Cantabria y País Vasco unen fuerzas para reclamar la movilidad entre ambas regiones desde el lunes

Los empresarios y trabajadores de Cantabria cuya actividad depende en gran medida de la llegada de turistas están viviendo una montaña rusa de emociones a lo largo de los últimos días. El lunes, la alegría de escuchar al ministro de Transportes, José Luis Ábalos, avanzar que a partir del 8 de junio se levantarían las restricciones a la movilidad entre provincias que estuvieran ya en la fase tres. No lo dio por seguro, pero casi. El martes, el optimismo se convirtió en decepción y enfado con la rectificación que hizo a su compañero el titular de Sanidad, Salvador Illa. Dio un bandazo a la posición oficial y señaló que los viajes interprovinciales sólo estarán permitidos dentro de la misma comunidad autónoma.

Y desde ayer, expectación ante la posibilidad de que la presión que están llevando a cabo diversas regiones, con Cantabria y el País Vasco a la cabeza, se traduzca en una rectificación sobre la rectificación para volver al punto inicial: que se 'levante la barrera fronteriza' con Vizcaya a partir de comienzos de semana. Entonces, salvo sorpresa, ambos territorios estarán en el último episodio antes de alcanzar la 'nueva normalidad'.

La decisión es fundamental para sectores como la hostelería y el comercio, que ya se habían puesto en marcha para tener todo listo ante la inminente llegada de los visitantes. Concretamente para los de la comarca oriental de Cantabria, los que están más expuestos al gran flujo de turistas y propietarios vascos de segundas residencias en localidades como Castro Urdiales, Laredo o Noja. Por eso califican de «duro golpe» cualquier retraso en la reapertura de los negocios y lamentan la incertidumbre actual.

Y también por eso, por las importantes implicaciones que tiene para ambas partes, el presidente Miguel Ángel Revilla y el lehendakari Íñigo Urkullu se han puesto al frente de la reivindicación y han creado un frente común ante el Ejecutivo nacional. El primero no quiere perder la posibilidad de empezar a reactivar la economía con ayuda del consumo vasco, y el segundo busca contentar a sus gobernados, muchos de ellos con segundas residencias en Cantabria, pero también en La Rioja o Navarra.

El martes por la tarde, tras escuchar a Illa, ambos líderes mantuvieron una conversación telefónica al respecto en la que acordaron mantener la ofensiva. Ayer, fue Urkullu quien con más insistencia volvió a sacar el asunto. El lehendakari reclamó a Pedro Sánchez que «cumpla» con el compromiso que lanzó «por iniciativa propia» el pasado domingo durante la última videoconferencia con los líderes territoriales y permita a los ciudadanos que puedan cruzar a otras zonas que lleven el mismo ritmo en el proceso de 'desescalada'. Según recordó, las palabras del presidente del Gobierno fueron muy similares a las que pronunció posteriormente Ábalos.

«Yo entendí que las comunidades que pasáramos a la fase tres tendríamos la oportunidad, si sus presidentes lo pedían, de permitir la movilidad entre comunidades», apuntó Urkullu. De hecho, en el documento que el Ejecutivo vasco ha mandado a Madrid para solicitar el cambio de fase, se hacía referencia a esta situación. Se daba por hecha. «La confianza es algo que se trabaja día a día», remarcó el mandatario vasco apelando a Sánchez para que cumpla con lo pactado. Y no fue especialmente pesimista ante la posibilidad de que hoy mismo o el sábado haya una resolución al respecto.

Si en condiciones normales la capacidad del Gobierno vasco es mayor que la de Cantabria para arrancar compromisos a Madrid o forzar cambios de posición, mucho más en estos momentos. No sólo porque el PNV -partido con el que en julio Urkullu tiene casi todas las papeletas de ganar las elecciones autonómicas- es un socio destacado del Ejecutivo de coalición PSOE-Unidas Podemos y sus siete votos son mucho más importantes que el del único diputado del PRC para sacar adelante los proyectos y mantener en pie la legislatura; también, porque en estos momentos la relación de Sánchez y Revilla no pasa por su mejor momento. Se vio el mismo domingo, cuando el presidente cántabro lamentó que Sánchez no quisiera responderle a ninguna de las preguntas que le formuló durante su turno de intervención. Ni si el Estado recurrirá la sentencia que obliga al pago de una anualidad atrasada de las obras de Valdecilla, ni si permitirá que los ayuntamientos utilicen su remanente para impulsar la economía por los estragos del Covid-19.

Ayer no habló del tema Revilla, pero sí su consejera de Turismo, Marina Lombó, quien considera una mala noticia que continúe la restricción al movimiento: «El vasco es nuestro segundo mercado general, sólo por detrás de Madrid, y el primero en fines de semana y puentes», recuerda Lombó. La consejera considera que, con la movilidad entre provincias permitida, impedirla entre comunidades autónomas vecinas perjudica a las uniprovinciales, como Cantabria, con pocos habitantes, y por lo tanto, mercados pequeños. «Entiendo la lógica de intentar limitar la movilidad, pero llegados a la fase tres no sé si tiene mucho sentido que un onubense pueda viajar hasta Almería, a 510 kilómetros de distancia, y alguien de Panes no pueda viajar hasta Potes», concluye.

Desde la Asociación de Hostelería de Cantabria, su presidente, Ángel Cuevas, calificaba la rectificación del Gobierno central de «vergüenza»: «No entiendo que en menos de 24 horas un ministro diga una cosa y otro la contraria. Es como si el cocinero elabora un plato y dice que es rape y el camarero que lo sirve dice que es chuletón». Cuevas lamenta que no sólo habrá pérdidas económicas por lo que se puede dejar de ganar estos días, sino también porque muchos empresarios, ante el anuncio de la llegada de turistas, habían empezado a levantar los ERTE y a poner en marcha la maquinaria de la reapertura.

«Llevamos ocho meses sin abrir el cajón entre los cuatro meses duros de invierno y los casi cuatro de coronavirus. Con los problemas económicos gigantes que tenemos, nos ponemos en marcha y ahora nos hacen dar marcha atrás», relata Cuevas.

El problema también afecta a los campings, donde recuerdan que una parte importante de la clientela procede del País Vasco. En los establecimientos que hay entre Castro Urdiales y Santander, casi el 60% proceden de la comunidad vecina. «Nos han puesto el caramelo en la boca con la apertura de la movilidad entre provincias y ahora nos lo quitan. Estamos a la expectativa, pero preparados para empezar el día que se pueda», cuenta el portavoz del sector, Eneko Valle.

Un ejemplo concreto. En el camping Playa de Ajo el teléfono empezó a sonar para gestionar reservas en cuanto los clientes se enteraron de las declaraciones de Ábalos. Pero aquellos que se animaron a dar el paso al ver que se iba a levantar la restricción no han dudado en cancelarlo todo con el cambio de criterio. «Te supone el doble de trabajo y el beneficio es cero. Esta incertidumbre es una locura», lamenta Eduardo Ponga, encargado del camping: «Todos los cálculos que hacemos nos los revientan. Hace unos días iban a abrir el 8 de junio, ahora que si a mediados. No se sabe. No confiamos ni en expertos ni en nadie. Estamos viendo que las decisiones se toman a salto de mata».

Emérito Astuy, director del hotel Astuy, en Isla, opina que esta situación es «absolutamente indignante». En cualquier negocio, y aún más en la hostelería, «lo que hace falta son certezas y lo que tenemos con este Gobierno son dudas, cambios y matizaciones. Es una vergüenza absoluta». «Errática» es la palabra que le sale al presidente de la Asociación de Empresarios de Santoña (Asemsan), Jorge González, para definir la situación.

Para los comerciantes de Noja, el cambio de criterio ha sido una «decepción muy grande». El presidente del gremio, Javier Gracia, reconoce que estaban «como locos» preparando los establecimientos para recibir el lunes a los segundos residentes del País Vasco, y no entienden esta modificación porque «tenemos todas las medidas de seguridad tomadas, provistos de geles, mascarillas y todo lo necesario».

Campings, hoteles, comercios... Y bares y restaurantes están deseando recuperar parte de la normalidad. «Creo que es un buen momento para que los turistas de comunidades limítrofes vengan a Cantabria, bajo la responsabilidad que se nos exige todos. Los negocios de Laredo estamos preparados para atenderles con las medidas de higiene y distanciamiento y algunos esperan a ese golpe de gente para sacar a sus empleados del ERTE», añade Javier Cacho, propietario del bar El Túnel y asador Son de Mar, de Laredo.