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Abel Verano y Olaya Suárez
Santander | Gijón
Jueves, 3 de octubre 2024, 07:18
Hace apenas tres días que enterraron a su padre con los pocos recursos económicos de los que disponen y todavía siguen sin entender por qué un «desalmado» acabó con la vida de su padre asestándole cinco cuchilladas. Por eso, ahora lo único que piden es « ... justicia». Rubén, de 25 años, y Óscar, de 33, son los hijos de Luis Manuel López (55 años), el cántabro al que asesinaron el pasado jueves en un piso de la calle Luanco (Gijón).
Apenas eran unos niños cuando su padre les «abandonó», según cuentan. Su progenitor cogió la senda de las drogas y se rodeó de toxicómanos hasta sus últimos días, lo que le llevó incluso a entrar en la cárcel. «Llevaba un tiempo limpio y consumía metadona para no recaer», relata Rubén, que hace tres años decidió reencontrarse en Gijón con su progenitor, al que no veía desde hacía dos décadas. «Estuve viviendo con él un año y medio. Me hacía ilusión estar con él después de tanto tiempo. Mi padre era majo, simpático y no hacía daño a nadie». Por eso no se explica qué pudo llevar a uno de los detenidos a acabar con la vida de su progenitor.
Según cuenta, él conocía al presunto encubridor del crimen, de nacionalidad búlgara. «Se llevaban bien. No se qué ha podido pasar. Pero si ha sido el que ha matado a mi padre tiene que pudrirse en la cárcel».
Sin embargo, la investigación apunta que ese hombre de nacionalidad búlgara es el encubridor del autor material, que este martes ingresó en prisión provisional como el primero. Además, la Policía Nacional sospecha que las sustancias estupefacientes y las deudas están detrás del crimen.
«Lo que le han hecho a mi padre no tiene perdón de Dios. No se merecía eso por muchos que haya hecho», afirman tanto Rubén como Óscar, al otro lado del teléfono, a la espera de que se aclare qué pasó.
Lo que si parece claro es que Luis Manuel era una persona vulnerable, puesto que tenía una rodilla lesionada y un brazo inválido debido a un accidente que sufrió hace años y por el que recibía una pensión. Además, padecía una esquizofrenia paranoide. «He hecho todo lo que he podido por mi padre. No me podía quedar con el en Gijón porque tengo a mi familia aquí, en Cantabria», se lamenta Rubén, con cierto sentimiento de culpabilidad. «Espero que esté orgulloso de mí».
Cuando se cumple una semana del crimen, se van conociendo más detalles de la investigación. Según ha podido saber este periódico, el presunto autor material del crimen regresó a la calle Luanco dos días después de que, supuestamente, le asestase cinco puñaladas y huyese del lugar mientras la víctima se desangraba en su habitación. «Lo vimos por la calle, con una capucha intentando ocultarse y con una actitud muy rara; llamamos entonces a la Policía y cuando se enteró de que lo habíamos descubierto, se subió a un autobús rápidamente en la calle Magnus Blikstad para huir», relata uno de los vecinos del mismo edificio en el que se produjo el crimen y que conocía al individuo luego detenido «por su carácter violento».
«Había causado problemas gordos y no queríamos que estuviera por aquí porque cuando venía eran todo líos...», lamenta el vecino, que considera que el otro presunto implicado, el ciudadano búlgaro que fue detenido en el mismo piso por su implicación en los hechos «no es una persona violenta ni problemática, no sabemos qué pudo pasar y si realmente tiene relación con lo que pasó, pero nunca antes había dado muestra de nada raro», abunda.
Ambos arrestados permanecen en prisión preventiva en el centro penitenciario de Asturias a espera de que avance la fase de instrucción y se pueda determinar el grado de implicación de cada uno. El primer detenido era compañero de piso de la víctima y el segundo es un usuario de los centros asistenciales de la ciudad que hace aproximadamente un mes causó un incidente en el mismo edificio del número 14 de la calle Luanco al presentarse con una pistola y amenazar a los residentes.
La investigación continúa abierta a la espera de los resultados de las muestras biológicas halladas en el domicilio, si bien, la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Policía no considera que existan otras personas implicadas.
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