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La avalancha de contagios diarios que continúa trayendo esta sexta ola de covid, con cifras récord cada semana -2.630 se notificaron el martes-, genera otra en paralelo de tramitación de bajas laborales. Al ser gestionadas por los médicos de cabecera, todo el papeleo ... sobrecarga aún más a una Atención Primaria en pleno colapso. Esta labor administrativa, aunque consume muchos recursos de personal, resulta invisible a los ojos de los usuarios, pues se realiza de manera telemática, bien por teléfono o a través del correo electrónico. De ahí que en las visitas presenciales no se perciba esa sensación de atasco, como se pudo comprobar ayer en un recorrido por varios centros de salud de Santander. Pero hasta un tercio de la jornada diaria de los facultativos, en el mejor de los casos, se dedica a la gestión de bajas. En los ambulatorios con mayor saturación, todos los urbanos, puede llevarles hasta un 60% de su agenda. Un tiempo que se resta a las consultas ordinarias.
«Registramos una media de 2.000 peticiones de baja laboral al día», señala Teresa Ugarte, gerente de Atención Primaria. Una cifra que aumenta si cuadra algún festivo en medio, como ocurrió con el día de Reyes, o que se multiplica los lunes, con el acumulado del fin de semana. El papeleo acaba levantando un muro de tales dimensiones que obliga a reducir los servicios de este primer eslabón de la cadena sanitaria.
Hay menos tiempo para consultas, se limita la presencialidad y se prioriza sobremanera a quienes tienen cita por cuestiones indemorables o urgentes. Un contexto que unos usuarios entienden y otros no tanto. «Todos tenemos derecho a que nos atiendan bien», reivindicaba Margarita Peña mientras aguardaba su turno, pasadas las doce del mediodía, a las puertas del centro de salud de la calle Isabel II. «Entendemos que hay pocos profesionales, que la situación no es la mejor; pero aún con todo eso creo que se pueden hacer mejor las cosas. Hay que hacer algo para que esto funcione mejor», criticó esta usuaria. La mañana en los centros de salud de la capital cántabra, por norma general, transcurrió de forma tranquila. De forma intermitente hubo colas -no muy largas-. Alguna protesta entre dientes y, sobre todo, resignación.
Teresa Ugarte | Gerente de Atención Primaria
«No queda otra, hay que esperar, pero es una lata. Espero no tener una urgencia estos días, porque tal y como está la cosa, lo veo complicado», criticaba Alfonso Gutiérrez en el ambulatorio de Tetuán.
El problema de fondo es que la sexta ola aún no ha dejado de crecer. Los positivos continúan aumentando sin freno «y no sabemos hasta cuándo van a continuar haciéndolo», asegura Ugarte. Esto obliga a los profesionales de Atención Primaria a hacer el seguimiento a los miles de pacientes en aislamiento en casa con síntomas leves (fiebre, congestión nasal, dolores musculares, de garganta o cabeza), y a programar las pruebas PCR o de antígenos en los casos por confirmar (sólo con la prueba positiva hecha en casa no se concede la baja). Si a ese número en aumento se le añade la carga administrativa de los que tienen que justificar que no pueden ir a trabajar por culpa del covid, el quehacer diario de los médicos se ve absorbido por la pandemia.
Por eso, y como medida para aliviar el atasco de la Atención Primaria, se ha agilizado la tramitación de la baja laboral para los positivos de covid con sintomatología leve. Es una medida adoptada «desde hace algo más de una semana», explican en la Consejería de Sanidad. «Si no presentan factores de riesgo, en el mismo acto administrativo se tramita la baja y el alta a los siete días, una vez completado el periodo de aislamiento», señala Ugarte. La persona contagiada de covid que no pertenezca a un perfil de riesgo y presente sintomatología leve, podrá reincorporarse al trabajo tras la cuarentena de siete días. «El 85% de estos pacientes creemos que no va a precisar una baja más larga».
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La polémica se ha alimentado en los últimos días porque hay personas que han tramitado este acta única pero tienen síntomas transcurrida esa semana de encierro. «En ese caso, lo obligado es no ir a trabajar y ponerse en contacto de nuevo con el médico para que sea este quien considere la manera de proceder, porque probablemente pueda necesitar una ampliación de la baja», señalan desde Sanidad. Tramitar todo esto es labor complicada por la cuantía creciente de las solicitudes. Entre emitir la baja, generar la declaración obligatoria de cada caso a Salud Pública, rellenar el formulario, prescribir los fármacos que precise, etc, el facultativo pasa más tiempo colgado del ordenador o el teléfono que viendo pacientes en consulta.
El tapón ha llegado hasta tal punto que el Servicio Cántabro de Salud (SCS) decidió cerrar las agendas de citas programadas este mes de enero para centrarse en lo urgente. Con las líneas colapsadas de forma permanente, los profesionales comparten la sensación de que no dan abasto porque la demanda es inabarcable, mientras los usuarios muestran su hartazgo porque no logran contactar con su médico o con la enfermera. Desesperados, muchos acuden al centro a resolver sus dudas, a solicitar un test de antígenos, a por la baja que no le acaba de llegar, a por el tratamiento que le falta...
Ayer, pasadas las doce de la mañana había una decena de personas haciendo cola para entrar en el centro de salud de la calle Vargas, en Santander. Todos cogieron número para el turno; aunque la urgencia de cada cual era bien diferente. «Yo sólo vengo a por un papel y no entiendo por qué tengo que esperar tanto. Creo que sería más fácil si me lo hubieran enviado por correo», explicaba Pilar, una de las usuarias a la cola. A pocos metros del Ayuntamiento, en el centro de salud de la calle Isabel II, la confusión apareció porque nadie sabía a ciencia cierta dónde se realizaban los test de antígenos. «Sólo vemos un cartel que indica que esperemos en la calle pero aquí nadie te dice qué tienes que hacer», protestaba Margarita Peña. Tras un cuarto de hora, un celador salió y llamó a quienes aguardaban para realizar la prueba.
En Tetuán se han diferenciado mejor las colas de espera de quienes acuden por una cosa u otra. En los bajos se realiza la prueba de antígenos; arriba la consulta ordinaria. Sólo cuando la urgencia se declara en el propio centro, se forma un pequeño revuelo y quienes aguardaban a ser atendidos en el interior del edificio salen a la calle. En este caso, el indispuesto fue un hombre de 83 años, que desde allí mismo fue trasladado en ambulancia a Valdecilla. Una sanitaria tuvo que salir y organizar la cola. Esa figura, la del sanitario que sale a la calle para priorizar las peticiones de los que acuden cada día a los centros, se ha generalizado en muchos lugares. Y así seguirá, al menos, hasta que el covid vuelva a dar tregua.
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