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GUILLERMO BALBONA
SANTANDER.
Domingo, 8 de diciembre 2019, 11:56
La imagen elegida disipa toda duda. El arco del edificio que ha albergado históricamente la sede del Banco Santander es el epicentro icónico que preside la inclusión del Proyecto Pereda en la página web del estudio de David Chipperfield. Su fotografía forma parte ya ... de un catálogo integrado por más de medio centenar de intervenciones que el arquitecto londinense ha plasmado en ciudades de todo el mundo. Referente de la arquitectura contemporánea de museos gracias a nuevos proyectos como el Jumex de México, a remodelaciones monumentales como la del Neues y la Isla de los Museos en Berlín, o a ampliaciones ambiciosas como la Royal Academy, David Chipperfield (Londres, 1953) -conocido como el cirujano de los museos-, es el artífice de la conversión del inmueble del Paseo de Pereda en un lugar para el arte, pero también en un futuro símbolo social asumido por la ciudad. «No se trata simplemente de un espacio de exposición, sino también de un lugar de encuentro», asegura Chipperfield. El pasado lunes defendía públicamente en el Colegio de Arquitectos las señas de identidad de su intervención ante una audiencia configurada mayoritariamente por colegas. La experiencia de este demiurgo de proyectos donde muchas veces confluyen historia, pasado y futuro, le dicta que el Proyecto Pereda es «complejo y sensible».
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El antiguo profesor de arquitectura ha enseñado e impartido conferencias en todo el mundo. En 2012, fue el comisario de la Exposición de Arquitectura de la Bienal de Venecia. Siempre sensible al sentido de su oficio y a la necesidad de adaptar su labor a los pasos cambiantes de la sociedad, del Brexit en su país a las crisis, es el editor invitado en 2020 de la revista italiana 'Domus', donde el arquitecto británico se pregunta sobre su profesión en un manifiesto: «¿Cómo debemos reaccionar profesionalmente como arquitectos, diseñadores y planificadores ante los desafíos reales de la crisis climática y la creciente desigualdad financiera y social?». Chipperfield, que elogia la belleza de Santander, tiene claro que el edificio del Paseo está destinado a «convertirse en una parte más activa de la vida social y cultural de la ciudad», además de ser el nuevo hogar para la extensa colección de arte del banco. En este 2019 que termina destaca, por encima de su larga lista de distinciones, el título de Gallego del año. El galardón fue otorgado en reconocimiento al compromiso de Chipperfield con esa comunidad.
-¿Cómo define el Proyecto Pereda, dadas sus peculiaridades? Un banco transformado en museo, un edificio en el centro de la ciudad, sus limitaciones de actuación...
-En nuestra era digital, el rol de las instituciones está cambiando y está redefiniendo el sentido de su espacio físico. Los bancos han dejado de ser simplemente bancos. Los museos ya no son simples museos. Tienen que asumir un rol más representativo. Se trata de ofrecer algo más e incorporar a su actividad principal otras más flexibles, atrayendo usuarios y generando una experiencia para los visitantes. El proyecto Pereda es un ejemplo interesante de esto. No se trata simplemente de un espacio de exposición, sino también un lugar de encuentro donde tomar un café. Se convierte en un espacio social de la ciudad. El edificio Pereda es un edificio reconocible en la ciudad de Santander y la intervención le permitirá tener un rol más público.
-Los trámites urbanísticos los conocemos; pero, ¿en qué momento se halla el proceso para definir la actuación?
-El Plan de Modificación Especial se entregó en julio, al mismo tiempo que la presentación pública del proyecto, y está ahora en proceso de consulta. A través de este proceso hemos estado involucrados con las autoridades y hemos incorporado algunas de sus peticiones, aun así no hay desde entonces cambios significantes en el proyecto.
-¿En qué reside la mayor dificultad o desafío, y qué factores facilitan su intervención?
-La característica más destacada del edificio es su arco monumental, que a la vez define y divide al edificio. Lo hace especial, pero también ocasiona problemas al intentar reconciliar lo que originalmente eran dos edificios en uno solo. La intervención en el arco es el resultado de intentar abordar este problema y resolver la circulación interna del edificio. Otro reto tiene que ver propiamente con el edificio, ya que originalmente era residencial antes de transformarse en hotel y, finalmente, en banco. En definitiva, el ADN del edificio es el de un edificio residencial con ventanas estándar y techos bajos en su totalidad. El gran reto es la conversión sensible en edificio público, adaptándolo para su futuro y siendo a la vez honesto con el edificio histórico.
-¿La marca o la huella Chipperfield dónde será más visible?
-Aunque la intervención en el arco es probablemente la intervención más visible, no se hizo como un gran gesto sino como el resultado de un desarrollo programático. En lugar de intentar crear una marca, el proyecto intenta desbloquear el potencial del edificio a la vez que se intenta respetar su historia. Las intervenciones son el resultado de mirar a su pasado y atender las necesidades de su siguiente vida y las de las siguientes generaciones.
-¿Qué aspectos le llamaron la atención para aceptar un encargo como el de Santander?
-El proyecto Pereda es complejo y sensible; la restauración y la transformación de un edificio con una fuerte relación con la ciudad y su historia. He tenido la suerte de poder trabajar en algunos museos y galerías históricas, así como en algunos proyectos de reconversión, cada uno con diferentes antecedentes y necesidades. Considero que es un privilegio y una responsabilidad poder trabajar en proyectos de esta naturaleza.
-La construcción del Palacio de Festivales de Sáenz de Oiza apenas propició debate. Veinte años después la edificación del Centro Botín de Piano dio lugar a una intensa controversia ciudadana. ¿Ha cambiado mucho la relación arquitectura y habitante?
-Siempre ha existido un debate en torno a la arquitectura, éste es una parte vital de la cultura arquitectónica. Durante la reconstrucción del Neues Museum en Berlín, que empezó hace veinte años, hubo un intenso debate, que algunas veces fue bastante agresivo, pero en definitiva fue una manifestación de la participación ciudadana con su entorno construido. Un debate positivo puede forzar a los arquitectos a cuestionarnos, defender o volver a evaluar nuestras propuestas y, en definitiva, lleva a un mejor diseño. Así que, en general, entiendo la controversia o el debate alrededor del diseño como algo positivo.
-Definitivamente, ¿ha desaparecido la arquitectura espectáculo?
-Creo que aún hay momentos en que la energía autónoma de un edificio es exitosa y apropiada. Si piensas acerca de Bilbao, que tuvo un gran efecto en todos, fue un momento convincente de la 'arquitectura del espectáculo'. El motivo por el que es interesante es porque sobresale; no se parece a nada de lo que hayas visto anteriormente. Pero esta no es mi postura en general. Aunque puede que haya momentos en que el espectáculo es necesario, nos gusta encontrar una relación más fuerte entre lo familiar y lo no familiar. Mi sentimiento es que, cuando un edificio es demasiado autorreferencial, el público toma distancia: la arquitectura se convierte en algo a lo que miras. La arquitectura es algo que te convence con la experiencia más que te impresiona con su imagen.
-Su territorio más visible y distinguido es el de los museos. Sobre su presente y futuro hay mucho debate. ¿Puede el arquitecto contribuir a un cambio fundamental en la relación entre visitante y espacio artístico?
-Nos consideramos afortunados de haber podido pasar más de 30 años trabajando con diversas instituciones en el sector cultural y hemos sido parte del profundo desarrollo que ha ocurrido en los museos durante este tiempo. El papel del museo en la sociedad actual ha cambiado. Creo que la relevancia en auge de los museos refleja nuestro deseo creciente de encontrar maneras más significativas de pasar nuestro tiempo de ocio, además de un entendimiento creciente de la responsabilidad pública de los museos por abrirse a un público más amplio y más diverso. Las funciones sociales son fundamentales en las dinámicas naturales de los museos, ofreciendo un lugar de intercambio cultural e interacción y asegurando que los museos modernos no son un depósito aislado de tesoros sino un centro dinámico de cultura.
-Su proyecto para la ría de Arosa, ¿cómo lo define? ¿Es su particular manera de encauzar su ligazón con el mundo fuera de lo profesional?
-La región costera de Galicia tiene un lugar en mi corazón; he pasado los veranos aquí en los últimos 25 años con mi familia y construimos una casa ahí en 2002. Nos estamos enfrentando a los problemas típicos de áreas rurales y periféricas: el éxodo demográfico de la gente joven, la reducción de la calidad ambiental, la pérdida de ciertas economías; no con arquitectura per se, sino con las habilidades multidisciplinares de los arquitectos como la negociación. Cómo práctica, estamos intentando salir de la oficina e involucrarnos en el diálogo. La misión de la Fundación RIA es la de alinear iniciativas económicas con consideraciones ambientales a largo plazo - a la vez naturales y creadas por el hombre- e intentar asegurar la sostenibilidad de la región y mantener la calidad de vida que proporciona.
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