Más de 70 docentes diseñan ya el currículo autonómico de la ley Celaá

Cantabria puede decidir estos currículos al 40%, mientras que el sesenta por ciento restante corre a cargo del Ministerio. La parte que emana del departamento que dirige Pilar Alegría aún no se ha oficializado, pero la Consejería de Educación y FP ha optado por poner a rodar su maquinaria porque se trata de un trabajo de meses, concienzudo, que exige coordinación. «Nos hemos anticipado. No podemos esperar a enero», revela Javier Gutiérrez, director general de Personal Docente y Ordenación Académica. Anticiparse, añade Gutiérrez, permitirá aprobar los decretos de forma holgada y con margen para que calen en la comunidad educativa.

Educación ya ha configurado los grupos de trabajo, que se dividen por etapas o asignaturas, dependiendo del caso. Cerca de setenta profesores cántabros los componen. Ocho inspectores velan por que todo transcurra de forma correcta, sin dudas. En Infantil y Primaria se han diseñado grupos básicos y otros por especialidades, como Inglés, Educación Física y Música. En Secundaria -ESO y Bachillerato-, la estructura es algo más compleja, revela Gutiérrez, es decir, hay más grupos vinculados a las especialidades. Todos, en cualquier caso, trabajan desde la pasada semana para tener sus conclusiones listas, como tarde, en febrero.

El director general contextualiza el trabajo de estos profesores e inspectores. En la cúspide, a modo de paraguas, están los objetivos de desarrollo sostenible y las ocho competencias educativas clave que derivan de ellos. Yendo a la ley, están, a grandes rasgos, las competencias específicas, los criterios de evaluación, saberes básicos y situaciones de aprendizaje. Los grupos trabajo se centrarán en estas tres últimas cuestiones. En las sesiones de apertura, Gutiérrez y su equipo han explicado todas estas capas. A partir de estas explicaciones y de los borradores y el resto de documentación, profesores e inspectores se han puesto manos a la obra con una ley que, indica Gutiérrez, «deja más margen» a los centros.

Marcelino Cortés forma parte del grupo de Secundaria, especialidad Lengua y Literatura, junto con otros dos compañeros. Tras 33 años de trabajo, esta es su quinta ley orgánica y Cortés conoce bien lo que cuesta llevar del papel al aula todos los cambios normativos. La asignatura que tiene entre manos es obligatoria y mantiene con la Lomloe gran peso curricular.

El grupo está organizado. En el encuentro con la inspectora que les coordina, acordó la metodología de trabajo: reuniones semanales y el punto de partida en 1º y 2º de la ESO. Su trabajo tendrá a partir de ahora mucho que ver con la contextualización. No se trata tanto de añadir nuevas competencias o de crear nuevos epígrafes, como de «rediseñar, reformular, redistribuir o ampliar» dos asuntos: los criterios de evaluación y los saberes básicos. La meta es matizar y concretar.

Yendo a lo más concreto de su tarea, ¿cómo puede plasmarse la realidad cántabra en el currículo de la asignatura? Si bien en materias como Geografía e Historia esta huella parece más evidente, en Lengua y Literatura se pueden hacer aportaciones. Un ejemplo: si se estudia la novela realista, ahí emergerá José María de Pereda.

En unos meses, el grupo elevará sus conclusiones a la Consejería -el proceso, en cualquier caso, es garantista y pasa varios filtros-. Lo mismo hará el de Filosofía. Esther del Valle es una de sus integrantes. Como novedad, los saberes básicos contemplan por fin figuras de filósofas: desde Hipatia a María Zambrano, pasando por Mary Wollstonecraft u Olympe de Gouges. Cuestión aparte es que la Filosofía ha perdido carga lectiva en la ESO a causa de la Lomloe y que sus docentes tratarán de pelear esta cuestión.