Cantabria pelea por no quedarse en vía muerta

Los pactos que han hecho posible la investidura de Pedro Sánchez contemplan la cesión a Cataluña y País Vasco de sus respectivos servicios de Cercanías, que asumen con la financiación correspondiente. Esto quiere decir también que esos gobiernos podrán establecer sus prioridades y decidir en dónde centran sus inversiones, adaptando los recursos a sus necesidades.

No parece que la idea haya sido muy bien acogida por los trabajadores de Renfe y Adif, que ya han convocado cinco días de huelga en protesta por el acuerdo de traspaso. «Lo que solicitamos es la no segregación de la compañía Renfe en 17», explica el presidente de su comité de empresa en Cantabria, Manuel Cortines. «Lo que queremos es que se mantenga la calidad del servicio público y que no se segregue, aunque aún no disponemos de mucha información sobre el acuerdo». Otras fuentes sindicales reconocen su temor a que el fraccionamiento de las compañías pueda a afectar a las condiciones de trabajo, las salariales y al futuro y la estabilidad en el empleo.

¿Pueden afectar de alguna manera esos pactos a los planes a desarrollar en Cantabria? «Nosotros confiamos en que todos los compromisos con la región se tienen que respetar, y no vamos a cejar en el empeño de que así sea», afirma el consejero de Fomento, Roberto Media. «Lo que pacten con otros territorios en ningún caso puede ir en detrimento de Cantabria. Hay acuerdos en Cercanías que en estos últimos tiempos se están cumpliendo; esperamos que no haya retrasos, algo que no vamos a permitir por el hecho de que existan otros acuerdos: tenemos unos déficits que hay que solucionar y vamos a ser exigentes. Un cántabro no puede ser menos que un catalán o un vasco».

Su compañero de filas Íñigo Fernández, senador autonómico, se muestra algo menos convencido. «Nada hace pensar que en el futuro Cantabria vaya a ser una prioridad», indica. «Sánchez ha comprado votos a nuestra costa y ¿quién puede pensar hoy que las Cercanías de Cantabria son una prioridad para Pedro Sánchez? ¿Alguien puede ser tan iluso?».

Sin salir del ámbito del ferrocarril, los pactos de Gobierno contemplan el impulso a los corredores Atlántico y Mediterráneo, en especial a este último. Sin caer en el victimismo, Cantabria tiene razones para sentirse ninguneada en lo que respecta al despliegue de la red, sin hablar ya de la eterna espera a la llegada de la alta velocidad, prometida hace décadas.

Los cambios de paso del Gobierno regional respecto a la inclusión de Cantabria en el Corredor Atlántico tampoco han ayudado: la repentina apuesta por el tren a Bilbao del anterior Ejecutivo –un proyecto del que no existe siquiera el trazado definitivo–, autoexcluyó a la región de aquel plan, que ahora parece atraer al Gabinete de Buruaga, sobre todo después de que la patronal lo haya considerado prioritario para el desarrollo económico de la Comunidad.

En cuanto a la gratuidad del transporte público, prolongada en la región hasta 2026 como compensación al retraso en la llegada de los nuevos trenes, deja de ser una ventaja exclusiva de los cántabros, tanto por las exigencias de las formaciones con las que el PSOE ha pactado como por el propio anuncio realizado por el presidente: a partir del 1 de enero, jóvenes, desempleados y menores de edad no tendrán que abonar billete.

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