Cocinero, deportista y «un chico estupendo»
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Familiares, amigos y compañeros de trabajo recuerdan a Carlos CubillasFamiliares, amigos y compañeros de trabajo coinciden en que la vida de Carlos Cubillas, Cubi, se movía impulsada por dos motores, sus dos grandes pasiones: el deporte y los fogones. El primero lo descubrió de niño, cuando comenzó a practicarlo en las escuelas municipales de ... Polanco. Allí comenzó jugando al fútbol y luego también se aficionó al atletismo. «Era muy bueno en ambos», cuentan quienes conocieron sus «habilidades innatas». «Estuvo practicando como cualquier chaval, hasta los 14 años, más o menos, y luego ya lo dejó». Formó también parte de la plantilla del Polanco Club de Fútbol. Vestía el número 7. Y cuando hace unos años abandonó la competición, mantuvo los «partidillos ocasionales» porque «en el fondo le gustaba mucho el deporte».
Su segunda pasión, que afloró de manera más tardía, fue la cocina. «Era algo que se veía claramente. Le gustaba muchísimo», relata Patricia Ortiz, gerente del hotel y restaurante Milagros Golf, en Mogro, donde el joven trabajaba desde hacía tiempo.
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Tomó la decisión al finalizar la Enseñanza Secundaria Obligatoria porque le gustaban los fogones y todo lo que rodeaba al mundo de la gastronomía. Decidió cursar esos estudios y optó por el módulo de FP de Cocina y Restauración que se imparte en el IES Besaya, en Torrelavega. Después, casi de forma inmediata, comenzó a hacer prácticas en Mogro, donde se quedó como ayudante de cocina del establecimiento.
Todos ayer en el hotel estaban consternados. «No entendemos qué ha podido pasar porque era, en todos los sentidos, un chico de lo más normal», justifica Ortiz, que recuerda cómo todos sus compañeros de trabajo le apoyaron desde el primer momento para instruirle en la profesión. En esos primeros pasos que se dan como ayudante para ir ganando experiencia de forma paulatina.
Vocaciones Estudió Cocina y Restauración en el IES Besaya y trabajaba en el hotel Milagros Golf
Deporte Practicó atletismo y jugó al fútbol. Vistió el número 7 durante varios años en el Polanco CF
Personalidad alegre Sus amigos y compañeros de trabajo aseguran que Cubi era una persona «muy jovial y amable»
«Él venía todos los días con mucha ilusión a trabajar y eso es porque se notaba que le gustaba lo que hacía. Estábamos encantados con él y ahora estamos todos destrozados porque le vamos a echar mucho de menos. Era una persona muy amable y muy alegre. Cuando llegaba a su puesto siempre tenía buenas palabras y al final te alegraba el día», confirma la responsable del hotel, que en todo momento insiste en destacar que era «un chico estupendo, excepcional». «Nunca, jamás, tuvimos un problema con él», repite. Por eso en su ámbito laboral ha sido tan complicado comprender lo sucedido el pasado sábado en la estación de tren de Boo de Piélagos.
La alcaldesa de la localidad, Rosa Díaz, una de las pocas personas en Polanco en hacer declaraciones a los medios cuando el pasado domingo cerca de 500 vecinos del pueblo se concentraron frente al Ayuntamiento en apoyo a la familia del chico, quiso «condenar todo tipo de violencia», más cuando el resultado fue la pérdida de la vida «de alguien tan joven, que solo venía de pasar una noche con sus amigos». Ella, como tantos otros familiares y amigos, ha preferido la prudencia y el silencio para preservar la intimidad de sus seres más queridos, que en estos momentos están atravesando un momento de «gran dolor».
Lo confirmó el único integrante de la familia que ayer accedió a comunicarse con este periódico, su tío Celestino Trueba. «Estamos todos destrozados porque no entendemos nada de lo que ha sucedido. Estamos a la espera de que la Guardia Civil nos cuente qué ha pasado», revelaba ayer a primera hora de la mañana, muy afectado por lo sucedido, al mismo tiempo que en los juzgados de Las Salesas de Santander los dos detenidos por la muerte de su sobrino ingresaban en prisión provisional sin fianza.
«Necesitamos que todo se aclare y que nos digan qué ha pasado, porque estamos muy mal», aseguraba para justificar su incapacidad de asumir lo ocurrido. «No tenemos constancia de que tuviera ninguna enemistad con nadie. No sabemos nada de que hubiera tenido peleas con nadie. No se entiende nada de lo que le ha pasado», insistía.
En el funeral oficiado ayer en la iglesia parroquial de Polanco, todas sus familias –la biológica, la de sus amigos y la profesional– despidieron a Carlos Cubillas en respetuoso silencio. Solo en algún corrillo, entre susurros, una y otra vez se repetían las mismas definiciones: «Un gran tipo», «una gran persona», «inolvidable»...
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