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¿Es correcto utilizar agua del mar para extinguir un incendio?
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La Consejería de Medio Rural asegura que no existen consecuencias para la tierra mientras los ecologistas indican que altera el ph del sueloLa bahía de Santander acaparó durante el pasado domingo y el lunes las miradas de todos los transeúntes. Pero esta vez no fue por su belleza, sino por los dos hidroaviones de la Unidad Militar de Emergencias (UME) que cargaban agua de manera constante para sofocar las llamas de los incendios activos en la región. La operación se realizaba en pocos minutos y de manera cíclica. La aeronave llegaba, se acercaba al agua con las compuertas abiertas, recogía todos los litros posibles, levantaba el vuelo y se dirigía a algún fuego sobre el que soltar la carga.
Por qué se eligió esa ubicación para recoger agua no tiene mayor explicación que la comodidad. «Es cuestión de proximidad. Hubiera sido más complicado desplazarse hasta el pantano del Ebro y tener que atravesar toda la cordillera –algunos de los incendios que más hectáreas arrasaron se desarrollaron en Ruesga, más cerca de Santander que del embalse–», explican fuentes de la Consejería de Medio Rural. «La bahía era la mejor zona por proximidad y facilidad de carga». En cuanto a las consecuencias desencadenadas de utilizar agua salada en lugar de dulce, aseguran que los efectos ambientales para los montes y la tierra «son cero».
Una afirmación contundente y escueta a la que los ecologistas añaden matices. «La sal marina modifica el ph del suelo y es muy corrosiva. En zonas agrícolas no se usa porque daña los cultivos, aunque en zonas forestales es difícil que alguien aprecie esos efectos negativos», apunta Florencio Enríquez, de Ecologistas en Acción, tras debatir el asunto con otros miembros de la entidad. También añade que la cantidad de agua salada que llega al suelo en este tipo de acciones «es muy pequeña» y que el efecto de los incendios es mucho más perjudicial, «demoledor para los ecosistemas forestales, para el suelo y para la erosión». Ana Palomera, bióloga y miembro de la misma organización, afirma que «es una medida desesperada para paliar un mal mayor». Consideran que en esta situación extraordinaria, terminar con las llamas es prioritario y justifica el uso de agua del mar.
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Mientras los hidroaviones requieren un espacio grande y abierto para recoger agua, los helicópteros, como el que gestiona el 112, tienen muchas más facilidades. Se cargan en depósitos que están repartidos por toda Cantabria para este tipo de situaciones. «Son grandes tanques, similares a los silos», comparan fuentes del 112. «Aunque suelen cargar siempre en este tipo de infraestructuras, en caso de emergencia también pueden hacerlo en otro sitio: en pantanos, ríos... incluso en la piscina de una casa». Con la llegada de los hidroaviones de la UME, tuvieron que coordinarse y dividir las zonas de actuación «para no malgastar medios ni concentrar varias aeronaves en un mismo lugar». Respecto al uso de agua salada, estuvieron de acuerdo en que «siempre será mejor que el fuego».
La presencia de los hidroaviones del ejército en la región fue coordinada y planificada con el aeropuerto Seve Ballesteros y la torre de control. «Cualquier aeronave que acceda al espacio aéreo de Santander y su entorno debe organizarse con nosotros, no es nada extraordinario», afirman desde Aena.
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Rocío Mendoza | Madrid, Lidia Carvajal y Álex Sánchez
Álvaro Machín | Santander
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