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Hace unos días, Ricardo Reguilón, vecino de El Astillero, recibió una carta certificada procedente de la Audiencia Provincial de Cantabria. En ese momento pensó: «¿Qué ha pasado aquí?». Cuando abrió el sobre y vio que se encontraba entre los 700 cántabros seleccionados como posibles candidatos para ejercer de jurado popular ... en los dos próximos años, lo siguiente que se le pasó por la cabeza fue: «¡Vaya lío!».
Tras esta primera impresión, este instructor náutico, de 50 años, fue asimilando que los juicios con jurado son «muy delicados», «muy serios» y, probablemente, «vas a tener que ver cosas que no agradan a nadie o que no todo el mundo tiene estómago para ver... y aunque creas que lo tienes, igual te encuentras luego con ello y...». «Es algo que no gusta nadie porque te imaginas que van a ser casos de asesinatos, violaciones... Y no es lo mismo verlo en televisión que en vivo y en directo, con un caso real». Otra cosa bien distinta es, según comenta, tener que hacer de jurado en un juicio sobre un robo, un tema económico...
Pero Ricardo se resigna porque entiende que hay que colaborar con la Justicia. «Es algo que tarde o temprano nos tocará a la mayoría si se impone este criterio. Pero si sabes que son juicios sobre cosas muy graves, con imágenes y fotos delicadas, se revuelve el estómago, no es algo que haga gracia». Y eso lo dice alguien que, al dedicarse a la náutica, ha tenido que hacer frente a situaciones tan adversas como «atender ahogados». Pero, aun con eso, «es una cosa que no gusta». Sin embargo, insiste en que «hay que hacer el servicio a la sociedad. En un Estado de Derecho como en el que estamos tenemos derechos y obligaciones. Al final a todos nos gusta disfrutar de una buena justicia y de un montón de beneficios, pero también a veces hay que hacer ciertas cosas que no nos agradan por cumplir con la sociedad».
Aunque el hecho de ser uno de los 700 candidatos a jurado no implica que vaya a tener que participar en algún juicio, Ricardo es consciente de la «tranquilidad» que da el hecho de que son juicios en los que hay un juez (presidente del tribunal del jurado) «que puede cambiar la sentencia si lo que resulta de ese juicio no es lo que se ha visto». Es decir, «que no tiene porque ser lo que diga el jurado», con lo que, a su entender, «las garantías de la Justicia están aseguradas». «Es algo que tenemos que hacer todos salvo algunos casos concretos en los que te pueden eximir», razona.
Lo que peor ve de la posibilidad de ejercer de juez lego es el «trastorno» que supone perder una semana de trabajo, «porque entiendo que no son juicios cortos y te condiciona tu vida laboral». «Soy autónomo y la remuneración es simbólica. Por mucho que te paguen tienes que atender clientes, compromisos...».
Pedro Castro, vecino de Val de San Vicente y presidente de la Junta Vecinal de San Pedro de las Baheras, es otro de los 700 censados en Cantabria que aspira a ser miembro de un jurado popular. Este ganadero, de 58 años, que tiene un granja de producción de carne ecológica, recibió con «un poco de miedo» la carta de la Audiencia Provincial. «Cuando recibes cartas certificadas suelen ser avisos desagradables». Pero no era el caso, aunque lo que le había tocado era una «gran responsabilidad», una experiencia que no había vivido hasta el momento. «A veces no queremos tener responsabilidades, pero cuando vemos cosas que nos parecen injustas nos gusta opinar desde fuera de la barrera y eso es fácil». Por eso asume sin problema la posibilidad de tener que formar parte de un jurado. «¿Me tocó? Pues me tocó». Lo que tiene claro es que no se va a inventar ninguna historia ni mentira para librarse de esta responsabilidad. Eso sí, su abogado está consultando si el hecho de ser pedáneo de una junta vecinal es motivo de incompatibilidad.
Pero no es algo que le preocupe mucho a Pedro. Lo que mas le da «miedo», en el hipotético caso de que le llamasen para participar en la deliberación de un juicio, es «equivocarme» y que «me puedan engañar». «Los abogados ganan los juicios y, a veces, lo hacen con falsos testimonios». Aun así prefiere quedarse con la «buena fe» que pone un jurado, «que tiene que creer en lo que dice», aunque la decisión sea «difícil». «Al final de lo que se trata es de tomar la decisión más justa».
Entre los 700 candidatos que la Audiencia Provincial publicó el pasado lunes en el Boletín Oficial de Cantabria (BOC) algunos podrán librarse de ejercer de jueces lego. De hecho, en la carta que recibe cada aspirante se adjunta una documentación en la que se indican las causas de incapacidad, incompatibilidad y excusa, y el procedimiento para su alegación. Es el caso de Roberto Ruiz Argumosa, concejal de Presupuestos y Cultura, y portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Piélagos.
Tras certificar que podía librarse del jurado al ser miembro electo de una Corporación Local, Ruiz sintió «alivio» y «liberación» porque «no es algo que guste o no, es una responsabilidad importante». «No es una broma y más teniendo en cuenta el tipo de delitos en los que participa un jurado popular, que son de cierta gravedad».
El concejal socialista tiene muy claro que una cosa es ver los juicios en las películas americanas y «otra verte en uno sin tener conocimientos jurídicos y sin ser parte activa en el proceso». «Es mucho peso decidir si una persona es culpable o no. Esto no es un juego ni una tontería, no es un plato de buen gusto», apunta, al tiempo que cree que para ejercer de jurado hay que tener «buena fe» y «ser justo con el veredicto», asevera.
Elisabeth Calvo, directora de la residencia de la tercera edad, de Alienzo, en Cillorigo de Liébana, también es concejal, aunque en la oposición, en el Ayuntamiento de Vega de Liébana. Pero ella no ha pensado en aludir a ese cargo para poder liberarse de la responsabilidad de formar parte de un jurado. En su caso ha renunciado al cargo de jurado, alegando no solo que ejerce una profesión sociosanitaria como directora, sino también haciendo mención a sus «cargas familiares», que le impedirían acudir a un juicio, de al menos una semana, en caso de que escogiesen entre los 36 aspirantes que acuden a la sesión de elección del jurado. «Tengo tres hijos de tres a nueve años, estoy separada y no tengo con quién dejarlos», afirma rotunda.
Pero no es ese el único impedimento que ha planteado Elisabeth, que no sabe si le aceptarán su excusa. También ha hecho mención a la distancia entre su lugar de residencia, en Potes, y Santander, donde se celebran los juicios con jurado. «Tendría una hora de viaje todos los días. ¿Quién me iba a coger a los niños al colegio si mis padres están en Barcelona? Además, el ir de jurado no es una hora o dos, supondría estar en Santander todo el día y no me lo puedo permitir, es inviable».
Aquellos que decidan recurrir su elección tendrán que mandar sus excusas al juez decano de Santander, que será el encargado de resolverlas y después mandará hacer las rectificaciones o exclusiones que corresponda, comunicando su resolución a la Delegación Provincial de la Oficina del Censo Electoral y notificándola al interesado. Contra dicha resolución ya no cabe recurso.
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