Manuel González Morales
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Manuel González Morales
El 25 de julio de 2023, cuando sus compañeros del grupo de espeleología Ábrigu descubrieron nuevas pinturas rupestres en las paredes de una sala que permanecía inexplorada de la cueva del Linar, en La Busta (Alfoz de Lloredo), faltaba él. «Una pena, me apunto a ... casi todas pero ese día no estaba», recuerda con pena Manuel González Morales, catedrático de Prehistoria y divulgador. «Exploraban zonas nuevas y se encontraron con ese premio», cuenta sobre un hallazgo que se completó con la aparición del cuerpo de un hombre del siglo IV y un puñal del II antes de Cristo.
–Vaya premio.
–Son cosas que pueden pasar justo ahora, cuando se está potenciando la exploración de zonas que aún están sin cartografiar.
–Recientemente se han documentado más de 200 kilómetros de túneles y pasadizos en el sistema alto del Tejuelo (entre los valles de los ríos Miera y Bustablado). Ya es la segunda cueva más grande de Europa.
–En el caso del Linar, para hacernos una idea, hasta el 2020 se conocían siete kilómetros y en estos cuatro últimos años se ha pasado a cartografiar cincuenta. Hay muchos grupos de espeleología con gran nivel en la región que están documentando muchos espacios. Y cuando se hace eso, en cualquier momento puede saltar otra sorpresa.
–Ya han comentado en más ocasiones que muchos de esos yacimientos se perdieron para siempre bajo el mar.
–En aquel clima postglaciar muchos de los asentamientos estaban cerca de la costa, que estaba más retraída. Como el nivel del mar subió, sólo podemos encontrar vestigios de aquellos tiempos en las zonas más altas. Lamentablemente hay muchos yacimientos, probablemente los más poblados, que se han perdido en el mar, efectivamente.
–Este hallazgo que han presentado a inicios de semana, puesto en contexto, parece muy importante.
–Podemos decir que no es La Garma, para entendernos, pero sí que es muy importante también. Lo bueno que tiene esta cavidad es que ha estado cerrada y en buenas condiciones de humedad y temperatura durante mucho tiempo, lo que permite que lo que hay allí dentro se haya conservado muy bien.
–Lo más delicado es esa vaina de puñal.
–Por eso una profesional del Museo de Prehistoria de Cantabria (Mupac)se trasladó al lugar para extraerla y ahora se está ocupando de restaurarla y conservarla.
–¿Cuando prosigan con la investigación, puede que aparezcan más elementos relacionados?
–Es factible que se trate del ajuar de un guerrero. Hay ejemplos en otros entornos funerarios donde se entierran las cenizas de la persona con este tipo de enseres. No descartamos que podamos encontrar más cosas cuando comience el proyecto de excavación. Con los restos del hombre sucede algo parecido. Queremos estudiar bien esa mandíbula para saber de qué se alimentaba ese hombre, por ejemplo, lo que nos puede dar mucha información sobre la época en la que vivió y quién era. Pero hay otros huesos de animales que pueden ser también muy importantes para ayudarnos a leer la cueva.
–¿A qué se refiere?
–A que estudiando la edad de los huesos de los osos cavernarios que se encuentran en el interior, podemos averiguar cuando el paso quedó cerrado. A día de hoy, ningún oso podría acceder al interior. Ese es un ejemplo que nos podría ayudar también a fechar las pinturas.
–Dijeron que se encuentran en una estructura estalagmítica.
–Tienen una posición delicada y por ello no se han podido observar todavía con todo detenimiento. Por eso es importante ahora elaborar un buen proyecto de investigación que nos ayude a seguir con los trabajos en el Linar.
–¿Hace falta más dinero, más medios?
–Soy algo crítico con eso. No siempre es cuestión de dinero. A veces, en arqueología, las cosas llevan sus tiempos, y no porque haya más dinero puede avanzar más la investigación. Me explico, porque intentemos meter más gente a investigar en el Linar, no podemos hacerlo porque el espacio es el que es. Lo que sí es importante es que haya continuidad en la financiación de los proyectos. Que quienes firman las partidas para estas investigaciones tengan en cuenta que tienen que ser a varios años vista, y que si no se finalizan, no valen para nada.
–El nuevo Mupac ayudará a que todas estas reliquias encuentren mayor espacio expositivo.
–No es tan importante el espacio expositivo como el relato de lo que se quiere contar. De hecho, no es Cantabria una región especialmente rica en todo lo que tiene que ver con la Prehistoria. Tenemos una riqueza espectacular en todo lo que tiene que ver con el Paleolítico, pero no tanto como otras regiones colindantes en lo referente al Neolítico, por poner un ejemplo. Creo que el gran desafío del Mupac es crear un buen discurso que ayude a comprender bien la Prehistoria y que, al tiempo, sirva también como instrumento para explicar que las cuevas son un bien delicado que hay que preservar.
–¿A qué se refiere?
–A que cada vez más estamos viendo que se están planteando más y más restricciones en el acceso a ciertas cavidades como las del Castillo. Es lógico porque el deterioro que sufra el arte rupestre no se recupera y tenemos la responsabilidad, como generación, de conservarlo para las que están por venir. Hay que saber explicar bien eso en el museo y también plantear alternativas, réplicas, por ejemplo, para que quien no haya estado nunca en la cueva de las Monedas, pueda contemplar lo que hay dentro. No se trata de elitismo, sino de conservación. El ejemplo lo tenemos en Altamira. No podemos tolerar que vuelva a suceder.
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