Borrar
Charo con sus 20 alumnos en la primera clase del curso en el colegio Manuel Cacicedo. Juanjo Santamaría
Charo Aja Maza - Profesora en el colegio Manuel Cacicedo (San Román)

«El inicio es intenso pero juntos hacemos un gran equipo»

El Diario Montañés asiste a los preparativos y el reencuentro de la profesora Charo Aja Maza con sus alumnos, que empiezan 4º de Primaria

Ana Gil Zaratiegui

Santander

Jueves, 7 de septiembre 2023, 18:54

Charo Aja Maza cruza a las 08.30 horas la puerta del patio del colegio Manuel Cacicedo, en San Román de la Llanilla, con su carpeta amarilla repleta de folios entre sus brazos. Con 24 años en la docencia a sus espaldas, los nervios por arrancar el curso son imperceptibles. Y menos cuando se vuelve a terreno conocido. Este año es la profesora del mismo grupo de 20 alumnos que tuvo el curso anterior, ahora como tutora de 4ºB de Primaria. Repite por segundo año en el centro y sabe que los inicios siempre son «intensos». Justo después de pronunciar el adjetivo, deja de caminar y añade «pero juntos hacemos un gran equipo». Ese mismo lema es el que está escrito en una hilera de banderines triangulares de colores que cruza de lado a lado su aula.

Los chillones pasillos verdes pistacho y naranjas con puertas violetas no pasan desapercibidos para cualquiera ajeno al centro. Pero para Charo ya son viejos conocidos. Entra decidida, dobla la esquina y primera parada: fotocopiar el nuevo horario. Queda menos de media hora para que los escolares arranquen el curso pero para ella y el resto de profesores, «en realidad empezó el 1 de septiembre». Ha sido una semana «atropellada» y llena de tareas pendientes de tachar en la lista: claustro de profesores, reuniones con los docentes de ciclo (en su caso, 3º y 4º de Primaria), preparación del nuevo material y decorar de cero el aula. Porque sí, las caras son conocidas, pero toca cambio de clase, así que Charo lleva días abriendo cajas y desempolvando las manualidades y materiales para poner esas cuatro paredes a punto. No falta de nada. Rincón de cumpleaños, esquina de matemáticas, espacio de juegos, zona de lectura, área de ciencia... En ese habitáculo, cada detalle está cuidado para hacer que los niños, ahora de 9 años, estén cómodos.

Mientras revisa las tres montañas de libros nuevos y plastificados sobre la mesa y los bandejas de colores con la pegatina del nombre de cada alumno, repara en que en cinco minutos el reloj marcará las nueve. Las escaleras desde la clase hasta la planta baja, por donde entran los escolares, todavía tienen las pegatinas con huellas azules (para subir) y rojas (para bajar) como único resquicio del protocolo covid: «Ahora les sirve para saber por qué lado subir y por cuál bajar», cuenta Charo mientras baja los escalones. Al instante, ya se escucha el guirigay de familias y niños en la puerta. Ahora sí, esto empieza. Manos al aire para saludar, voces desde el otro extremo del pasillo al grito de «¡Charo, Charo!» al verla y gestos de cariño que confirman el aprecio por la que será durante un año más su figura de referencia en el colegio. «¡Qué grandes estáis!, ¿con ganas de volver?»

En cada pupitre, un folio sobre la mesa con el horario. «Venga chicos, mochilas al fondo y vamos sentándonos poco a poco, luego comentamos el verano», explica con un tono que se torna todavía más dulce al dirigirse a ellos. Toca explicar las normas, repartir el papel de la solicitud del servicio de comedor y repasar la lista de materiales que las familias tendrán que comprar. Charo alterna la «información un poco pesada» con preguntas y guiños entretenidos para amenizar el mogollón de instrucciones de golpe. «De momento, hoy no sacamos los libros, paso a paso», les dice mientras se mueve por el aula y contesta a cada alumno adaptándose a su personalidad. Se nota que los conoce.

Un tarro de expectativas

Charo desenfunda de su carpeta un folio con un bote dibujado en medio en un fondo rosa chicle. Es la portada del libro que formarán con la primera actividad del año académico. Los pequeños tienen que escribir un par de líneas sobre sus expectativas y deseos para este curso en una ficha. Ellos son los mismos, pero los contenidos, y también las ilusiones, han cambiado después de todo el verano.

Ante la pregunta de Charo sobre qué son las expectativas, uno de ellos grita «¿Eso no es algo que dicen los políticos?» con una mueca graciosa intentando llamar la atención de sus compañeros. De repente, entra al aula la profesora de inglés con su «good morning». Toca cambio de clase. Durante la mañana también desfilan por el aula la profesora de música, la directora, la jefa de estudios... Es día de saludos. Después de tres horas de toma de contacto, llega el almuerzo en clase antes de salir al patio. Todos pegan un bote en la silla al escuchar el tiembre. «Con tranquilidad, por favor». A esa hora, las 11.45 horas, el verano parece quedar muy lejos para esos niños que vuelven a corretear en el recreo. Al terminar la jornada, salta un mensaje de Charo en el móvil: «Hola, Ana, ha sido un día intenso pero gratificante». Solo queda que el curso siga rodando.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes «El inicio es intenso pero juntos hacemos un gran equipo»