Calles abarrotadas en Santander en el primer sábado noche sin toque de queda

«Alcohol, alcohol... hemos venido a emborracharnos y el resultado nos da igual», era el cántico que entonaban las personas que se dieron cita anoche en el botellón de la plaza de Cañadío de Santander minutos antes del cierre de los locales de hostelería. Por tercer día consecutivo desde que el toque de queda fue derogado, centenares de jóvenes, en su mayoría, ocuparon las principales calles donde se ubica el ocio nocturno del centro de la capital, en general, sin ningún tipo de precaución frente al covid: ni mascarillas ni distancia de seguridad. Una noche en la que se volvieron a repetir, aunque en menor medida e intensidad, escenas y trifulcas como las registradas la madrugada anterior.

No obstante, pese a que los pronósticos auguraban una jornada más problemática, la del sábado noche no fue la más complicada tras el fin del toque de queda para las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, que mantienen un férreo control para evitar los desmadres. Aunque la afluencia de gente fue masiva –suele tratarse del sábado del año con más veraneantes en la región–, la Policía Nacional aseguró que se registraron menos incidencias que la noche precedente. De hecho, a las cuatro y media de la madrugada se dio por finalizado el dispositivo especial.

El primer altercado reseñable se produjo en la plaza de Cañadío pasadas las dos de la madrugada. Una pelea, con intercambio de patadas y golpes con los puños, dejó a uno de los participantes con una aparatosa brecha en la cabeza. Fue necesaria la asistencia del 061 para atender a las dos personas heridas, que fueron trasladadas a Urgencias de Valdecilla sin lesiones de gravedad. La otra trifulca, ya con los bares cerrados, se originó en la calle Gómez Oreña y necesitó de la intervención de la Policía Nacional.

Por otro lado, en la calle Miguel de Unamuno dos coches quedaron calcinados y otros dos resultaron afectados por el fuego. Un incendio del que, por el momento, se desconocen las causas.

El amplio dispositivo que montaron en el centro de Santander la Policía Nacional y la Policía Local no impidió que muchos de los presentes en la plaza de Cañadío continuaran allí pasadas las tres de la madrugada. Después de todo, ha desaparecido la prisa por cumplir con el toque de queda. Otros, en cambio, abandonaron el lugar cuando se cerraron los locales de hostelería y se fueron a hacer cola en las paradas de taxi cercanas.

En Torrelavega la madrugada fue más relajada, pese a que la ciudad celebraba sus fiestas patronales y se esperaba más movimiento. Según manifestó la delegada del Gobierno, Ainoa Quiñones, en Radio Nacional, hubo algunas pequeñas aglomeraciones de gente a las tres de la madrugada, justo cuando los bares tuvieron que bajar la persiana. «Ha sido un fin de semana tranquilo en Cantabria», aseguró. En el resto de la comunidad, según relató, los Cuerpos de Seguridad apenas tuvieron que intervenir «en algún botellón aislado». Pero no han faltado escenas que indican que muchos han pasado página a la pandemia, como la del Puntal abarrotado el sábado por la tarde.

Esa imagen de «tranquilidad» contrasta, en cambio, con la registrada en el resto del país, donde las grandes reuniones para beber y las fiestas ilegales fueron la nota común en gran parte de la geografía. En Barcelona, por ejemplo, hubo 4.000 desalojos por las fiestas del barrio de Gracia. También hubo fiestas improvisadas en Logroño, Salou o Tarragona, entre otros lugares. En Torremolinos, la Policía tuvo que desalojar una discoteca al completo llena de gente sin mascarilla.

• Temas
• Policía Nacional
• Servicio 061 Cantabria
• Botellón
• Toque de queda