Para Félix Sangari, investigador del Instituto de Biomedicina y Biotecnología de Cantabria (Ibbtec), no tiene ningún sentido que paren la vacunación con la fórmula de la Universidad de Oxford. «Los beneficios de la vacunación, con esta o con otras fórmulas, compensan con infinita holgura los riesgos que supone no estar vacunado», insiste. «Parece que nos resulta fácil culpar a los responsables políticos de los problemas que trae la vacunación; pero nadie parece darse cuenta de que deberíamos también exigir responsabilidades por los muertos que habrá si se paraliza el proceso», argumenta. Y la Agencia Europea del Medicamento, la autoridad para decidir con rigor técnico tras evaluar los riesgos, no ha desaconsejado que se use, como han apuntado desde la Sociedad Española de Inmunología.
El experto hace una comparativa para ilustrar cuán vigilado está el proceso de vacunación por el coronavirus. «Pensemos en la gripe. ¿Conocemos cuantas farmacéuticas están detrás de las dosis que nos ponemos cada año de la gripe? Evidentemente, no», explica. «Pues son como seis o siete, y su eficacia, en el mejor de los casos, alcanza el 60% o el 70%, porque es muy complicado dar con la variante que predominará ese año».
Nadie se ha detenido nunca tampoco a analizar los posibles efectos adversos que pueden surgir de estos viales que cada otoño se administran a la población. «Porque parecía asumido que cualquier virus mata más que las vacunas, sea AstraZeneca o cualquier otra», resuelve Sangari.
Basta una sola cifra: los miles de muertos que suma España a estas alturas de la pandemia. Un número que aún causa escalofríos al catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública Javier Llorca. «Parece que nos olvidamos de ello pero es que son muchos, muchísimos muertos los que sumamos ya. Más de 100.000. ¡Más de 100.000 sólo en España!», exclama. A este experto, docente e investigador, exdecano de la Facultad de Medicina, le irritan los argumentos que a veces surgen del desconocimiento. «Hemos estado batallando contra este patógeno como hemos podido. Hasta ahora habíamos utilizado herramientas de la Edad Media como son las cuarentenas y los confinamientos y ahora, que tenemos en la mano herramientas del siglo XXI, nos entran las dudas», protesta. «Usemos las vacunas, por favor, es la única vía que tenemos para ir ganando la batalla al virus».
No niega que puedan existir efectos adversos, «que existen, como con cualquier otro medicamento, o como cualquier otra actividad cotidiana. Quedarnos en la cama tumbados todo el día puede causarnos un trombo también», argumenta con criterio médico. «Quien mata es el virus, no la vacuna».
Ninguna fase anterior de prueba de la profilaxis podría alumbrar los casos de trombo que han surgido en estas últimas semanas. La inoculación masiva en la población da paso a la conocida como fase 4. Y es ahí, precisamente, cuando la ingente cantidad de población inmunizada alumbra los casos más raros de complicaciones.
«Lo que nos ocurre es que asumimos mejor los riesgos que entraña un tratamiento que los que puede traer una vacuna. Porque en el primero de los casos estamos hablando de una solución que se le da a alguien que está enfermo, pero en el segundo se trata de un sujeto sano», remarca Henar Rebollo, jefa del servicio de Medicina Preventiva del Hospital Valdecilla. Su cargo le hace conocer bien el caso del que habla.
«Lo que sí creo es que se está persiguiendo sobremanera a AstraZeneca y eso me lleva a pensar que no sólo existen criterios estrictamente técnicos o científicos», sugiere, y entre líneas deja caer la sospecha de que haya intereses por menoscabar la credibilidad de la farmacéutica. «Pienso que no debería haberse analizado hasta este punto en los medios; aunque también me parece que está faltando transparencia al respecto. Quizá si hubieran sido más claros desde el primer momento, no se hubiera generado esta expectativa que existe en torno a su uso y eficacia», opina.
No a la segunda dosis
Sea como fuere, hay muchas personas que temen a la vacuna. Algunos, también, que tienen puesta la primera dosis y ya han anunciado que no se pondrán la segunda. «No tiene mucho sentido ponerse la segunda vacuna con otra firma porque los mecanismos por los que los compuestos activan el sistema inmune no tienen nada que ver, pero aún no se ha estudiado», explica Jesús Mozota, responsable de Medicina Preventiva de la Clínica Mompía.
Su opinión está en la línea del resto: «¿Trombos por ponerse la vacuna? Es una entre 100.000. Son las mismas posibilidades de que nos toque la primitiva; aunque sí, claro, nos puede tocar», resuelve. Pero en todo caso para eso también podrían establecerse medidas de prevención. «Si yo soy médico de cabecera, conozco a mis pacientes. Sé quienes tienen problemas de coagulación o patologías que pueden ser de riesgo para este tipo de reacciones adversas. Tal vez con una supervisión adecuada, podríamos eliminar en buena medida el riesgo de trombos por la vacuna, y así todos estaríamos mucho más tranquilos», sugiere.
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