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Referirse a la vacuna contra el covid como la luz al final del túnel se ha convertido ya en tópico, pero define perfectamente el sentimiento de quienes llevan batallando directamente contra la enfermedad desde el inicio de la crisis sanitaria. Ahora de lo que se ... trata es de acortar el trayecto por ese tramo oscuro, un recorrido que no admite descuidos.
El trabajo diario en los centros arrincona la ilusión ante la llegada de la vacuna: hay expectación y muchas esperanzas, pero las residencias aguardan más información e instrucciones concretas sobre la inmunización, que aún no ven inminente.
«La ilusión todavía queda un poco lejos, porque el efecto de la vacuna no va a ser inmediato, y aún lo vemos como a medio plazo», reconoció la directora de San Cándido, Gema de la Concha. «Hay incertidumbre: no tenemos información respecto a cómo va a ser el proceso de vacunación o cuándo nos va a tocar. Los residentes y profesionales estamos a la expectativa».
De la Concha explicó que ayer mismo acababa de llegar un correo electrónico para empezar a tramitar el conocimiento informado, el consentimiento a recibir la vacuna. Mientras, el centro santanderino lucha por recuperar la normalidad tras el brote de covid sufrido. «Todavía estamos en el día a día, pero la vacuna es una ilusión, un futuro que antes no veíamos».
También tienen mucha tarea en la residencia San Francisco I de Reinosa, que ha sufrido un duro ataque del virus en la segunda oleada de la pandemia. «Seguimos trabajando con muchísima precaución y preocupación», manifestó su director, Juan José Lázaro, para quien la vacuna supone «un pilar más» para evitar que las consecuencias del covid sean tan graves como hasta ahora.
«La población está lo suficientemente informada como para saber que la vacunación de hoy no significa que mañana esté todo resuelto: son planificaciones a medio o largo plazo. Desde nuestros centros residenciales lo estamos esperando como agua de mayo –esperemos que sea un agua muy anterior a mayo–. Lógicamente, al atender a personas en situación de vulnerabilidad, todo esto mejora las expectativas».
No obstante, Lázaro añadió que, hasta el momento, la única comunicación oficial que han recibido al respecto ha sido el aviso de que mantengan «todos los datos actualizados».
«No estamos ilusionando a la gente con la vacuna –admitió Idoia Soto, directora y trabajadora social de Villa Cicero (Bárcena de Cicero)–: si lo hago viene el bombardeo de preguntas, y no tengo nada de información».
«Ahora estamos sondeando a la gente para ver si se quiere vacunar. Ha habido un cambio de perspectiva de no haber tenido un brote a haberlo sufrido: los que antes eran más reacios, después de pasar el covid en nuestras propias carnes han cambiado de opinión», dijo la responsable de Villa Cicero. Vencido el brote que afectó a la residencia, ha vuelto «la vida normal». Hoy se someterá a un cribado para comprobar que todo sigue en orden.
Es el mismo plan que tienen en la residencia Virgen del Faro, de Santander, uno de los cuatro centros del grupo Pro Maiorem en Cantabria. «Estamos absolutamente a favor de la vacunación», afirmó su directora ejecutiva, Julia Gurruchaga. «Hemos pasado un escrito a los residentes y familiares tutores para saber si permitían que se les pusiera la vacuna en el centro, y la mayoría ha dicho que sí. Los usuarios están bastante hartos, y la mayoría están dispuestos a vacunarse porque no soportan el aislamiento».
«Seguimos un poco a la expectativa: todas las vacunas pueden hacer reacción, y se necesita más personal atendiendo y que esté atento a posibles síntomas, ya que vas a vacunar a todo el mundo a la vez: de cien personas puede haber veinte que tengan unas décimas, y además se trata de una vacuna que no se ha puesto nunca».
Para Rubén Otero, gerente del grupo Calidad en Dependencia y presidente de la Federación Empresarial de la Dependencia en Cantabria, «la llegada de la vacuna es un alivio». «Creo que la asociación tiene que apoyar que todo el mundo se vacune: el problema que puede causar es un simple dolor de cabeza, y es la única opción que tenemos para que la gente pueda salir más libre a la calle, dar abrazos y estar con los seres queridos, que es lo que les hace falta a todos los que están en las residencias. Debemos concienciarnos y vacunarnos, no solo por nosotros y los de nuestras casas, sino por responsabilidad hacia todas las personas con las que vivimos día a día», concluyó.
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