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Vía crucis prematuro

Vía crucis prematuro

Mesa de redacción ·

Teresa Cobo

Santander

Lunes, 23 de marzo 2020, 17:36

La Semana Santa se acerca y todos tenemos el mismo plan para estas vacaciones: quedarnos en casa. Este año hemos adelantado el vía crucis. Todos soportamos la pesada cruz del coronavirus, aunque la carga no se reparta por igual. En cada parada nos desequilibra la pérdida de portadores que se quedan por el camino. Tenemos calvario para rato. Casi es mejor no fijarse en las cifras, por higiene mental. Ya sabemos que van a ser malas y que el número de infectados y de fallecidos en España va a crecer de forma escandalosa durante esta semana.

En los próximos días eclosionará el grueso de contagios previos a la declaración del estado de alarma y al confinamiento social. Ahora se ha demostrado que el periodo de transmisión de la enfermedad Covid-19 es de hasta tres semanas y que las personas portadoras del patógeno causante, el SARS-CoV-2, pueden ser asintomáticas. Desconocemos si somos propagadores. Hemos podido convivir con el bicho sin sospecharlo. Por eso el aislamiento es crucial y por eso hay que esperar para comenzar a notar los resultados de este esfuerzo colectivo insoslayable.

«Lo peor está por llegar», reiteran las autoridades, y nos toca apechugar con ello. Les pasará a algunos de ustedes, o les ocurrirá en estas dos próximas semanas, que entre sus colegas de trabajo, entre sus amigos o entre sus familiares hay contagiados que deben permanecer aislados en sus casas o en los hospitales. No podemos hacer otra cosa que respetar las indicaciones de los expertos, mantener la calma y seguir cada uno en su sitio y en su función, arroparlos desde la distancia, a ellos y a sus allegados, obligados a la separación, y dejar que el personal sanitario haga su trabajo. Van a ser semanas «muy duras», lo advirtió el presidente Pedro Sánchez, y «van a poner a prueba todas nuestras capacidades». Pues vamos a ello. ¿Queda otra?

Les contaba hace unos días en estas cartas de El Diario a sus lectores que en el periódico estábamos todos bien, que no había entre nosotros ningún caso positivo, sólo algunos periodistas sin síntomas en cuarentena preventiva. Ahora sí tenemos un compañero enfermo e ingresado en Valdecilla. Confiamos en la fortaleza que siempre ha demostrado. Le enviamos todo nuestro afecto y apoyo moral. Resistirás, resistiremos. (Allá van, hasta la planta séptima, ciento y pico emoticonos de bíceps).

Hoy aplaudimos a esos otros confinados, a los pacientes aislados en los hospitales que batallan cuerpo a cuerpo contra el bicho. En el incesante torrente de números, sólo vamos a pescar los buenos. Ya son 3.355 los enfermos curados que han recibido el alta en España; en Italia, que es nuestro referente más inmediato, las cifras de infectados y fallecidos han comenzado a ser inferiores a las de los días previos, aunque aún sean muy altas; en China, origen del foco, ya hay cero contagios locales, y los pocos que se detectan son importados. Saldremos de esta.

Merecen una ovación cerrada los mayores, esa población de más de setenta y ochenta años que teme ser la primera en caer y la última en encontrar espacio en la UCI, porque están oyendo demasiadas cosas, porque se subraya en las estadísticas que casi el 70% de los enfermos que mueren tiene más de 80 años, como si ello contribuyera al alivio general. Algunos están en las residencias, que atraviesan apuros y precisan ayuda. Pero hay muchos hombres y mujeres de avanzada edad solos en sus casas que nos dan ejemplo cada día, que cumplen las recomendaciones sanitarias, que no se quejan, que tienen energía para rato, que son independientes, que tienen miedo, como todos, pero lo afrontan con entereza y no pierden el sentido del humor: «Como nos pille el bicho a los viejos, apañados vamos».

«Lo peor está por llegar» también en la economía. Las empresas lo tienen cada vez más difícil, con trabajadores contagiados en las plantillas, almacenes colmados de estocajes, falta de suministros, caída de pedidos, ausencia total de clientes. Los periodistas de El Diario Jesús Lastra y María Ángeles Samperio están cansados de dar malas noticias en la sección de Economía, pero esa es la realidad y hay que contarla, aunque esta coyuntura excepcional tiene otra cara, y se esmeran también en reflejarla: la de los empresarios que ya piensan en otro futuro, y la de las compañías y negocios que, a la vez que prosperan, pueden contribuir a la salida de la crisis sanitaria con producción de mascarillas, equipos de protección, artículos de higiene y de alimentación, prestación de servicios ahora urgentes e imprescindibles...

¡Vaya días nos esperan! Vamos a darnos ánimo unos a otros, que no hay riesgo de desabastecimiento, porque todos podemos fabricarlo en casa con un poco de esfuerzo. Cuando a uno le falte, que otro se lo envíe. Y siempre nos quedará el balcón. Hoy saldré de nuevo a aporrear el cazo, no para protestar, sino para que me oigan mis vecinos. ¡Vivan los 'ochentañeros'! Va por ellos y por todos. Subo el volumen del móvil: «Resistiré, para seguir viviendo. Soportaré los golpes y jamás me rendiré...»

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