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Ha tenido que llegar una terrible pandemia para que la Dirección General de Salud Pública se convierta en uno de los puestos de responsabilidad con más peso y relevancia de todo el Gobierno autonómico. Un asiento discreto en tiempos tranquilos y con un protagonismo mínimo ... hasta ahora que su actual titular, Paloma Navas (Cádiz, 1980), no se esperaba cuando lo asumió hace once meses. Su carácter técnico como especialista en Medicina Preventiva y doctorada en Gestión Sanitaria choca con la relevancia pública de un cargo que ha tenido que coordinar la lucha contra la expansión del coronavirus en la comunidad autónoma. Ahora, con todos los esfuerzos puestos en los rastreos de los nuevos casos y en las medidas de contención para frenar a un virus que hoy por hoy está en Cantabria mucho más contenido que en otros territorios, su misión es que no siga creciendo ni recupere la virulencia de los peores días de la crisis sanitaria a finales de marzo y principios de abril.
-En estos momentos hay una media de entre uno y tres nuevos casos diarios en Cantabria. ¿Son unas cifras abarcables y sostenibles para el sistema sanitario de la región?
-Gracias a la prudencia de la ciudadanía y al trabajo de contención estamos en una situación favorable, pero no podemos bajar la guardia. Ya sabemos que los brotes vienen de comidas y cenas familiares y de espacios cerrados: ahí hay que extremar medidas y eso está en manos de todos y cada uno de nosotros.
-¿La comunidad autónoma está mejor o peor de lo que se esperaba para estas fechas cuando se acabó el estado de alarma?
-Esta es una situación de incertidumbre. Los planes y las proyecciones cambian casi a diario y nos obligan a adaptarnos en horas. No podemos planificar la aparición de nuevos casos, pero cada día la estructura gana experiencia y conocimiento. No hay libros en los que se pueda aprender por adelantado, ni mapa de carreteras del covid. Es como un GPS que cambia la ruta constantemente. Los equipos de la Consejería y el SCS han demostrado una capacidad excepcional de adaptación, y ese es nuestro valor añadido. Esa es nuestra fuerza.
-Salud Pública recoge datos individualizados de cada caso que surge. ¿Hay algún aspecto del comportamiento de la pandemia que haya sorprendido especialmente?
-Nos sorprendieron los primeros casos en adolescentes. Al empezar a hacer más pruebas encontramos casos que antes pasaban desapercibidos en este tipo de población.
-Hasta ahora ha habido dos focos importantes, los de Santoña y Nicolás Salmerón. ¿Cómo valora el trabajo realizado?
-El equipo de la Dirección General de Salud Pública y el equipo de apoyo de Atención Primaria han demostrado un absoluto compromiso y se han dejado la piel con cada caso. Nos felicitaron a nivel nacional por la gestión del brote en el edificio y a nivel autonómico por la segunda. Pero hay que seguir aprendiendo de cada situación y mejorando. Hace cuatro meses no imaginábamos que haríamos 100.000 pruebas y rastrearíamos edificios y calles enteras. Hoy lo hacemos en 24 horas.. La curva de aprendizaje es una vertical.
-Algunos de los pescadores estaban disconformes con que se aislaran a positivos y negativos en el mismo albergue. ¿No aumenta el riesgo de contagios?
-Normalmente, cuando hay un positivo en una casa, la familia no se marcha, sino que se mantienen todas las precauciones de higiene y distancia y se usan habitaciones separadas. Ofrecimos a los marineros gallegos la opción de alojarse en un centro del Gobierno de Cantabria o hacer la cuarentena en su lugar de origen bajo la vigilancia de la Salud Pública gallega. Fueron separados por habitaciones y tripulaciones, lo más parecido a lo que hubieran tenido en sus casas o en los barcos. Tener un albergue para positivos y otro para negativos requeriría que cada vez que un negativo diera positivo habría que desplazarle y no es una opción segura. Los positivos estaban en la planta superior y los negativos en las inferiores.
-En el caso de Santoña, todos los contactos (comerciantes, hosteleros...) fuera de los barcos han dado negativo. ¿Ha sido sólo cuestión de suerte? Ahora podríamos estar hablando de un foco mucho más grande.
-No podemos jugar al alarmismo, ni a otros escenarios distintos al que ha sido. Ha sido el resultado de que las personas han hecho las cosas bien; el equipo epidemiológico y la ciudadanía. En los focos, cuando las personas involucradas responden, la solución es más sencilla.
-En Santoña está claro el origen. ¿Se sabe ya con certeza el de Nicolás Salmerón y cómo fue la propagación?
-Desde el punto de vista científico nunca se podrá afirmar inequívocamente quién contagió a quién y cómo fue. Lo normal es que convivan varias vías: falta de higiene de manos, uso insuficiente de mascarillas y, sobre todo, hablar muy de cerca.
-Salud Pública es extremadamente cuidadosa a la hora de aportar datos sobre los nuevos casos. ¿No es más fácil controlar la expansión del virus cuando la población conoce toda la información (respetando el derecho a la privacidad) sobre los contagios?
-Sí, somos muy cuidadosos porque la ley, pero sobre todo las personas, así lo piden. Nosotros damos información contrastada y en ningún caso podemos alimentar sospechas o conjeturas. No podemos hacer espectáculos de una cosa tan seria. Algunos medios publicaron detalles de una de las primeras personas a las que hicimos PCR, fue identificada por sus vecinos a raíz de eso y al llamarle nos contó que su vida, incluso dando negativo, se había convertido en un infierno tras esa noticia. Si su madre entraba en el súper este se vaciaba, impedían que los niños jugaran con sus sobrinos, dejaron de llamarle sus amistades... El estrés y el estigma pueden ser terribles. Nuestra obligación es proteger a las personas y así lo vamos a seguir haciendo.
-¿El resultado del estudio de seroprevalencia, con ese bajo porcentaje de cántabros que presenta anticuerpos, fue un jarro de agua fría?
-No, no esperábamos mucho más. De todas maneras, es una experiencia tan dura que asumes las malas noticias con entereza. No podemos permitirnos el desánimo. Sencillamente, no podemos. Y seguimos trabajando.
-¿Qué escenarios de futuro manejan de cara al otoño?
-Población más concienciada, mayor prevalencia de catarros, nuevos brotes y mucho, mucho trabajo. Pero si entre todos y todas nos concienciamos podremos ser capaces de transitar este año de una mejor manera que en los meses de marzo y abril. Síntomas de catarro significará quedarse en casa, esa es la clave.
-Se puede dar el caso de un repunte del covid que coincida con la gripe estacional. ¿Es partidaria de una campaña de vacunación mucho más extensa que otros años para reducir la asistencia a los hospitales? ¿Hasta qué punto se puede obligar a la población a vacunarse, como ya proponen algunas comunidades autónomas?
-Desde antes de la pandemia nuestro objetivo es que más gente se vacunara de gripe. Es una vacuna segura y accesible. Tenemos que aprovecharla. En algunos países es obligatorio que algunos colectivos, como los profesionales sanitarios, se vacunen. El marco legal español entiendo que no es conducente a eso. Creo que las personas de los grupos de riesgo van a vacunarse porque es innecesario exponerse.
-¿Por qué Cantabria ha tardado tantos días en dar el paso en hacer obligatorias las mascarillas?
-Todas las regulaciones requieren de una revisión minuciosa y debe basarse en datos. En ciencia y en evidencia, las medidas generalistas a veces chocan con las situaciones particulares y debemos tener en cuenta de forma minuciosa todos los escenarios y las realidades de las personas.
-El presidente Revilla insiste en apuntar a los más jóvenes como los mayores incumplidores. ¿Esta impresión coincide con los datos que recogen en Salud Pública?
-En general, la percepción de riesgo viene con la edad. Cuando somos jóvenes nos sentimos invencibles y creemos que las enfermedades no van con uno. Por ejemplo, desde Salud Pública trabajamos mucho con la prevención del consumo de alcohol, drogas, videojuegos o móviles en jóvenes y es un trabajo arduo porque no hay percepción de riesgo. También se está viendo con las apuestas. Pueden ser los más susceptibles, pero no lo perciben así. Creo que hay que orientarlo más hacia la solidaridad y debemos trabajar para generar los mensajes adecuados que compensen ciertas creencias. Nos queda mucho por recorrer.
-En general, sí. A veces hay mucho miedo y 'shock' y realizamos llamadas largas para ayudar a la persona a digerir el diagnóstico y que ella nos ayude a proteger a su círculo de familia y amigos. No colaborar puede suponer que su familia o sus amigos sufran una enfermedad grave y las personas son conscientes. También usamos ratificaciones judiciales cuando lo consideramos necesario y también hemos emitido sanciones importantes a personas que han incumplido el estado de alarma. Actuamos a todos los niveles. Pero siempre entendiendo que hablamos con personas y que hoy es un desconocido, pero mañana podemos ser nosotros.
-De momento, sí. Depende mucho del comportamiento de las personas. Un positivo prudente puede tener cinco o diez contactos sin protección. Un positivo que ha ido a una reunión grande de amigos puede suponer el estudio de 50 personas y eso es más complicado. Tenemos varios retenes de rastreadores y vamos a seguir formando para poder contar con una buena base de reservistas.
-Ojalá existiera la solución sencilla al covid-19. Lamentablemente no hay un único camino. Debemos reforzar la idea de no contagiarse, de cuidarse y cuidar, de reaccionar pronto cuando tenemos síntomas, de hacer pruebas a todos los casos sospechosos, de tener ciudades y pueblos donde podamos transitar con espacio y seguridad, de encontrar nuevos sistemas de ocio, educación, transporte... Hemos cambiado hasta nuestra forma de saludarnos. ¿Volverán los dos besos? Esta enfermedad nos está retando a todos los niveles.
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