distintos secretarios generales del Gobierno de Cantabria:Marta Barca (Turismo), Gema Agudo (Cultura) o Zoraida Hijosa (Patrimonio y Memoria Histórica), además del consejero delegado y el director general de Cantur, Fernando de la Pinta y Bernardo Colsa, respectivamente.
Apenas entraban todos en la cuarta planta de la torre, donde en diez minutos tuvieron que resumirles toda la exposición. A Feijóo le enseñaron la réplica de la primera representación del apóstol Santiago en uno de los 'beatos' y a Barbón otra en la que se enarbola la Cruz de la Victoria, la que donó el rey Alfonso III a la catedral de Oviedo en 908 y figura en la bandera del Principado. En Potes no sólo se disfruta del paisaje y la gastronomía, también se aprende que hacían falta 300 pieles de cordero para crear aquellas obras que consiguieron internacionalizar el Camino de Santiago y convirtieron a Beato de Liébana en la 'referencia literaria' –salvando las distancias con los actuales autores de 'best sellers'– de su siglo.
De ahí al monasterio de Santo Toribio, donde Barbón tuvo que escuchar de su homólogo cántabro que Don Pelayo nació en Cosgaya. Como giró el morro, después Revilla le llevó junto a Feijóo a las ruinas en las que una parte de los historiadores sitúan la casa del primer artífice de la Reconquista. Y de paso a degustar unas anchoas de Santoña y un cocido lebaniego en el restaurante del Hotel del Oso, en Cosgaya. Sobremesa y cada uno para su casa.
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