La declaración de la Unesco multiplicará la visibilidad de Costa Quebrada

Santander. Todas las fotografías de Costa Quebrada que llenan los catálogos de turismo de Cantabria, con puestas de sol sobre acantilados descarnados y olas estampándose en rocas plegadas donde los estratos se han verticalizado como si quisieran crecer hacia el cielo, tienen mayor valor desde este pasado domingo, cuando la Unesco anunció que incluirá este espacio en el selecto grupo de los 213 geoparques que existen en el mundo. Es, a efectos prácticos, el reconocimiento internacional a uno de los enclaves naturales más característicos y conocidos de la región, que supone algo más del 5% de su superficie –y una sexta parte de la línea de costa– y que incrementará la visibilidad de Cantabria al incluirla en uno de los catálogos más importantes del mundo. La decisión es ya inapelable, aunque la formalización de la distinción no llegará hasta abril de 2025.

Culmina así la larga aspiración de un colectivo social, el de la Asociación Costa Quebrada, que ha pasado años batallando: trámites, evaluaciones, discrepancias con las administraciones y un sinfín de avatares encaminados a hacer realidad lo que comenzó siendo el sueño de un hombre. Jesús Mojas, expresidente de la asociación, fue quien ideó esta denominación hace ya más de dos décadas, quien más peleó porque la Unesco integrara a Cantabria en su grupo de espacios distinguidos, pero falleció el pasado mes de marzo sin ver su cumplido sueño. El domingo, todos sus compañeros de la asociación recordaban su labor. Viola Bruschi, profesora e investigadora de la Universidad de Cantabria (UC), estuvo en ese equipo que desde hace algo más de veinte años creyó que esta meta era alcanzable. «Hemos pasado muchas cosas y hemos trabajado mucho hasta lograrlo, por eso estamos muy felices», señala la responsable científica de la Asociación Costa Quebrada.

Hay un sustento geológico sobre el que se levanta todo el parque. «Digamos que esto es un claro ejemplo de una costa acantilada en erosión», expone Bruschi. Gracias a la accesibilidad y a la concentración de estos fenómenos geológicos en un espacio muy pequeño, se puede observar una gama de morfologías de costa tan variada que se corresponde con las diferentes etapas de una costa acantilada en retroceso. Es, en términos geológicos, un sinclinal que afecta a materiales del Cretácico Superior y del Paleógeno y que se extiende por una superficie muy amplia, no solo en la línea de costa propiamente dicha, sino hacia el interior, también incluyendo todas las formaciones kársticas que dan lugar a entramados de cuevas complejos.

«Tiene su base en roca caliza, arenisca y sedimentaria que se ha plegado por la dinámica de placas y que ha dado lugar a fenómenos como los que se pueden ver a simple vista en La Arnía, donde los estratos, que deberían estar horizontales, se han verticalizado por el efecto de esas fuerzas tectónicas», explica la profesora de la UC.

Pero si la geología es el sustento de todo, la distinción de la Unesco no habría llegado nunca de no estar arropada con todo un modelo de gestión holístico que integra la protección natural, la gestión social y económica, patrimonial, cultural y hasta divulgativa.

Los geoparques mundiales de la Unesco están diseñados para «mejorar las vidas de sus habitantes a través de una estrategia de desarrollo económico sostenible y respetuoso», concreta la organización en su página web. Esta figura de geoparque comenzó a declararse en el año 2000 para crear una Red Europea que cuenta con un ejército de seguidores. Un turismo especializado que se mueve por todo el mundo en busca de estos enclaves naturales de alto valor natural y sociológico. Y no abren la puerta de su club con facilidad.

Uno de los primeros pasos, ineludible, es la protección natural. Se trata de una condición previa que toda candidatura debe ostentar. A Costa Quebrada le llegó en abril de 2021 y resultó ser el paso decisivo que aceleró el proceso hasta la última distinción de la Unesco. El área entre San Juan de la Canal y la desembocadura del Pas quedó definida entonces como Global Geosite, lo que acreditaba su relevancia científica de rango mundial.

«Por eso insistimos que el geoparque no es una figura de protección, sino de gestión», insiste Bruschi. De ahí que la extensión del la nueva distinción tenga como fronteras los límites municipales de los ocho ayuntamientos integrados: Santander, Camargo, Santa Cruz de Bezana, Piélagos, Miengo, Polanco, Suances y Santillana del Mar. «Estamos hablando de que, al ser una figura de gestión, lo que nos interesa es la frontera municipal», aclara la profesora de la UC.

«Para la conservación y el aprovechamiento social y cultural del patrimonio geológico es necesaria una participación lo más amplia posible, lo que se traduce en la creación de una red densa de actores que colaboran en diferente medida en la consecución de los mismos». Para ello se firmó un convenio en 2015 para aunar a diferentes instituciones y organizaciones que compartieran los principios del parque y su visión de futuro.

Los folletos describen ya a Costa Quebrada como un espacio de 270 kilómetros cuadrados en superficie que comprende también otros 75 de áreas marinas circundantes con un alto valor geológico, geográfico, histórico, ambiental y paisajístico. Una oferta de la Unesco que se une al de otros atractivos ya distinguidos por la organización en Cantabria, como la cueva de Altamira, que fue incluida en el año 1985 en su Lista del Patrimonio Mundial. En definitiva, es lo que le faltaba a este enclave natural para alcanzar la cima de su potencial turístico.

«Es algo que no debe preocuparnos, pero sí de lo que debemos ocuparnos», matiza Bruschi sobre este espacio que a partir del próximo abril habrá entrado oficialmente en el selecto grupo de los 213 territorios del mundo que combinan conservación y desarrollo sostenible e involucran a sus poblaciones locales.

«Hay mucha gente que viene a Cantabria para ver esta costa y ahora, obviamente, serán muchos más. La clave está en saber gestionarlo bien para que sea un turismo de calidad y para que nos sirva también para desestacionalizar esta industria que, además, también visitará las zonas de interior porque el geoparque no va a estar localizado solo en los acantilados», razona la investigadora de la UC.

Fue una de las ideas que también ayudaron a que los inspectores de la ONU, Helga Chulepin y João Carlos Nunes, tomaran la decisión. Ambos visitaron Cantabria el pasado julio para comprobar si efectivamente merecía estar entre los «territorios únicos y unificados del mundo».

Recabaron toda la información y lo remitieron al 'Council' –un órgano superior–, que terminó por comunicar su decisión este pasado domingo. Tanto Chulepin como Nunes se mostraron cautos en aquella fase previa: «El Geoparque Costa Quebrada tiene singularidades muy particulares y de gran valor internacional y global», aseguró la uruguaya, que pertenece a la red internacional desde el año 2011 y que ha realizado catorce evaluaciones. Valoró muy positivamente «la cohesión de la sociedad a favor de este desarrollo sostenible, de la educación y de la conservación, y de la promoción de los patrimonios».

Su compañero, el portugués João Carlos Nunes, doctor en Vulcanología, fundó el Geoparque de las Azores en 2009 y ha evaluado otros cuatro territorios. Para Nunes, Costa Quebrada «es un territorio impresionante con un valor patrimonial muy importante que va mucho más allá del geológico, también tiene como gran fortaleza su biodiversidad y activos culturales». Ambos dieron su aprobado al examen cántabro, que ahora contará con una distinción con la que poder presumir, una vez más, de un enclave natural único en el mundo.

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