Las forenses descartan un brote psicótico: «Era consciente de lo que hacía»

Las partes darán a conocer este jueves sus conclusiones y sus informes, el acusado tendrá la oportunidad de ejercer su derecho a la última palabra, y solo quedará por conocer el veredicto del jurado, previsto, salvo sorpresa, para el viernes.

La Sección Primera de la Audiencia Provincial ha acogido este miércoles una jornada clave. Teniendo en cuenta que el procesado no ha negado la autoría del crimen –aunque en su primera declaración dio todo tipo de detalles y en el juicio ha asegurado que no recuerda nada– los jurados lego tendrán que determinar si Rafael era consciente de lo que estaba haciendo o, por el contrario, tenía anuladas sus facultades volitivas y cognitivas como sostiene su abogado defensor (es decir, que tenía una anomalía psíquica). La diferencia entre el primer supuesto y el segundo estriba en que el acusado acabe en la cárcel o bien en un centro psiquiátrico.

Las dos psiquiatras forenses del Instituto de Medicina Legal de Santander que han estudiado y examinado en varias ocasiones al procesado descartan que sufriera un brote psicótico en el momento de los hechos. «Era consciente de lo que hacía, tenía conciencia y juicio de la realidad y no estaba afectada su capacidad volitiva (capacidad de decidir y ordenar la propia conducta). Además no tiene ningún arrepentimiento posterior. Sabía y asumía lo que había hecho y que podía tener un castigo por ello», explicaron.

Una de ellas, la que acudió al domicilio momentos después del crimen, cuenta que se encontró a Rafael en un «estado de confusión y perplejidad» y decidió que lo examinaran Valdecilla para descartar un cuadro psicótico. «No presentaba una psicopatología aguda, con lo que se descartó su ingreso». Un día y medio después, esta forense volvió a examinarlo y se lo encontró «orientado, colaborador y correcto», con lo que entendió que estaba en condiciones de declarar ante el juez. «De hecho, él quería declarar». Tras permanecer unos veinte días ingresado en Valdecilla, Rafael entró en prisión, donde fue valorado por otro psiquiatra y, posteriormente, por las forenses, que descartan la psicosis porque que el acusado «nunca ha estado fuera de la realidad». «El nos cuenta de manera minuciosa y con detalles cómo ha matado a su madre. Contó que durante la agresión pensó: 'La mato o no la mato», aseveraron las forenses. «El trastorno de personalidad mixto (varios trastorno s) que sufre no es como para tener una psicosis».

Lo que sí han determinado estas peritos es que el acusado tiene «rasgos psicopáticos» en su personalidad. Si bien consideran que «los trastornos que padece no son lo suficientemente importantes como para anular su voluntad y no saber lo que hacía».

Frente a estas conclusiones, el jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital de Valdecilla, Jesús Artal, al que la defensa ha contratado a nivel particular para que elabore su propio informe, considera que Rafael Larios «tenía alterado el pensamiento y el control de sus emociones» en el momento de los hechos. «Rafael tiene un trastorno de bipolaridad y un trastorno esquizotípico de personalidad. Toda su enfermedad y su bagaje afectó a su capacidad volitiva y cognitiva, pero más a la volitiva». ¿Pero sabía lo que hacía?, le preguntó la fiscal Carolina Santos. «Sí, pero no creo que fuera con la intención de matar a su madre. Discutió con ella y pensó: 'Te vas a enterar' y perdió el control».

Artal considera que el acusado «vive en un mundo propio». «Tenía una ira acumulada y sed de venganza y se sintió liberado tras los hechos».