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La hostelería no es un sector nuevo para Vanesa Lázaro porque lleva trabajando en diferentes establecimientos en el País Vasco y Cantabria desde los 18 años. «Es un trabajo que me gusta», resume. Aunque durante un tiempo sacó una oposición y ocupó un puesto como ... funcionaria, pero una vez terminado aquel contrato, recuperó su sitio en el sector. «El trabajo para mujeres sin estudios concretos estaba muy limitado a la hostelería o a la limpieza», comenta. Además, en ese inicio de su vida laboral, se topó con otro problema: en los primeros años estuvo sin contrato o terminaba haciendo más horas de las acordadas. «Tengo 10 años trabajados, pero sin cotizar porque se daba mucho esa situación de no contratarte o hacerlo por menos horas de las que luego te tocaban», relata. Una realidad que ha afectado a muchas mujeres y que ella pelea por dejar atrás desde que arrancó su propio negocio: «Como he estado en el otro lado, yo no hago las cosas así».
Y es que en 2018, a pesar del vértigo de emprender, optó por dar el salto y abrir su propio restaurante en el Polígono Empresarial Morero, en Guarnizo (El Astillero). «Decidí dejar de trabajar para otros y empecé un negocio propio para tener más tiempo». O al menos ser dueña de sus horas. Porque si algo caracteriza a la hostelería es ser un trabajo «muy sacrificado» que supone muchas horas diarias. Tantas que organizarse y sacar tiempo para cuidar de los hijos era casi tarea imposible. «Conciliar es complicado, tienes que andar de un lado para otro, pero es lo que hay», añade. Hasta ahora su horario ha sido prácticamente «de lunes a lunes» durante muchos años. Por eso se tiró a la piscina y buscó un establecimiento en un polígono que le permitiera «librar los fines de semana y tener tiempo para disfrutar un poco». Ese fue el único remedio que encontró.
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Para Vanesa fue mucho tiempo dedicado al curro y llegó el momento de «lanzarse al verde, como digo yo», comenta entre risas. Una decisión de la que se muestra orgullosa y «contenta» porque le ha permitido organizar mejor su vida familiar. Ahora es ella la que marca sus horarios y puede pasar más tiempo con su pequeño. A pesar de las dificultades de poner en marcha un negocio de hostelería -a lo que se ha sumado el paso de la crisis sanitaria-, Vanesa anima a emprender a cualquier mujer que tenga la ilusión de hacerlo porque cree que «si quieren, podrán hacerlo y sacarlo adelante, aún requiriendo mucho esfuerzo».
Ella, personalmente, se ha sentido siempre apoyada y ha recibido bastantes ayudas para arrancar «aunque solo te las dan si cumples unos rangos de edad concretos y eso no me parece bien. Una mujer puede emprender a los 30 y a los 50. Eso da igual», comenta.
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