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Cenas familiares con aforo reducido

Cenas familiares con aforo reducido

Otra Navidad. La pandemia obligará a miles de familias cántabras a repensar este año la tradicional cena. El límite de 10 comensales, el toque de queda y las dificultades para viajar reducirán al mínimo las reuniones este año

José Carlos Rojo

Santander

Domingo, 13 de diciembre 2020, 07:32

De un lado están las restricciones impuestas por Sanidad: un máximo de 10 comensales y toque de queda a la una y media de la mañana. De otro, la propia responsabilidad de la gente, que frente al temor al dichoso patógeno, ha decidido multiplicar la prevención y autoimponerse restricciones aún más duras. Por una razón u otra, muchas familias cántabras reducirán drásticamente los comensales este año en la cena de Navidad. Y todos barajan razones de peso. Unos temen lo que pueda pasarle a los miembros más veteranos, o a quienes tienen una enfermedad de algún tipo; porque ambos perfiles tienen riesgo frente a la infección del covid-19. A otros les lastran las dificultades para viajar con los cierres perimetrales y con muchos transportes funcionando en mínimos. También cuenta quien teme que un positivo lo obligue a una inactividad laboral que no puede permitirse, dadas las circunstancias.

El Diario reúne a seis familias de la región que cuentan sus planes para esta noche. Que pasan por una cena de sólo convivientes, de gasto contenido y con poca actividad social previa. Para muchos, el menú será idéntico al de otros años pero en este caso no podrán saborearlo con todos los suyos. El reencuentro con los que están lejos se pierde esta vez;aunque el confinamiento ha enseñado a sentir cerca a los que están al otro lado de la pantalla. La tecnología, dicen todos los que hablan en este reportaje, «podrá salvar distancias». De hecho debe hacerlo, es casi una obligación para todos ellos. Porque el objetivo es ser cautos este año para poder seguir celebrando la Navidad en el futuro. Será 2021, o quizá se demore hasta 2022, pero la normalidad regresará, y para entonces «todos estaremos preparados para pasarla juntos de nuevo», advierten. Porque la esperanza es, precisamente, lo que va a mantener el ánimo de todos pese a unas fiestas que serán recordadas como las más frías de nuestras vidas.

Familia Argumosa | Cena de 10 miembros

«Somos casi convivientes, así que no hay problema»

En Vioño de Piélagos hay una casa que domina la localidad desde el monte. Allí viven tres familias con la abuela. «Tenemos la suerte de que como estamos aquí todos, en una casa que se dividió en tres para mi familia, la de mis tíos y la de mi abuela, pues al final es como si fuéramos convivientes», explica Pablo Aparicio Argumosa, uno de los más jóvenes del clan. La próxima cena de Nochebuena estarán los diez miembros. «Tendremos cuidado con la distancia y con las medidas de seguridad, pero es algo que hacemos todos los días porque estamos juntos a diario», explica Aparicio. Para ellos no habrá tampoco toque de queda, porque el tránsito de un hogar a otro se hace en dos pasos. «Poco va a cambiar respecto a otras fiestas que hemos celebrado otros años. Lo único que para apoyar al comercio local y la hostelería, vamos a encargar los entrantes y algunos platos fuera. Así, además de ayudar a los demás, manchamos menos en casa», concreta.

El mayor cuidado lo tendrán con la abuela. «Es mayor, tiene 88 años y hay que cuidarla y prevenir. Nadie quiere que se contagie porque como el virus ataca más a la gente mayor, no queremos jugárnosla antes de que esté vacunada. Así que a diario extremamos las precauciones con ella y lo haremos también esa noche».

Tampoco habrá mucha fiesta previa a la cena. «Otros años yo salía por la tarde con los amigos a tomar el vino por ahí. Mi padre y mis tíos también salían con la cuadrilla... Todo eso se va a cortar este año porque sería bastante imprudente hacer eso y luego venir a casa a cenar», explica.

Permanecerán en el hogar, en el monte, donde tienen espacio también al aire libre. «Si no hace mucho frío ni llueve, igual tomamos los entrantes en la calle. Lo mismo el día de Navidad, ya que otros años hemos comido fuera».

No faltará el lechazo de todos los años. «Es una tradición en casa. Todas las Nochebuenas mi abuela lo prepara y está buenísimo. También hace torrijas y sopa de pescado». Pero no olvida que será un año distinto. «Hay que ser responsable y seguir más pautas de seguridad, ya habrá tiempo de celebrar las navidades de siempre el año que viene o en 2022. Lo importante es mantener la cautela para que luego no venga un enero y febrero de contagios disparados».

De hecho, es el mayor temor que tiene de cara a los próximos meses. «Yo estoy teletrabajando desde casa pero hay mucha gente que lo está pasando mal no sólo en el plano de la salud, sino también en el ámbito laboral y económico. Debemos ser cautos para que luego no se recrudezca la situación de la pandemia».

Familia González García | Cenarán los cuatro

«Procuraremos que todo sea lo más normal posible por los niños»

Este año en la mesa no habrá cuñados, primos, tíos o abuelos:«Vamos a estar sólo los cuatro que vivimos en esta casa porque es lo mejor», zanja Laura García, madre de esta familia de cuatro miembros. En su hogar de Cabezón de la Sal brillan las luces de Navidad. «Lo importante es mantener los adornos y el espíritu festivo porque con niños tienes que intentar que todo sea lo más normal posible». Los pequeños, Valeria y Favio, mantienen la ilusión por estas fechas. «Ellos van a tener regalos como todos los años porque vendrán Papá Noel y los Reyes Magos. Eso es algo que no puede cambiar aunque haya pandemia».

Lo que sí cambiará será el número de comensales de la cena. «Solíamos juntarnos una noche con mi familia y por la mañana, en la comida, con la de mi marido; y llegábamos a ser hasta 16 ó 17 personas. Eso, evidentemente, este año no se puede hacer. Ya volveremos a estar todos juntos».

Lo que más pesará esta vez será la ausencia de los más mayores. «La abuela tiene 83 años y es un poco duro pensar que no voy a poder abrazarla y darle un beso, pero es que puede ser peligroso», cuenta. Y es que son varios núcleos familiares, cada cual con su trabajo y sus círculos sociales. Entre todos, hay bastantes posibilidades de que uno pueda ser portador del virus. «En esta casa ya lo hemos pasado y sabemos que no lo sufrimos de forma grave, pero como no se sabe si puedes reinfectarte o cómo es todo, es mejor tener cuidado y quedarnos este año en casa». El menú también adelgazará. «No tiene sentido poner cinco platos como otros años porque somos muchos menos. Habrá patés como entrantes, y langostinos, que le gustan a la niña. Después, lo que se nos ocurra».

Miguel San Emeterio | Cena él solo

«En mi trabajo me relaciono con mucha gente y temo por mi madre»

«Mi entorno de trabajo me obliga a relacionarme con mucha gente... Mi hermana vive en Cataluña y no va a venir esta Navidad con su familia y mi madre tiene una edad y puede tener riesgo. Al final, todo se conjuga para que lo mejor sea cenar cada uno en su casa». Miguel Ángel San Emeterio (40 años) parece no temerle a la nostalgia de esa noche cuando se encuentre solo en casa. «Lo importante es que sabemos que esto es pasajero y todo volverá a ser como antes. Todos estaremos preparados para pasar esa noche juntos de nuevo cuando se pueda». Dice que se dará algún capricho gastronómico, y que probablemente irá pronto a la cama. «Lo que también me ha preocupado siempre ha sido la situación laboral. No soy funcionario, tengo una empresa de la que viven varias familias. El positivo de alguien del equipo nos obligaría a una cuarentena y no podemos permitirnos dejar de trabajar», zanja.

Familia Gordo Ollero | Cenarán los tres

«Voy a echar en falta sobre todo a mis nietos»

El mayor problema de esta Navidad para la familia Gordo Ollero es que se desvanece la tradicional excusa para juntarse al menos una vez al año. Están muy unidos pero la distancia los separa demasiado. De las tres hermanas, Paloma vive en Madrid con su familia, y Olga en Clermont-Ferrand (Francia), con la suya. «Navidad es el tiempo en que siempre nos volvíamos a juntar todos, porque durante el año, al menos en Santander, estamos mi marido Santi y mi hija Laura, pero es una pena no poder celebrar la cena con todos. Voy a echar en falta sobre todo a mis nietos», explica Rosa Ollero, la madre de la familia. Entre todos suman once personas más los tres perros, «ellos nunca pueden faltar, claro», justifica Santiago Gordo, amante incondicional de estos animales.

«Son muchos nietos y mi marido y yo podemos ser de riesgo porque ya tenemos una edad. Lo mejor es no juntarse y esperar a que vengan tiempos mejores», razona Rosa. Echarán en falta los besos y los abrazos, «pero es que aunque vinieran, no podríamos achucharlos, así que casi es mejor que no se me presente la tentación», cuenta con ironía, porque sabe que no podría resistirse.

Habrá que interrumpir el tradición paseo matinal por la Virgen del Mar. «Era una costumbre que manteníamos todos los años. Íbamos por la mañana, antes de la comida de Navidad, pero este año no va a poder ser», lamenta Laura. Tampoco construirán la casa de galletas de jengibre, «pero todo es son cosas que volveremos a hacer en el futuro, eso seguro».

No habrá regalos esta vez. «He mandado dinero a todos, para que ellos compren lo que sea que necesiten, porque este año eso de mandar el paquete, no nos gusta», explican. En las otras Navidades lo pasaban en grande todos con el gran saco de regalos que dejaba Papá Noel a la entrada de su casa de Santander. «La mayor ilusión era ver a los pequeños con los ojos iluminados de ilusión al abrirlos, pero esta vez no va a poder ser». Y para el menú no se van a privar:aperitivos, marisco, cordero asado y turrones. «Y el champán, que no falte».

Familia Hoz García | Cenarán los dos

«Habrá que conectarse por videoconferencia para acortar distancias»

Rosa María García, de 63 años, se ha convertido este año en objeto de protección por todos los miembros de una familia que alcanza los ocho comensales en Navidad. «Esta vez no vamos a ser imprudentes, no vaya a ser que lo coja mi madre y tengamos que pasarlo mal». La filosofía de Manuel Hoz es la que imperará en miles de familias españolas en estas fiestas. «Entre mis cuñados, mis hermanas y mis sobrinos, nos juntamos muchos y no debemos hacerlo este año».

Ella tiene 63 años y aunque no tiene patologías previas, la edad puede convertirla en persona de riesgo. Por eso esta noche sólo cenará con su hijo, con quien vive. «Hay que mentalizarse y adaptarse a que este es un año atípico. Sólo nos queda esperar y tratar de hacer las cosas bien porque si a todos nos diera por hacerlo mal, ¿en qué punto estaríamos ahora?», razona él.

Los más pequeños son los que van a sufrir más la separación familiar. «Tienen entre 9 y 11 años y se nota que tienen menos ilusión, pero ya les hemos dicho que vamos a hacer todo lo posible por estar juntos, aunque sea de forma telemática. Conectaremos las webcams y por lo menos algo es algo. Este año habrá que tomar las uvas también con todos conectados a través del ordenador».

Para cenar habrá menos comida, con lógica, porque nada tiene que ver un menú para ocho personas con uno para dos;pero no tiene por qué perder el tinte de especial. «Procuraremos comer lo que más nos gusta. Nunca me privo de nada durante el año pero esta noche creo que hay que procurar hacer algo diferente, así que además de algún capricho me voy a comer lo que más me gusta:un chuletón como Dios manda», celebra Hoz.

Familia Aguilera Muñoz | Cenarán dos

«El año que viene celebraremos la Navidad dos veces, por 2020 y 2021»

«Si nos juntásemos todos íbamos a ser más de diez y no puede ser porque no está permitido. Además, todas las ramas de la familia tienen niños y no iba a dejar a ningún nieto fuera, está claro», zanja María Ángeles Muñoz. Entre todos han acordado que todo lo que se quede por celebrar este año se recuperará al siguiente en su casa de Castro Urdiales. «El año próximo tendremos doble Navidad y doble Nochevieja», avanza convencida la abuela de la familia. Pero esta vez cenará sólo con su marido, Francisco Aguilera.

«No es que tengamos una necesidad imperiosa de juntarnos, porque todos vivimos, dentro de lo que cabe, cerca, y por eso es sólo cuestión de esperar». De momento todos han logrado sortear la infección y prefieren que continúe siendo así. «No tengo ganas de saber cómo se pasa. No hasta que nos vacunen». «Se va a notar que no hay niños, no poder besar a mis nietos, pero ya llegará».

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